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Tesoros de La Raya hispano-lusa

Abstract

Viaje por toda la Raya/Raia luso-española, admirando sus paisajes, patrimonio artístico-monumental, joyas artísticas, legado urbano y rural, gastronomía, etc. ilustrado con fotografías del propio autor, a todo color.

Key takeaways

  • La misma está reforzada por asombrosa fortificación de la Edad Moderna, que una vez más nos hablan de la importancia estratégica de la zona en las guerras con España.
  • Así, el Acueducto da Água da Prata resulta especialmente atractivo en sus últimos dos kilómetros antes de entrar en la población, que es además el tramo más antiguo de los conservados, pues corresponde a la restauración del siglo XVII (tras los desperfectos ocasionados por la Guerra de Restauração, de 1640-1668).
  • La villa, de poco más de 700 habitantes, está llena de tiendas de recuerdos, y es posible comprar a precios razonables piezas de alfarería, de corcho y mimbre, así como mantos tradicionales de lana multicoloreada.
  • Y este es el caso también -al otro lado de la frontera-de Almeida, que pese a su reducida población (no llega a 1.500 habitantes en la zona intramuros) presenta una de las fortificaciones más admirables de la Raia/Raya, una de las más notables de las fortificaciones abaluartadas del mundo.
  • El Convento santiaguista es ahora una de las Pousada más acogedoras del país, y todo el conjunto fortificado está abierto gratuitamente al visitante, que en este espacio reducido tiene ante sí todo un tesoro inigualable de arte religioso, palaciego y militar de la Plena y Baja Edad Media, así como de la Edad Moderna; tesoro también natural, por la belleza del paisaje que domina, de la extensa planicie que se abre hacia el este, los estuarios del Tajo y el Sado al oeste y las ciudades "a sus pies": Palmela y Setúbal, contempladas a vista de pájaro, que incluso nos lleva más allá de Lisboa.
Tesoros de La Raya hispano-lusa Moisés Cayetano Rosado Edita: Fundación Caja Badajoz Depósito legal: I.S.B.N.: Diseño y maquetación: línea4.eu Imprime: Imdex Impresores Fotografías: Moisés Cayetano Rosado Tesoros de La Raya hispano-lusa Moisés Cayetano Rosado Tesoros de La Raya hispano-lusa Índice 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8. 9. 10. 11. 12. 13. 14. 15. 16. 17. 18. 19. 20. 21. 22. 23. 24. 25. 26. 27. 28. 29. 30. 31. 32. 33. 34. 35. 36. 37. Tesoros de la Raya a nuestro alcance............................................8 La suerte de vivir en la Raya.............................................................10 Elvas se merece una visita detenida.............................................12 La grandeza del Forte de Santa Luzia, de Elvas.......................14 La espléndida grandeza del Forte da Graça, en Elvas..........18 El Acueducto de Elvas, un monumento lleno de sorpresas....22 Redescubrir Badajoz............................................................................24 Cara y cruz en el Fuerte de San Cristóbal de Badajoz.........28 Descubrir Campo Maior.....................................................................32 Ouguela: pequeño-gran tesoro vigilando la Raya.................34 El mirador de Portalegre....................................................................38 Marvão y Castelo de Vide: el encanto de los “nidos de águila”...................................................................................................40 De Nisa a Sousel: La tentación del buen comer....................44 Alcántara, una ciudad monumental de frontera....................46 Valencia de Alcántara, pura Raya...................................................48 La magia de Alburquerque...............................................................52 Nueva visita al castillo de Alburquerque....................................54 Un pequeño tesoro en Barbacena................................................58 Los secretos de la Serra d’Ossa.......................................................60 Concelho de Alandroal, la tierra de los tres castillos...........62 Olivenza, el abrazo hispano-luso más extremo.....................66 Juromenha, la esplendorosa cenicienta....................................68 Vila Viçosa, la exuberante..................................................................70 Estremoz, un placer medieval.........................................................74 Sombras caminando por Evoramonte........................................78 Évora, patrimonio mundial fortificado........................................80 Acueducto de Évora: un paseo con Geraldo Sem Pavor........84 Monsaraz, la pizarra hecha ensueño...........................................88 De Mourão a Alconchel, atravesando la Raya.........................92 De Jerez a Burguillos pasando por el dolmen de Toriñuelo.............................................................................................94 La costa alentejana, un tesoro salado.........................................98 Esplendor artístico en la azulejería de las “estações ferroviárias”........................................................................100 El acueducto de Campillo de Deleitosa: tesoro desconocido a nuestro alcance...................................................104 De Arroyomolinos a Montánchez, el ascenso a las fuentes del agua..................................................................................106 Talaván, patrimonio religioso con tortuosa fortuna...........110 Rico tesoro geomorfológico de La Roca de la Sierra.........114 Corredor de invasión Madrid-Lisboa: tesoro abaluartado de la Raya.....................................................................116 38. De Castro Marim a Valença do Minho, pasando por Elvas y Almeida....................................................................................122 39. Fortificaciones de Lagos, un paseo entre la hierba y el mar....................................................................................................126 40. Raya Sur: playas y fortalezas en hermosa reserva natural...........................................................................................130 41. De Monsanto a Castelo Novo: diamantes en estado puro................................................................................................134 42. Ciudad Rodrigo y Almeida, cara a cara en la frontera............136 43. Chaves, centinela del norte trasmontano...............................140 44. La mutua vigilancia de Monção y Salvaterra de Miño...................................................................................................144 45. De Tuy a Valença do Minho, monumental entrada a Portugal..............................................................................148 46. De Valença do Minho a Tuy de nuevo......................................150 47. Venturas y desventuras del Fuerte de Goián.........................154 48. O Forte da Ínsua, joya protectora de la desembocadura del Miño..............................................................158 49. Castros gallegos, un ejemplo defensivo y constructivo..........................................................................................160 50. De la gruta de Escoural al Cromlech dos Almendres..............................................................................................164 51. Un paseo por Lisboa.........................................................................166 52. Casa do Alentejo: sorprendente tesoro en el corazón de Lisboa.................................................................................................170 53. Sesimbra, un tesoro entre el mar y la serra de Arrábida...................................................................................................174 54. Portinho da Arrábida, de las ruinas romanas a la magia contemporánea.....................................................................178 55. Fortaleza de Outão: la serena grandeza..................................182 56. Fortificaciones de Setúbal contra piratas, corsarios y espanhois............................................................................................186 57. La apostura encumbrada del castillo de Palmela................190 58. Líneas de invasión y herencia monumental en la Raya..........................................................................................................194 59. Conocer y valorar el patrimonio fortificado de la Raya......................................................................................................198 60. Volver la vista atrás con el Atlas de Lorenzo Possi.............202 61. Redondo y sus fantasiosas ruas floridas..................................206 62. Festas do Povo de Campo Maior, el arte del papel.............208 63. Comer con buche en la Raya........................................................210 64. Comer en el puerto deportivo “Isla de la Ceniza”.................212 65. El tren Badajoz-Elvas por el viejo campo de batalla...........216 Tesoros de La Raya hispano-lusa Prólogo La Raya hispano-lusa ha sido siempre un lugar de paso, de asentamiento, de solidaridades y de confrontaciones, en cambios sucesivos. Fruto de ello es el legado que hemos heredado, manifestado de una forma envidiable en su patrimonio monumental histórico-artístico de todas las etapas, sin que se quede atrás el urbanístico, el del paisaje humanizado, el de sus manifestaciones festivas o su gastronomía. Este libro pretende, precisamente, ser un acercamiento a todo ello. A este “todo” inabarcable del que las páginas que siguen son una muestra para conocer, reconocer y recrearse en lo que muchos ya han experimentado o quieren recorrer. Una muestra de lo que, una vez abierto el camino, puede seguir profundizándose, extendiéndose, pues los “Tesoros de la Raya” son verdaderamente incontables. Aparte de que ese “hilo que nos separa, pero también nos cose”, abre sus hebras a un lado y otro, al este y al oes- te, como mancha de aceite, siguiendo el cauce de los ríos y la línea de cumbres de cerros y montañas, internándose en la Península y asomándose al Atlántico en rasgos que nos son perfectamente identificables. La Fundación Caja Badajoz, ofrece la presente publicación a los amantes de “lo transfronterizo” en el convencimiento de que se dirige a una inmensa mayoría, pues muchos, cada vez más, son los que se entusiasman penetrando en el legado que tenemos ahí, al alcance de la mano, y del que formamos parte indivisible. Y lo hace en la seguridad de poner a disposición del lector un instrumento escrito y fotográfico que incita a que cada uno de nosotros vaya creando y ampliando su propia relación de “tesoros” que son “identidad” y “orgullo” para todos. Emilio Vázquez Guerrero Presidente Funcación Caja Badajoz 1 Paisaje de la Raya vista desde globo Tesoros de la Raya a nuestro alcance Desde el Minho portugués y la Galicia española, pasando por Tras-os-Montes, las Beiras y Castilla-León, descendiendo por Alentejo y por Extremadura, para acabar en el Algarve y Andalucía, todo un mundo fantástico de tesoros -unos naturales y otros moldeados por la mano del hombre- se nos ofrecen al alcance de la mano, al alcance de los ojos, del gusto, del olfato. Lo que es un macizo rocoso desgastado, primario, donde el granito aflora con sus grandes bolos y la pizarra crea espacios empinados de enormes hojas superpuestas, se ve suavizado por los depósitos de ríos que atraviesan la Raya remansados, acumulando sedimentos en lo que millones de años más atrás fueran entrantes marítimos que crearon plataformas calizas y marmóreas. El clima suave de la zona norte, de influencia atlántica, recrudecido en el centro por la influencia continental -salvo en los oasis montañosos-, se va mediterraneizando conforme descendemos hacia el sur, cambiando hayas, robles, nogales y castaños, por encinas y alcornoques, alternados con grandes pastizales, con jaras y romeros. Y en medio de ese paisaje: la huella humana de castros imponentes que ya presentan las orillas del Miño, o de los dólmenes que entre Beira y Castilla-León son abundantes, pero se multiplican en Alentejo-Extremadura, más los restos tartésicos abajo, siguiendo la desembocadura del Guadiana. Elvas vista desde globo Por encima, dominante cerros y montes, el testimonio de los enfrentamientos medievales en cas- 8 Vista de Trujillo. Castillo y torres tillos roqueros, que después se artillarían cuando los enfrentamientos hispano-portugueses de la Edad Moderna dan paso al nuevo sistema constructivo: el abaluartado. De nueva planta van a surgir nuestras mejores maquinarias defensivas, algunas de las cuales -como las fortificaciones de Elvas- han logrado la calificación de Patrimonio de la Humanidad, y otras preparan su candidatura, tan adelantada en Valença do Minho, Almeida, Ciudad Rodrigo, Marvão, y con satisfactorios avances en Badajoz, Olivenza, Castro Marim, etc. Hay, también, en esta Raya, un patrimonio monumental religioso de alto valor histórico y artístico, que en el conventual de Alcántara alcanza una grandeza extraordinaria, pero que no es menor su valor en las increíbles iglesias de pueblos -hoy pequeños, semidespoblados- que en su día fueron puntos cruciales en el desarrollo de las órdenes militares, tan importantes durante y después de la reconquista cristiana, con la repoblación del territorio fronterizo. En medio de tanta variedad geomorfológica, de toda esa carga histórica con su legado artístico, no es menor tesoro el gastronómico, que brevemente es marítimo en las puntas norte y sur, para desarrollar una variedad creativa extraordinaria en los cereales de secano -donde se hacen “milagros” con el pan-, los productos hortícolas, la oveja y el cerdo en todo el amplio resto, totalizando el conjunto más de mil doscientos kilómetros de frontera. Paisaje de Tras-Os-Montes La aventura de conocerla, de vivirla, es un apasionante reto lleno de sorpresas, un goce que implica a todos los sentidos. 9 2 La Raya desde la Sierra de Alor (Olivenza) La suerte de vivir en la Raya Vivir en la Raya es como hacerlo en una especie de mundo mágico, de país de las mil y una maravillas. En breve tiempo, pasamos de un acompañamiento ambiental de voces en castellano a otro en portugués, como si todo se hubiera trastocado. Pasamos de tomarnos nuestro café con leche a ponernos delante de umabica, pequeñísimo café tan concentrado como solo nuestros vecinos consiguen hacer. Del pan de nuestro lado español, esponjoso y blando, al portugués, más compacto, abultado y oscuro. De nuestras sopas caldosas a sus espesas açordas. De nuestros fritos a sus asados. De nuestras calderetas de cordero a sus ensopados de borrego; de la candelilla bañada en miel a la baba de camelo… Pasamos sobre la línea del tiempo viendo cómo nos dejó marcados: aquellas luchas persistentes nos legan este patrimonio que se “encara” en un lado y otro de la Raya, preventivamente, preparado para cualquier ataque repentino en nuestras portentosas fortificaciones. Y dejamos atrás nuestro flamenco y pasodobles, nuestras alegres jotas rayanas, para ir introduciéndonos en su sentido fado, en los profundos coros de cante alentejano. En cuestión de un momento, nos situamos al otro lado del espejo. En la otra cara de la misma moneda, que a veces se entremezclan y crean un producto renovado, llevándonos a nueva dimensión. Así es el caso de Olivenza, donde se encuentran “las hijas de España y nietas de Portugal” (según una de las jotas más conocidas del folklore extremeño), con sabores ambientales de las dos culturas, superpuestas. Pero que también se va dando en poblaciones de ambos lados, tan cercanas que se dan la mano, mojada la separación apenas por un río, como Tuy y Valença do Minho al norte fronterizo (Galicia y Minho), o Alcoutim y Sanlúcar de Guadiana en el sur (Algarve y Andalucía); otras veces, con una explanada que se acorta a base de construcciones acercándose, como ocurre con Badajoz y Elvas. 10 Vista de Tuy desde Valença do Minho El Sol cayendo sobre Elvas visto desde Badajoz Vista de Sanlúcar de Guadiana desde Alcoutim (Portugal) Nada más curioso que pasear al borde mismo de la Raya, a través de los campos, e ir saludando a caminantes de uno y otro lado, alternando los idiomas hermanados. Y comprobar que sucesivamente cambiamos de hora, como si pudiéramos hacer un viaje en el tiempo, retrocediendo y avanzando según nuestro gusto. Vivir en la Raya es casi vivir en la fantasía e incluso en el capricho de desdoblarnos en mundos diferentes, que en su variedad se complementan y enriquecen. ¿Nos damos cuenta de la suerte que se tiene al ser “rayanos”? Indagarlo es nuestro destino de “blog de caminante”, empeñado en encontrar tesoros que iremos descubriendo paso a paso. 11 3 Elvas desde globo Elvas se merece una visita detenida Lucía (del siglo XVII) y de Graça (siglo XVIII), protegiendo a la ciudad desde los cerros que por el sur y el norte la flanquean respectivamente, auxiliados por tres fortines monumentales. Posiblemente estamos ante el ejemplo de arquitectura militar más completa de la Edad Moderna de toda Europa, y la mejor conservada. Afortunadamente, en el Fuerte de Santa Lucía han realizado una ejemplar restauración, adaptándosele como Museo Militar. Queda que se haga lo mismo con el de Graça, uno de los más impresionantes que existen en el mundo, y ya cedido por el Gobierno portugués al municipio para su rehabilitación y uso. Dentro de este espacio privilegiado podemos visitar el castillo medieval de los siglos XIV al XVI, desde donde las vistas son extraordinarias a todo el entorno. Restos de amurallamiento musulmán y cristiano bajomedieval, formando tres cercas en anillo. También podemos contemplar construcciones religiosas góticas, renacentistas y barrocas: iglesias y conventos con altares barrocos en madera y mármol, azulejería historiada y tallas escultóricas de primera calidad. Otras de tipo militar, como diversos cuarteles, polvorines, depósitos de intendencia y hospitales, dan cuenta de la importancia estratégica de esta Plaza. Creo que ha desaparecido el tópico de ir a Elvas para comprar toallas y comer mariscos en El Cristo, aguantando pacientemente colas como si estuviésemos en la puerta de un convento donde nos den la sopa boba. Lo triste es que aún muchos, con la urgencia del turista repetido, no han disfrutado de una ciudad verdaderamente hermosa y destacada, que ha logrado en 2012 la calificación de Patrimonio de la Humanidad por su “guarnición fronteriza y fortificaciones”, en la que no tiene rival. Elvas, además de ser una población comercial tradicionalmente importante en la frontera, y tener una oferta variada y atractiva de restaurantes, puede asombrar a cualquiera con su patrimonio artístico, monumental y popular. Todo su Casco Antiguo está rodeado por un amurallamiento abaluartado de los siglos XVII y XVIII, que es una fortificación completa, con tres puertas en uso, fosos, cortinas, baluartes, bastiones y explanadas de 5 kilómetros de extensión. Desde él se aprecian los fuertes de Santa 12 Praça da República Su espléndida Plaza de la República, desde la cual salen hacia el castillo calles y callejuelas de preciosa traza medieval tiene al fondo la antigua Sé (catedral) que es un compendio artístico en el que destaca el manuelino. Al oeste, presenta un monumental acueducto de más de 8 km de longitud y casi mil arcadas, el Acueducto de Amoreira, construido entre los siglos XVI y XVII, e iniciado por el arquitecto Francisco de Arruda, sigue en perfecto uso, como sus aljibes, tan imprescindibles en los múltiples asedios que la ciudad sufrió. Por si fuese poco, en los alrededores existe una importante cantidad de restos neolíticos, especialmente dólmenes, en una ruta visitable, así como villas romanas de meritorios mosaicos, en medio de espesos bosques de encinas y alcornoques, que nos van conectando con otras ciudades y pueblos que poco a poco iremos visitando en adelante. Y como en cualquier población del Alentejo, la gastronomía a base de productos de la tierra (açordas campesinas; ensopados y asados de borrego y porco alentejano; quesos de oveja; sericaia com ameixas; vino tinto y bagaço de la zona), no tienen nada que envidiar a los mariscos que desde aquí llevamos tantos años consumiendo en esta ciudad Patrimonio Mundial. Iglesia de S. Domingos. Elvas Palacios y palacetes junto a casonas de fachadas encaladas en blanco y ocre típico de Alentejo han sido acertadamente rehabilitados. Empedrados en piedra caliza y basáltica muestran dibujos que sólo los artesanos alentejanos saben hacer. Numerosas fuentes de mármol y, ya saliendo de las murallas, extensos jardines que ocupan fosos y explanadas nos conducen hacia la parte moderna de la ciudad. Acueducto de Elvas 13 4 El Forte de Santa Luzia desde globo La grandeza del Forte de Santa Luzia, de Elvas Y es en estos fuertes donde se condensa la grandeza y belleza de estas fortificaciones “a la moderna”. Al estar libres de obstáculos exteriores y sin construcciones previas en el interior que respetar o grandes espacios a los que adaptarse por sus curvas de nivel, desplegaron todo el potencial de la ingeniería, conjugada con la geometría; la funcionalidad con la belleza, la técnica con el arte. Dentro de la amplia relación de fuertes en la Raya, uno de los mejor recuperados, rehabilitados y puesto en uso, resultar ser el Forte de Santa Luzia, de Elvas. Un fuerte comenzado a levantar en 1641 (a raíz de la Guerra de Restauração), bajo la dirección de Carlos Lassart, ingeniero mayor del Reino, perteneciendo el proyecto final al jesuita holandés João Pascácio Cosmander, ingeniero militar, matemático y arquitecto, principal diseñador de las fortificaciones alentejanas del siglo XVII. En 1648 estaba terminado, si bien desde 1644 ya presta importantes servicios de defensa. Tras ser asediado infructuosamente el año aludido, sufriría nuevos cercos en 1658 y 1959, dentro de la Guerra de Restauración (1640-1668). Posteriormente, en la Guerra de Sucesión a la Corona Española (1704-1712), protagonizó otras dos eficaces defensas: en 1706 y 1712. La frontera luso-española está “sembrada” de fortificaciones abaluartadas, que a un lado y otro se corresponden frecuentemente como botón y ojal de una camisa… desgarrada por las frecuentes guerras de la Edad Moderna. Estas impresionantes maquinarias defensivas, de gran complejidad, fueron la respuesta a la invención y avances de la pirobalística: el ataque con cada vez más potente armamento de fuego, ante los que los elevados castillos medievales eran como parapetos de cartón. Y hubo que remover tierras, terraplenar espacios, cavar profundos fosos, levantar gruesas murallas inclinadas que desviaran los impactos, proteger con obstáculos exteriores (como revellines y medias-lunas, pentágonos en los vértices de las cortinas de murallas para favorecer fuego cruzado…). También, levantar fuertes exteriores cuando las poblaciones tenían cerros alrededor (padrastros) desde los que el enemigo pudiera hacer blanco con su armamento. 14 El Forte de Santa Luzia desde Fortim de S. Mamede Nuevamente, durante la llamada Guerra de las Naranjas (1801) volvería a ser asediado. Algo que se repite en las Guerras Peninsulares (18071812), en dos ocasiones: 1807 y 1808; la primera por los franceses, que logran entrar, y la segunda por el ejército anglo-luso, que lo libera. rediente la interior) en la cara N. Un baluarte en cada ángulo del polígono rectangular interior, ya en el tercer foso. Culmina -en el centro- la Casa del Gobernador, con amplios miradores y linterna. El fuerte está suficientemente dotado de cisternas para resistir un asedio de varios meses; almacenes de armas, municiones y víveres; cuarteles para acoger a la guarnición; cuartos para reclusiones; galerías interiores de comunicación; instalaciones sanitarias, capilla… todo a prueba de bombardeos. Se comunica con la plaza de Elvas mediante un camino cubierto (a ambos lados del paso), recto, que se conserva en gran parte. Tras quedar fuera de uso militar, en 1884 acogió al Lazareto de Elvas. En el año 2000 se emprendieron obras de rehabilitación, para su uso como Museo Militar, que es el que actualmente tiene, habiendo sido inaugurado el 18 de noviembre de 2001. El Museo se distribuye en seis antiguas casernas (estancias a prueba de bombas) donde se recrea y documenta con armamento, pertrechos, maquetas, audiovisuales… la historia militar de Elvas desde la Edad Media hasta mediados del siglo XIX. Se completa con la instalación exterior de piezas de artillería reales, y militares de dive- Covas de lobo-Forte S. Luzia El fuerte tiene tres fosos sucesivos, poseyendo el exterior atenazado abundantes covas de lobo (pozos disimulados con cobertura vegetal y dotados al interior de lanzas de madera para atrapar a los asediantes), cuatro tambores y un reducto angular. En el segundo foso posee dos revellines (al E. y al S.). Puertas dobles (tras primero y segundo foso, con 15 sas épocas recreados en resina especial para intemperie. La visita, por tanto, resulta altamente instructiva para comprender los sistemas de defensa de la Edad Moderna y del siglo XIX, así como para repasar la historia de enfrentamientos en la Raya desde la reconquista medieval. Y el recorrido por los paseos de ronda de las murallas es una delicia, ya que las vistas hacia Elvas, hacia la planicie que comunica con Badajoz (y Badajoz mismo), los fortines exteriores de la población (S. Mamede, S. Pedro y S. Domingos, al pie del monumental Acueducto de Amoreira este último), el Forte da Graça y el oeste que nos lleva al interior alentejano, resultan una experiencia inigualable. Galeria Forte S. Luzia 16 Panorámica del Forte de Santa Luzia, Plaza de Elvas y Forte da Graça Forte de Santa Luzia el Fortim de S. Mamede Interior del desde Forte de Santa Luzia 17 5 El Forte da Graça visto desde el Forte de Santa Luzia La espléndida grandeza del Forte da Graça, En Elvas yor altitud -monte da Graça- hacía falta una defensa que impidiera la ocupación enemiga: a tiro de cañón quedaba el castillo medieval y la población en general. Su ocupación ya le ocasionó graves trastornos en el Cerco de 1658-59, y especialmente volvería a servir para una acción gravosa durante la Guerra de los Siete Años, en 1762. Al estar Elvas enclavada en la entrada más expedita de Portugal, y en la línea directa MadridLisboa, ha tenido que fortalecerse y reforzarse a lo largo de la historia como si fuera un inmenso cangrejo, lleno de defensas y endurecido su caparazón. En la Edad Moderna -pasados los tiempos de avance contra los musulmanes, en línea de confrontación norte-sur-, llegan las hostilidades con “el vecino de al lado”, España, con lo que la amenaza viene del este para el oeste, con centro estratégico en Elvas. Así, aparte de sus triples murallas medievales, sobresale en ella su fortificación abaluartada de mediados del siglo XVII, completada con el Forte de Santa Luzia, como escudo ante Badajoz. Pero ya en la Guerra de Restauração (1640-1668) se vio que hacia el norte, en la elevación de ma- Leyenda sobre la construcción del Forte en su reducto central De ahí que, bajo el reinado de D. José I, su primer ministro -el Marqués de Pombal- decidiera encargar el proyecto de construcción de un fuerte al Conde de Lippe, reorganizador del Ejército portugués. Las obras se iniciaron en julio de 1763, bajo la dirección primero del ingeniero francés Étienne e 18 Garita antes y después de rehabilitarse Covas de lobo antes y después de la rehabilitación inmediatamente después por el coronel Guilherme Luís António de Valleré, estando operativo en 1792, si bien obras adicionales se prolongaron a lo largo de treinta años. Trabajaron allí 6.000 hombres, sirviéndose de 4.000 animales. Resistió los cercos de la Guerra de las Naranjas (1801) y de las Guerras Napoleónicas, en las que destacó el bombardeo sin ocupación de las tropas del general Soult en 1811. Posteriormente sería desactivado como maquinaria defensiva, pasando a ser en el siglo XX, y especialmente durante la dictadura de Salazar, prisión militar. Instaurada la democracia, tras la Revolução dos Cravos, queda sin uso, aunque con vigilancia del Ejército, que en los últimos años, a medida que se desmantelaban los cuarteles de Elvas, se relajó, pasando al abandono. Actualmente, por fortuna, y por una tenaz insistencia de la Cámara Municipal de Elvas, está magníficamente rehabilitado. La Cámara Municipal piensa destinar sus instalaciones para actividades culturales, musealización (Centro Interpretativo del Fuerte y Centro de Arquitectura y Estrategia Militar), así como otras infraestructuras relacionadas con el patrimonio. Así, lo que hoy ya -a pesar de las heridas del tiempo, el abandono y el incivismo y rapiña de algunos- es en sí un monumento portentoso y el más impresionante de los fuertes de la Península ibérica, se convertirá en una joya de primer nivel en todo el mundo por lo que a fuertes abaluartados se refiere. En la Raia/Raya, solamente el de la Concepción -también de mediados del siglo XVIII, aunque comenzado 30 años antes-, de la provincia de Salamanca, se le aproxima en grandiosidad, si bien éste último sufrió irreversibles voladuras en 1810 -ordenadas por el general inglés Crawford, en su retirada ante el avance del general francés Masséna-, que destruyeron en gran parte sus baluartes y revellines. 19 Hornabeque antes y en el proceso de rehabilitación El Forte da Graça -o también llamado “de Lippe”- es de planta cuadrangular, con 150 metros de lado, cuatro baluartes pentagonales muy pronunciados y cuatro revellines protegiendo las respectivas cortinas. Tiene doble puerta monumental y tres poternas, así como amplio y profundo foso, caminos cubiertos espaciosos y pronunciados glacis terraplenados en forma de estrella de ángulos destacadamente elevados. Al medio posee un gran reducto elevado, de planta circular, con cisterna, dependencias de servicios y capilla en sus plantas inferiores y Casa del Gobernador en las dos superiores, más terraza, hasta completar seis plantas. En las esquinas de los baluartes existe un amplio complejo de estanciasviviendas y adosados a las cortinas inmensos pabellones corridos para estancia de la guarnición. Se añade a esta estructura cuadrangular un hornabeque con revellín y poterna hacia el norte, y al igual que todo el conjunto un foso seco extraor- dinariamente profundo; al exterior, varias líneas de “covas de lobo” (pozos de un par de metros de profundidad por otro tanto de diámetro, con estacas puntiagudas en el interior, disimuladas por fuera, tapándose con ramaje), completan la defensa. Caminar desde la base del monte, por el antiguo camino sinuoso aún en uso, deambular por sus paseos de ronda, bajar a los fosos, subir a la terraza de la Casa del Gobernador, acercarse al hornabeque y pasar a las “covas de lobo”, es toda una experiencia inolvidable. Y desde el interior, “encontrar” el pasadizo con pronunciadas escaleras que conduce al exterior del recinto, por donde se accedía a manantiales de agua, resulta siempre tentador. 20 Vista desde el interior del Forte da Graça Vista a Badajoz desde el Forte da Graça 21 6 Acueducto da Amoreira, de Elvas El Acueducto de Elvas, un monumento lleno de sorpresas Durante la Guerra Restauração (16401668) se convirtió en un obstáculo para la construcción de un nuevo conjunto de fortificaciones. Ingenieros militares exponen la posibilidad de derribar el acueducto, respaldados por D. João IV. La ciudad se opuso a esta medida; el Conde de São Lourenço, gobernador de la Plaza de Elvas, gestionó una petición a la corona, que finalmente renunció al derribo. En 1537 Rey D. João III encargó al arquitecto Francisco de Arruda -maestro de las obras del Alentejo y autor del Acueducto da Água da Prata de Évora- el proyecto de un acueducto para Elvas, ante la insuficiencia de las fuentes propias, dado el crecimiento de la población. El trabajo se ejecutó a cargo de los impuestos cobrados a los pobladores, pero en 1547 las obras se suspendieron debido a la falta de fondos. Hasta 1571 no consiguen reanudarse. Esta segunda campaña de trabajos -dirigida por el ingeniero Afonso Álvares- continuó hasta 1580: la subida al trono de Felipe I (Felipe II de España) originó un nuevo parón. Las obras fueron retomadas en el siglo XVII. En el año 1622 se completó el conjunto, con un recorrido de 12.380 metros, varias galerías que en la primera zona son subterráneas, captando el agua de 11 fuentes diferentes y construyéndose 843 arcos en su recorrido, así como diversos aljibes públicos y privados en el Casco Intramuros. Cisterna del Acueducto da Amoreira en el Casco Histórico de Elvas Para sortear las dificultades de abastecimiento de la ciudad durante la guerra proyectó una enorme cisterna, el ingeniero Nicolás de Langres, construyéndose a mediados del siglo XVII. Era un 22 Enlace del Acueducto con la fortificación de la Plaza de Elvas modelo “abovedado y a prueba de bombas”, conectado con el acueducto a través de una tubería subterránea, la cisterna -que aún sigue dando servicio en épocas de sequía- tiene 56 m. de largo, 5 metros de ancho y 8 m. de altura. Se accede a ella desde la calle por 25 escalones y tiene 1.636 metros cúbicos de capacidad (según cubicación del teniente coronel José Galheta Ribeiro). En el Valle de San Francisco -en la entrada oeste de la ciudad, desde donde viene la canalización- el acueducto se eleva majestuosamente a lo largo de 1.113 metros, con cuatro arcos superpuestos, apoyados en pilares cuadrangulares, reforzados por contrafuertes semicirculares, alcanzando treinta y un metros de altura. Es la zona más espectacular del Acueducto, auténtico ex-libris de la ciudad, que desde sus dos fuertes, desde el castillo medieval y desde el aire ofrece un espectáculo lleno de belleza, armonía y grandiosidad. Integrado en la Guarnición fronteriza y fortificaciones de la ciudad de Elvas -clasificadas en 2012 como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO-, es pieza estratégica esencial del conjunto defensivo. Por ello, su monumentalidad y estado de conservación, constituye uno de los ejemplares histórica, técnica y artísticamente más admirables del mundo. Detalle monumental del Acueducto de Elvas Desde la enorme explanada de aparcamientos que hay en su base (lugar privilegiado para observarlo) podemos seguir su traza hasta cerca de la pequeña población de Calçadinha -siempre al borde o próximo a la carretera-, lo que constituye un paseo a pie, entre olivos y tierras de labor, de 2’5 kilómetros, sin dificultades, apto para todas las edades y capacidades, aparte de fantástico para los amantes de la naturaleza, el patrimonio artístico y la fotografía. 23 7 Alcazaba. Paseo de ronda. Torre de Espantaperros. Facultad Biblioteconomía Redescubrir Badajoz Inmediatamente al sur, la Plaza Alta -con sabor renacentista, corredores porticados y bóvedas de aristas, su prolongado rectángulo que comunica a través del Arco del Peso con la Plaza de San José y sus casas mudéjares-, nos lleva a una trama urbana llena de rincones, plazoletas, callejuelas en cuesta, que siguen conservando una herencia medieval lleno de vitalismo. Más abajo, y antes de llegar al cinturón de amurallamiento abaluartado del s. XVII (uno de los mejores de Europa, a pesar de pasados destrozos para facilitar la expansión urbana, y que hasta bien entrado el s. XX fue el límite del poblamiento), abundantes casonas, iglesias, conventos, antiguos cuarteles, nos hablaban del largo pasado señorial, religioso y militar de la villa: siempre en lucha con Portugal, reforzándose ante las continuas hostilidades, elevando testimonios de piedra, parapeto y arte ante el antiguo enemigo. ¡Lástima que gran parte de ese patrimonio lo haya devorado la explosión desarrollista! En medio, la Catedral, como una fortaleza, faro y protección, recia por fuera, pequeña, hermosa y bien tratada en su interior tardogótico, renacentista y barroco: su altar mayor es un gigantesco tabernáculo del siglo XVIII; su coro atesora una magnífica sillería plateresca; en- Cuando exhibimos valores patrimoniales, turísticos, etc. de Extremadura, queda relegada Badajoz. Se justifica el atractivo por su gran oferta comercial, sus importantes servicios sanitarios y su Universidad. Sin embargo, esta ciudad al borde de la Raya, que casi se precipita al otro lado de la frontera en su imparable expansión, guarda tesoros que la hacen especial no sólo en nuestro entorno, sino en toda la Península. Badajoz tiene una extraordinaria Alcazaba (con un interesante Museo Arqueológico en el restaurado palacio de los Duques de La Roca, del s. XVI), vistosa, aceptablemente completa en sus elementos esenciales, recién rehabilitada, a orillas del Guadiana, que es un legado fundamentalmente almohade, de 80.000 metros cuadrados, incomparable. Sus puertas en recodo, especialmente la del Capitel, y sus torres albarranas -destacando la de La Atalaya, octogonal, coronada por templete con añadidos mudéjares-, no tienen rival en el arte militar islámico, por su monumentalidad y perfección. 24 Fuerte de San Cristóbal, baluartee, revelín y fosos 25 la modernidad de nuevos barrios en continua expansión, así como parques y jardines que fueron siempre orgullo de toda la ciudad: Castelar, Infantiles, San Roque (necesitado, éste sí, de recuperar la antigua magia “japonesa” que supo darle el artista local Antonio Juez). Luego, hemos de adentrarnos en ese santuario que es el Museo Extremeño e Iberoamericano de Arte Contemporáneo (MEIAC), levantado sobre el antiguo Fuerte de Pardaleras, después Prisión Provincial, hoy receptor de obras de los mejores artistas de España, Portugal e Iberoamérica. Museo rodeado de excelentes jardines con buen número de palmeras, que tanto abunda por toda la ciudad. Y, coronando este conjunto, el río Guadiana, que está siendo recuperado. Buen espacio para deportes náuticos, paseos, cita en las orillas, entre suscuatro puentes. Y desde él se nos ofrece la Puerta de Palmas, almenada; los dos cerros de vigía (el de La Muela -con la Alcazaba- y el de San Cristóbal, con el impresionante Fuerte del siglo XVII, la primera fortificación abaluartada de la ciudad). Hay que ir, venir, descubrir esta ciudad-tesoro, firmemente rayana y tantas veces “cenicienta”, abierta como dos alas de mariposa desde el eje que forma el río Guadiana, con sus antenas orientadas (Ifeba, Lusiberia, multicentros comerciales…) hacia Portugal. Rejería de la catedral de Badajoz tre ambos, espléndidas rejerías barrocas. El claustro presenta paredes de azulejería policromada, de arabescos, y bóvedas marcadamente portuguesas en la ornamentación. Hay que pararse en el Museo Catedralicio, con sus tablas de Luis de Morales, las piezas de alabastro, marfiles, orfebrería de los s. XVI al XIX. Y de allí al Provincial de Bellas Artes, uno de los mejores en su categoría del país. Entre uno y otro, callejeando por la estrechez del Casco Antiguo, tascas y bares presentan una oferta interminable: ¿encontró alguien más deliciosos churros, migas o cachuelas; tapas de jamón, prueba de cerdo o cochinillo frito; mejor cocido extremeño, cochifrito o caldereta? Badajoz exige una larga parada y fonda para descubrir su atractivo de siglos. Y para recorrer 26 Fuerte de Pardaleras-Prisión Provincial-MEIAC 27 8 Baluarte, fosos y revellín del Fuerte de San Cristóbal de Badajoz Cara y cruz en el Fuerte de San Cristóbal de Badajoz más expuesta al enemigo: la que mira a los cerros de Orinaza, al norte. Con dos baluartes al oeste y dos semibaluartes al este, su forma rectangular irregular, de puerta de entrada al sur, tiene en su interior las huellas de toda la historia desde mediados del siglo XVII a mediados del siglo XX, pudiéndose “leer” en sus muros y construcciones nada menos que 300 años de acontecimientos político-militares. Hasta la reciente intervención arquitectónica que ha padecido, conservó en buen estado de recuperación la Casa del Gobernador, esencial y señera en todos los fuertes (magníficas son las cercanas elvenses de Santa Lucía y da Graça, o el de Juromenha). Igualmente, las dependencias para la guarnición de servicio, que sufriría diversas transformaciones con el tiempo, desembocando en los años treinta del siglo XX -cuando se ceden a la ciudad las murallas, por parte del Gobierno Central- en presidio militar, motivo por El Fuerte de San Cristóbal -uno de los más importantes fuertes de la Raya/Raia- es el elemento más antiguo de toda la fortificación abaluartada de Badajoz. Construido entre 1641 y 1668, a lo largo de toda la Guerra de Restauração de Portugal significó la barrera defensiva más eficaz para la ciudad. En lo sucesivo la protegerá en todo intento de invasión por la orilla derecha del Guadiana (el camino natural desde Portugal), junto al hornabeque de la cabeza del Puente Viejo, con el que se unía mediante un camino cubierto ya desaparecido. Jamás, en todos los asedios a que fue sometido, sería conquistado al asalto. Su extraordinaria ubicación y construcción cumplen con las normas más exigentes de la ingeniería abaluartada. Situado en lo alto del cerro de su nombre, no es visible desde el exterior, sino que se “esconde” tras los glacis que lo rodean, contando con una recia contraescarpa, camino cubierto, profundo foso y voluminoso revellín en la zona 28 Recreación de artilleros el que siguió bajo competencia del Ministerio de la Guerra. Al cesar este cometido, pasó definitivamente el Fuerte a la ciudad, perdiendo sus funciones y pasando al abandono, a pesar de distintos proyectos de rehabilitación y uso que nunca fraguaron. El Fuerte cumplía con los dos requisitos básicos para entrar en las exigencias de la UNESCO para ser declarado Patrimonio de la Humanidad: autenticidad (no adulterando su construcción y transcurso histórico de uso), integridad (no destruyendo sus componentes en ningún momento, presentando solamente deterioros secundarios propios del transcurso del tiempo). A ello se une el entorno cualificado: sus alrededores no han sido ocupados con construcciones de ningún tipo, conservándose inalterado sus glacis. Además de esto, presenta la condición más contundente de las que la UNESCO valora en su decisión: es un elemento monumental altamente representativo de toda una etapa histórica (las luchas en toda la Edad Moderna e inicio de la Contemporánea entre España, Portugal y sus respectivos aliados). Ahora, con dotación económica, surgió el problema actuando en el interior… para darle fundamentalmente uso hotelero. Uso hotelero ocupán- dose hasta la colmatación con edificaciones de nuevo cuño y plataforma superior inventada como si fuera una gran terraza, introduciendo materiales extraños como el hormigón, el acero, abundantes cristalerías y jardinería cenital Es decir, estamos ante una actuación que respeta la “cáscara” del monumento del siglo XVII pero ignora su significación en todo el resto de las edades Moderna y Contemporánea hasta mediados del siglo XX, en que pasa a la consideración de Monumento Nacional (en 1931) y Bien de Interés Cultural (en 1985): las máximas calificaciones de protección que se dan en España. 29 Interior del Fuerte con panel de sus construcciones originales Casa del Gobernador del Fuerte de San antes y después de la reciente rehabilitación. 30 Alerta desde el interior del Fuerte Interior del Fuerte desaparecido Terrazas inapropiadas en el Fuerte 31 9 Castillo y fortificación abaluartada de Campo Maior Descubrir Campo Maior Como hay que dar un amplio rodeo hasta entroncar con la carretera que viene de Elvas, durante todo el trayecto -a mano derecha- nos irá acompañando esta vista de la ciudad dominada por ambos monumentos a cuyos pies se extiende un caserío de tejados rojos y blancas fachadas que emparientan el urbanismo rural alentejano con el extremeño. Delimitando este espacio, tenemos amplios lienzos de muralla abaluartada de los siglos XVII y XVIII; no olvidemos que estamos ante una ciudad fuertemente fortificada, fronteriza, enfrentada tantas veces con España, de la que a principios del siglo XIII (1219) dependió, al ser conquistada a los musulmanes, hasta que en 1297 pasó a formar parte de Portugal, por el Tratado de Alcañices. A estas alturas quizás sea una exageración hablar de descubrir Campo Maior, cuando tantos rayanos hemos disfrutado de sus calles engalanadas con flores de papel en las fiestas que -sin una periodicidad exacta- celebran en septiembre. Otros muchos van al cercano Barragem do Caia, amplio y pintoresco embalse, para pescar, bañarse, practicar el campismo, coger espárragos, etc. También algunos disfrutan de sus cada vez mejor acondicionados restaurantes, que hacen la competencia a los de Elvas, sobre todo en la preparación del bacalao, el ensopado de borrego, los asados y los dulces caseros. Sin embargo, Campo Maior es mucho más. Ya cuando vamos por la carretera que nos lleva desde Badajoz (no el “atajo” que, llegando, se indica a la derecha, sino de frente) tenemos una vista impresionante de su castillo medieval -mandado edificar por el rey D. Dinis en 1310- y de la Iglesia mayor (Igreja Matriz), precioso templo de los siglos XVI-XVII, de altísima fachada flanqueada por dos torres gemelas. Vista panorámica de Campo Maior 32 Praça da Câmara Municipal Callejear por su zona antigua es una delicia. El entramado medieval de la misma, lleno de rincones, calles que se estrechan o ensanchan, que se ondulan, que suben la cuesta hasta el castillo (visitable, de hermosas vistas al territorio circundante y caserío en anillo, de amplias chimeneas) nos trasporta en el tiempo y nos envuelve con su serenidad, su remanso de paz. Son de garantía sus pequeños restaurantes, en muchos de los cuales han recuperado la artística bóveda extremeño-alentejana, y sus pastelerías, con buenos -y muy azucarados- dulces y café. De garantía son también, en el Jardim -la plaza principal-, sus terrazas, donde podemos comer unos deliciosos caracoles a precio más que asequible, y deambular entre la densidad de su arbolado, arbustos y parterres. Entre este Jardim y la Iglesia principal está la Plaza del Ayuntamiento (Câmara Municipal), que al medio tiene uno de los Pelourinhos (Picota o Royo, en español) más hermosos de la Península. Y al lado de esta Iglesia –de magníficos altares de mármol-, una capilla (Capela dos Ossos) forrada de huesos humanos de la que sólo existe otro modelo en todo Portugal, en Évora; recordatorio tétrico y pintoresco de que “todos tenemos que morir” y de que “los huesos que aquí estamos, por los vuestros esperamos”. En fin, siempre es un alivio poder seguirlo viendo… Diversos museos completan el aliciente de la visita, como el del Lagar, el de Arte Sacra, el Museu Aberto do Quartel do Assento o el del Café. A siete kilómetros en dirección noreste se encuentra una pequeña aldea que recomiendo conocer: Ouguela, con 140 habitantes, castillo de la misma época que el anterior. La misma está reforzada por asombrosa fortificación de la Edad Moderna, que una vez más nos hablan de la importancia estratégica de la zona en las guerras con España. Una amplísima vista de la campiña hasta Alburquerque hace las delicias de cualquiera. Incluso desde ahí se puede ir, por buena carretera, a esta ciudad española, con la que tantas relaciones siempre tuvo, a pesar de los polvorientos caminos en las épocas del contrabando con que tanta gente humilde se ganaba la vida. Entrada a la fortificación de Ouguela 33 10 Ouguela en su promontorio Ouguela: pequeño-gran tesoro vigilando La Raya administrativa de 1836, en que pasa a depender del concelho de Campo Maior. Desde uno a otro de estos dos reinados, se configurará definitivamente el castillo, pasando a ser una de las plazas fuertes más importantes del Alto Alentejo, defensora de la frontera frente al poderoso señorío castellano de Alburquerque. Esta función de control fronterizo y defensivo volverá a desempeñarla activa y reiteradamente a lo largo de la Edad Moderna, especialmente durante la Guerra de Restauração o independencia de Portugal (1640-1668), en que fue tomada por los ejércitos españoles durante veinte años (16421662). Después, durante la Guerra de Sucesión de la Corona española (1701-1714), especialmente en la ofensiva de 1709. Sufre nueva invasión en 1762, y otra más en la llamada Guerra de las Naranjas (1801), en que volvió a ser ocupada. Por todo ello, su amurallamiento medieval sería complementado con refuerzos abaluartados desde un primer momento de estos conflictos modernos, bajo proyecto de uno de los ingenieros más importantes del siglo XVII, que trabajó intensamente en la frontera alentejana: el francés Nicolau de Langres. Subiendo de Campo Maior hacia el norte -camino de la Raya/Raia, para ir hasta Alburquerque-, nos encontramos a 10 kilómetros de la primera, casi pegando a la frontera, esta pequeña población de poco más de cincuenta habitantes. Su lugar privilegiado, en un pronunciado cerro cercano al río Gévora, rodeado de tierras feraces y de manantiales, le han hecho centro de ocupación poblacional desde época prerromana hasta la actualidad, en que ha quedado tan mermado de ocupantes. Celtas, romanos, visigodos, musulmanes… han ido pasando por este promontorio, fortificándolo estos últimos, antes de que la ocupación cristiana le diera su conformación definitiva. Será el rey D. Dinis el que le otorgue fuero propio en 1298, que D. Manuel renueva en 1512. Conservará estatuto de villa hasta la reforma 34 Alburquerque y su castillo al fondo visto desde Ouguela Castelo de Ouguela 35 Entrada a la fortaleza e iglesia parroquial adosada Sin embargo, las actuaciones más importantes tendrán lugar a mediados del siglo XVIII, en que se le dota a la fortaleza de un baluarte, un medio baluarte y revellín. A resultas de ello, nos ha quedado un hermoso patrimonio, consecuencia de estos conflictos medievales y de la Edad Moderna. Así, tenemos en la actualidad un espacioso patio de armas aún habitado, con amplísima cisterna al medio (pudiéndose contemplar en un hueco central las escaleras de bajada y en otro la cavidad de la misma), horno comunal y huertas entre el caserío, además de monumental Casa del Gobernador, recientemente rehabilitada. Protegiéndolo todo, conserva una hermosa muralla medieval, con extraordinarios torreones, que puede ser recorrida por su paseo de ronda, contemplándose a esta altura de más de 260 metros sobre el nivel del mar el extraordinario valle transfronterizo. Ello nos permite disfrutar al norte de la Serra de São Mamede y la Sierra de San Pedro (contemplándose claramente la silueta del castillo de Alburquerque), al oeste la inmensa planicie alentejana hasta más allá de Arronches y del barragem (pantano) do Caia, al este la vega pizarrosa de Villar del Rey, y al sur Campo Maior. La puerta de entrada de la fortificación medieval -posteriormente remodelada- fue protegida en el siglo XVII por un semibaluarte, perfectamente conservado, como también lo están otras construcciones “a la moderna”: hornabeque al este, la zona más expuesta a la ofensiva; profundo foso perimetral, contraescarpa, camino cubierto, parapetos y plazas de armas. La visita a este patrimonio monumental resulta siempre grata. El paseo por sus ronda elevadas, un goce para todos los sentidos: inmensas vistas circulares a valles y planicies; avistamiento de aves que sobrevuelan el castillo y los alrededores; el olor de la naturaleza cambiante de una densa vegetación contrastada de riveras y montes; el sonido relajado de algún rebaño de ovejas… y ese aroma de la cocina casera alentejana, que nos viene de las casitas de este interior fortificado, o de las otras viviendas que ascienden desde sus calles empinadas hasta la fortaleza. Goce general para experimentar y que a partir de ahí siempre nos gustará de repetir. 36 Acceso a la fortificación Panel informativo 37 11 Claustro gótico en Portalegre EL mirador de Portalegre Cuando desde Campo Maior partimos hacia Portalegre, hemos de pasar -en ese recorrido de 47 kms.- por tres poblaciones que hacen más corto y grato el camino: Degolados, Arronches y San Tiago. La primera es un núcleo pequeño, de casas bajas muy blancas y chimeneas alentejanas de buen porte. La segunda es una villa similar a Campo Maior en tamaño, con una iglesia de torres muy airosas y un caserío irregular, compacto y llamativo, pero al que apenas rozaremos, pues la carretera lo va dejando a nuestra izquierda. A esa altura, vamos a contemplar al este la Sierra de San Mamede, amplia y espesa. Al llegar a la aldea de San Tiago, ya el Parque Natural de esta sierra, nos invita decididamente a adentrarnos en él. Estamos enseguida en Portalegre. Ciudad construida en lo alto de un montículo y rodeada de otros, a cual más esbelto. Podemos elegir: campo o ciudad. Nos internamos en el espeso bosque, que asciende por encima del caserío, oteando el horizonte desde altitudes de 1.000 metros, en medio de una fabulosa vegetación mediterránea, o nos adentramos en una ciudad donde entre sus casas blancas, de calles empinadas, admiraremos importantes vestigios de las Edades Media y Moderna. El Parque Natural de la Sierra de San Mamede ocupa casi 32.000 hectáreas y allí se encuentra el pico más alto de Alentejo: de São Mamede, de 1.025 m., desde el cual una gran extensión de Alentejo y Extremadura nos queda a la vista. Una red de caminos medievales conecta distintos puntos del Parque, que nos llevan al norte hasta Castelo de Vide y al sur hasta Esperança, donde existe un núcleo arqueológico con pinturas rupestres. Encinas, alcornoques, robles; jaras, madroños, romero, brezo... copan el terreno que pisamos. La ciudad de Portalegre, importante núcleo desde el Medievo, por su producción de tejido de lana, posee un castillo de finales del siglo XIII, ordenado construir por el rey Don Dinís. Se conservan aún tres de las diez torres originales de la muralla y otras tres puertas de las ocho que se abrieron en ella; lo podemos ver en nuestro paseo por sus calles laberínticas. 38 Sé (catedral) de Portalegre Cementerio de Portalegre La Sé (catedral), construida entre los siglos XVI y XVIII, sobresale -como el castillo- del caserío, con sus dos torres rematadas en punta, destacando en el interior sus cinco capillas. Al lado está el Museo Municipal, instalado en una casona del siglo XVI, con importantes piezas de arte sacro, mobiliario y cerámica, así como una destacada colección iconográfica de San Antonio. Otro museo esencial, subiendo a la Sierra, es la Casa de José Regio, instalado en el que fue hogar de este gran poeta (1901-1969), de valiosa colección artesana reunida por él. Muy cerca, para el que guste del arte funerario, el magnífico cementerio, con valiosas tumbas y panteones neogóticos, neoclásicos, de arte moderno, etc.; pocos le ganan en originalidad. Ciudad de conventos y palacios, sin igual en patrimonio del siglo XVIII, es digna de callejear reposadamente, descubriendo en sus pequeños restaurantes las habas guisadas con chorizo y tocino, sopa de bacalao, cabrito asado, conejo empanado, su delicioso pan con pasas y, de postre, tocinillo de cielo y bolo real. ¡Más que suficientes calorías para seguir subiendo hasta el picacho de Marvão! Ventana manuelina en Portalegre 39 12 Castillo y fortificación de Marvão Marvão y Castelo de Vide: el encanto de los “nidos de águila” alrededores, la vegetación es densa, de grandes árboles y frondoso sotobosque. Tras atravesar los grandes lienzos de muralla del siglo XVII, entramos en una red de callejuelas en cuesta, de casas blancas, balcones floridos, rejas forjadas, puertas góticas y ventanas manuelinas, sin que falten capillas mínimas y plazoletas de árboles centenarios, desde donde se abarca una hermosa panorámica de los alrededores transfronterizos. Más arriba está el amurallamiento medieval, con su castillo levantado a finales del siglo XIII, coronando el picacho como nido de águila. Subiendo a la torre del homenaje, descubriremos una de las vistas más impresionantes de todo Portugal, y veremos la cercana Castelo de Vide, villa no suficientemente valorada a pesar de su belleza, compleja y concentrada en una red urbana relativamente pequeña. Antes de llegar a este alzamiento cuarcítico, viniendo de Portalegre, podemos visitar la magnífi- Marvão y Castelo de Vide están en el mismo paralelo que Valencia de Alcántara. Y casi equidistantes de la raya fronteriza: a un tiro de piedra, unos ocho kilómetros de gran belleza, a través de la Serra de Marvão, de grandes picachos cortados en vertical y con frondosa vegetación de auténtico, bien preservado bosque mediterráneo. ¡Qué preciosos lugares para recorrer sin prisa, andando, como lo harían en el Neolítico nuestros antecesores, que tantos restos megalíticos -especialmente dólmeneshan dejado en la zona! Es Marvão una freguesía que no llega a 500 habitantes, totalmente fortificado, con doble amurallamiento: medieval y abaluartado moderno. Situado en lo alto de una cima de 865 m., se accede a él por una carretera serpenteante que nos va descubriendo desde lo alto un magnífico panorama: la región plana de Castelo Branco al norte, vislumbrándose más allá la Serra da Estrela, y la Serra de São Mamede al sur y sureste. En los 40 Ciudad romana de Ammaia ca Cidade romana de Ammaia, del siglo I, en la freguesía de São Salvador de Aramenha. Las excavaciones arqueológica están dejando a la vista un yacimiento de enorme importancia estratégica, económica, social… y singular belleza. Castelo de Vide también presenta doble fortificación: la medieval, con un amplio castillo del siglo XII -que encierra varias callejuelas empedradas, de fachadas blancas, tejados rojos y numerosos tiestos con flores- y la abaluartada -casi completa en su original traza, con sólido fuerte en extremo contrario al castillo-, reforzando externamente la anterior. A los pies del cerro donde se alzan estas fortificaciones está el barrio judío. Pintoresco barrio de casas muy blancas y portadas góticas, en el que se encuentra una Sinagoga y la fonte da Vila, amplia fuente renacentista de granito, con agua fresquísima. Un poco más abajo, la Praça de Dom Pedro IV, muy espaciosa y rodeada de monumentales construcciones de los siglos XVII y XVIII; los restaurantes que hay en este lugar son estupendos, tanto para comer açordas, ensopados, cocido alentejano o asado de cabrito y borrego, como para recrearse con su repostería, sin olvidar los vinos densos de este Alto Alentejo. Entrada a Castelo de Vide No debemos marcharnos sin visitar su cementerio, en la ladera, con vistas muy reconfortantes a un valle verde y exuberante. Allí está enterrado uno de los grandes héroes de la Revolução dos Cravos de 1974: el capitão Salguero Maia. Su tumba, muy visitada, es un ejemplo de austeridad, romanticismo y amor del pueblo sencillo hacia sus grandes hombres, llenos de entrega y dignidad. 41 42 Castelo de Vide desde Marvão 43 13 Castillo de Alter do Chão De Nisa a Sousel: La tentación del buen comer Bajando en línea recta al sur, en un recorrido de unos 70 kms., vamos a encontrar puntos tan interesantes como Alpalhão, Crato, Alter do Chão, Fronteira y Sousel, donde conviene hacer las correspondientes paradas. En Alpalhão, a 18 kms. de Nisa, para comer, a pie mismo de carretera, un cocido alentejano que levanta al más vencido, y pasear por este cruce de caminos que alguna vez nos llevará al oeste, hasta la hermosa tierra de Alcobaça y Batalha. En Crato, porque en esta villa, que fue sede de la Orden Militar de los Hospitalarios y después de Malta, tenemos un apreciable conjunto de casas de piedra labrada, con arcos ojivales, y un buen patrimonio religioso y palaciego barroco, sin olvidar su recia fortificación abaluartada, curiosamente encalada sobre la misma piedra. Tras haber subido -pegados a la Raya- desde Elvas a Campo Maior, Portalegre, Marvão y Castelo de Vide, ahora, ya coronando el norte de Alentejo, llegamos hasta Nisa. Ciudad con preciosa alfarería, de barro rojo con incrustaciones de piedrecitas blancas, formando motivos florales,parecida a la cacereña de Ceclavín, y uno de los quesos de oveja mejores que podemos degustar. El cuidado urbanístico de la ciudad es memorable y, por ello, la armonía del conjunto arquitectónico es digna de ver y de imitar, conservándose el sabor tradicional de las amplias fachadas blanqueadas, dinteles de granito, puertas de madera recia y grandes chimeneas. Los restos monumentales del medievo están igualmente muy cuidados e integrados en el conjunto urbano, donde el paseo reposado es sumamente agradable, y la compra de bordados y alfarería altamente recomendable. Apurando la comida alentejana 44 Casa de campo acastillada en la ruta no lo son menos, en especial Cabeço de Vide, villa termal utilizada desde tiempos de la dominación romana, sobre todo para problemas de reumatismo y afecciones respiratorias: sólo por saborear su serenidad merecería la visita. Ya en Sousel, con grandes muestras de azulejería setecentista en su Igreja da Misericordia, estaremos entrando en la terra dos mármores y en un paraíso para los cazadores así como para los amantes de la caza… en el plato. Es, en resumen, un paseo ligero, que conviene repasar y saborear detenidamente. Restos neolíticos, romanos, medievales; aguas termales; extraordinaria artesanía, y sabia y antigua gastronomía, contribuirán a atraernos sin remedio. Un kilómetro antes, veremos el monasterio fortificado Flor da Rosa, del siglo XIV, donde lo religioso y militar de las órdenes de caballería queda de manifiesto de la forma más clara y bella, dada su robustez, potencia de los arcos y magnificencia del conjunto; su restaurante ofrece deliciosos platos regionales, como sopa alentejana o ensopado de borrego, y un buen menú-degustación. Más adelante -siempre hablando de entre 10 y 20 kms.- tenemos Alter do Chão. ¡Qué magia la de sus calles antiguas empedradas y las fachadas blancas, con esa especie de brazos levantados que son las chimeneas! Ciudad de creación romana, fue reconstruida en el siglo XIII y mantiene en su centro un castillo del siglo siguiente, donde se alternan las torres rectangulares con las cilíndricas, de cobertura cónica: ¡inexcusable la visita! Es muy elegante su Fonte da Vila, renacentista, en mármol, muy ornamentada. Si tiene hambre, pida arroz amarelo, ensopado de borrego o bacalhau com laranja en sus diversos restaurante, y luego compre sus múltiples objetos trabajados a navaja sobre corcho, hueso o madera. De allí pasaremos a Fronteira, fundada en el siglo XIII por la Orden de Avis: estamos en zona de señorío religioso, con grandes dominios territoriales de dehesas. Si el pueblo es bonito, los que le rodean Baluarte de la fortificación de Crato 45 14 Puente romano y presa de Alcántara Alcántara, una ciudad monumental de frontera Y de este modo, entre un siglo y otro, del II al XIX, la ciudad extiende al visitante sus tesoros, que nos obligan a una placentera visita reposada. Romanos, árabes, caballeros de la Orden Militar de San Julián del Pereiro (cambiando al nombre “de Alcántara”, al instalarse aquí en 1218), así como religiosos y militares de la Edad Moderna, nos han proporcionado un legado singular. De los primeros, el magnífico puente y su templete. De los segundos, la traza urbana, el típico encalado de fachadas, las cilíndricas chimeneas cupuladas. De los terceros, señoriales palacetes, iglesias tardorrománicas y góticas, ermitas y especialmente el Conventual de San Benito, levantado por la Orden de Alcántara. Al igual que Valencia, la ciudad de Alcántara está a un paso de Portugal, a donde nos invita a penetrar a través del puente romano más bello y monumental que existe, escasos metros más abajo de la espectacular presa, en la confluencia de los ríos Tajo y Alagón. De 194 metros de longitud, 8 de anchura y 61 de altura, se sustenta sobre seis extraordinarios arcos de medio punto, de sillares graníticos perfectos. En el centro, sobre pretiles, se eleva el arco de triunfo, con inscripciones referidas a Trajano y los 11 pueblos indígenas que sufragaron su construcción, y con lápidas conmemorativas de Isabel I y Carlos V, en cuya época se le añadieron las almenas. Al tomarlo, para encaminarnos al país vecino, dejamos atrás un templete en honor al emperador Trajano -de cuya época es el monumento- y los dioses Romúleos; en el otro extremo, se levanta la torre defensiva de la fortificación, del siglo XVIII. Estatua de San Pedro de Alcántara 46 Conventual de San Benito El Conventual, Casa prioral de la Orden –convento, hospedería e iglesia- se construyó en el siglo XVI, siendo en su exterior de estilo renacentista, con atractivo claustro gótico interior y templo de tres naves, de ornamentación plateresca. Allí, tras su acertada restauración, se celebran frecuentes actividades culturales, sobresaliendo el Festival de Teatro Clásico, de periodicidad anual, lo que hace de Alcántara una ciudad imprescindible en la ruta de los espectáculos culturales del oeste de la Península. Ya en la plena Edad Moderna, además de culminarse el Conventual, destacan los palacios de los Topete Escobar, de los Barcos y de Torreorgaz, así como la ermita de los Remedios y la iglesia de San Pedro de Alcántara, en cuya entrada -en la plazaencontramos una magnífica escultura del santo natural de la villa. De esta época son los importantes restos de muralla abaluartada que reforzaron la medieval y defendieron la ciudad en las continuadas guerras con los vecinos portugueses. A causa de ello, la ciudad fue fortificada “a la moderna”, con un recinto abaluartado, del que se conserva buena parte de su lienzos de murallas y baluartes, que necesitan de una actuación restauradora para ponerlo en valor, pues es un patrimonio monumental e imprescindible para conocer la historia de nuestra Raya. Pero con ser toda la ciudad un puro monumento, no lo es menos el arte de su cocina, expoliando las propias tropas napoleónicas el recetario de los frailes del convento de San Benito, con lo que después se alzaría en buena parte la refinada y famosa “cocina francesa”. Todos aquellos platos que hablen “de Alcántara” -si no hay fraude- han de ser de garantía. ¡Qué bacalao… a la moda de Alcántara, frito con aceite de oliva, patatas, espinacas y ajo! ¡Qué perdiz… a la moda de Alcántara, con su brandy, vino de Oporto, mantequilla, almendras, pimienta negra y sal! ¡Qué delicia de faisán! Para postre, mormenteras -¡también!- de Alcántara, extraordinario dulce de origen árabe. Todo ello en sus múltiples y asequibles restaurantes, que alegrarán el camino de todo visitante. Fortaleza y presa de Alcántara 47 15 Una entrada al barrio gótico de Valencia de Alcántara Valencia de Alcántara, pura Raya cos de medio punto peraltado y columnas de fuste cilíndrico muy similar a la portuguesa de Tomar, y todo ello de traza y ambiente parecido a la judería de Castelo de Vide. Al este se encuentra la iglesia parroquial de Nuestra Señora de Rocamador, de los siglos XV y XVI, declarada de interés histórico-artístico, en cuyo interior se guarda una hermosa tabla de Luis de Morales y una talla de Cristo crucificado atribuida a Berruguete, sobrecogedora en su retorcimiento expresionista. Al lado mismo está el castillo, de enorme torre de homenaje, que data del siglo XIII y se encuentra reforzado por un recinto abaluartado de los siglos XVII y XVIII, con recios paredones, bien restaurado, aunque las casas adosadas en buena parte del conjunto le resta prestancia exterior. Lamentablemente, de la fortificación abaluartada que rodeaba toda la ciudad a comienzos del siglo XIX, apenas queda una puerta, un baluarte y restos de otro y de una cortina de murallas, pues arrasó con ellos la expansión urbana. De allí hemos de volver al centro de la población, llegando ahora a la Plaza Mayor, pavimentada en 1873 con piedras calcáreas traídas de Portugal, remodelada posteriormente, pero conservando el antiguo trazado en ondas a dos colores. El nombre de Valencia de Alcántara va especialmente unido a su fabuloso patrimonio de dólmenes neolíticos y al bellísimo barrio judío de portadas graníticas ojivales. Arropada por la Sierra de San Pedro al norte y al este, la Sierra de Alburquerque al sur y la Serra de Marvão al oeste, la población se eleva sobre una fabulosa masa granítica de la que han ido saliendo los sillares de sus construcciones. Valencia es sin duda una ciudad y un espacio geográfico hechos para el paseo. Paseo por las calles, callejuelas, plazas y plazoletas de su casco antiguo, de su barrio medieval; paseo por los cerros y sierras de los alrededores, con sus enormes encinas y alcornoques, sus castaños, robles y nogales, sus bolos graníticos, dorsos pétreos de ballena, gigantescos pedruscos de todas las formas y disposiciones. La visita urbana debe comenzarse por el citado barrio gótico-judío, derramado por diecinueve calles en las que se atesoran más de 200 portadas en las que reina el granito y los arcos ojivales, conservándose una sinagoga de ar- 48 Fortificación abaluartada, castillo medieval e Iglesia de Rocamador Dolmen de Valencia de Alcántara 49 además de varios castros y construcciones de falsa cúpula de la Edad del Bronce. La excursión para verlos siempre es una delicia, subiendo entre rocas y espesa vegetación, por veredas y caminos bien asentados, serpenteantes. Hay señalizadas y bien atendidas varias rutas, cada una de las cuales lleva a unos cuatro o seis dólmenes, donde lo impactante de los monumentos funerarios se une a la rica vegetación y la amplitud de vistas paisajísticas. Un regreso a la población, tras las excursiones, nos lleva al primor de su gastronomía, tras perdernos por su extraordinario barrio gótico. No debemos marcharnos sin probar el buche de cerdo (sólo en primavera), las cachuelas, el frite de cordero, la chanfaina, el gazpacho (de verano) y las migas, sin olvidar los platos a base de caza mayor y menor, así como la variadísima repostería, de la que los fritos borrachos, las roscas, tortas de chicharrones y bollos de Pascua son “bocati di cardinali”. Indicador del barrio gótico y monumentos de Valencia de Alcántara Ahí se encuentra el Ayuntamiento, de amplio atrio con arcos de medio punto y columnas cilíndricas; el Mercado de Abastos; la iglesia gótico-renacentista de la Encarnación; el Palacio del Gobernador de la villa, y la antigua Prisión, que forman un conjunto de gran belleza y armonía. Con todo lo esbozado y ser de suma importancia además su acueducto de origen romano, los conventos de Santa Clara y San Francisco, sus paseos ajardinados de las expansiones del sur y los múltiples caseríos y pedanías de los alrededores, hemos de destacar especialmente el patrimonio megalítico, del que se conservan en el término municipal 33 dólmenes graníticos y 8 de pizarra, 50 Crucificado atribuido a Berruguete Tabla de Luis de Morales 51 16 Panorámica del Castillo de Alburquerque La magia de Alburquerque flictos con Portugal. Pero, sobre todo, hemos de añadir su delicioso barrio medieval de puertas y ventanas ojivales y adinteladas en recia piedra de granito: afortunadamente se encuentra en continuo proceso de restauración, tras anteriores actuaciones “modernizadoras” desafortunadas. Ello se completa con el sinuoso y estrecho callejero, sus vueltas, revueltas, plazoletas, cuestas, terraplenes... De Badajoz hasta Alburquerque hay 44 kms. de deliciosa campiña, en un principio regada por el río Zapatón que va paralelo y cercano a la carretera hasta Bótoa; luego, se espesa un encinar-alcornocal que asciende por cerros y sierras que, a partir del Puerto de los Conejeros, nos dejan ver al fondo la imagen majestuosa del castillo de Luna, como un enorme cirio levantado en la roca gigantesca en que se alza Alburquerque. A un lado y otro, como guardianes del entorno, la Sierra del Puerto del Centinela y la Sierra del Castaño, nos muestran los efectos caprichosos de la erosión diferencial sobre el granito y la pizarra de distinta consistencia: es una de las vistas más bellas que nos sean dado contemplar. La población, declarada Conjunto HistóricoArtístico, no sólo atesora el castillo roquero de Luna, construido a partir del s. XIV, junto a la mayor parte de lienzos, torres y puertas del recinto fortificado que envolvía a la antigua villa, sino también diversos salientes abaluartados del s. XVII, levantados a causa de los continuos con- Población. Iglesia medieval y murallas moderna y medieval Uniremos a todo esto la notable iglesia de Santa María del Castillo, dentro del mismo, románica del s. XII; la de Santa María del Mercado, del s. XIV, de buena estampa gótica, en la explanada occidental de las fortificaciones, y la parroquial de San Mateo, herreriana, del s. XVI, al 52 Calle del Casco Antiguo lado del restaurado y revalorizado Ayuntamiento, que da a su vez a una espaciosa plaza rectangular en dos niveles donde siempre podremos hilvanar una charla sustanciosa con los acogedores habitantes de la ciudad... comer por la mañana unos churros excelentes... y más tarde tapear en sus bares. Desde el castillo, las vistas a la villa y al amplísimo entorno son inigualables. Queda a sus pies la auténtica dehesa mediterránea occidental satisfactoriamente conservada, y prolongándose al norte sucesivas cadenas montañosas que forman la Sierre de San Pedro, sucedida en Portugal por las Serras de Marvão y de San Mamede, inigualables tesoros ecológicos, todo ello declarado Reserva Natural, que invitan a las excursiones a pie, en bicicleta de montaña o a lomos de caballo. Alburquerque, con esa sabiduría que conservan los pueblos nobles y antiguos, sabe conjugar el arte, el respeto urbanístico y ambiental, la recuperación histórica (magnífico es su Festival Medieval de finales de verano, en el que todos sus habitantes participan), la vida sosegada y en relación amistosa permanente entre sí y con los vecinos de un lado y otro de la raya, con los tesoros de la buena cocina. Tómese en sus variados restaurantes la cocina de caza: venado en caldereta, venado en dos salsas, arroz con liebre, perdiz estofada, jabalí al horno... o cochinillo, o codillo de cerdo, o revuelto de criadillas de tierra, y verá como el premio al anhelado cielo nos llega al paladar. Todo sin olvidar el antes aludido tapeo por sus múltiples bares (váyase en la plaza al instalado en su restaurada y apenas retocada Ermita), de generosa y gustosa variedad. Recomendable resulta también comprar embutidos: lomos, chorizos, morcilla, mondongo... de cerdo ibérico, curados en estas sierras que multiplican el sabor natural, al que se unen sus fórmulas mágicas de preparación. Hacia las Sierras de Marvão y S. Mamede 53 17 Vista del castillo desde el abrigo de pinturas rupestres Nueva visita al castillo de Alburquerque de la Sierra de San Pedro al medio y los extensos valles del norte y sur, de Extremadura y Alentejo. La entrada al castillo ha de hacerse con guía, estando establecido en la actualidad un horario de turnos: a las 11,00 h., 12’00 y 13’00 por la mañana, y a las 16’00 y 17’00 horas por las tardes, menos los lunes. Dichas visitas son gratuitas, caso poco frecuente en este tipo de monumentos, en que no se nos libra de al menos 5 o 6 euros por persona. Tal vez sería conveniente ponerle algún precio, pues ya se sabe que “no se valora lo que no se paga” y todos hemos de contribuir a la conservación de lo que se disfruta, aparte de que la profesionalidad de quienes nos conducen es más que aceptable. Además de la belleza de la Torre del Homenaje, con sus cinco pisos, es una grata experiencia el propio acceso a través de la Torre de las Cinco Puntas y el puente que las comunica, así como el recorrido perimetral por la Plaza de Armas y la Iglesia románica tardía de Santa María del Castillo, que allí se encuentra. Desde lo alto de los paseos de ronda, mirando hacia la población, las vistas al caserío nos permiten contemplar la belleza del estilo constructivo rural medieval y sus expansiones posteriores, con las cubiertas de teja roja y el encalado de Después de estar cerrado durante siete años, por unos proyectos quiméricos que pretendían llevar una Hospedería, alterando la fisionomía, la integridad y la autenticidad del monumento, hace un año que podemos volver a disfrutar del Castillo de Alburquerque. Esta espectacular fortificación roquera sería levantada fundamentalmente en el siglo XV, tras haber sido disputado el lugar por cristianos y musulmanes en la Edad Media, pasando a la Orden de Santiago, cuyo Maestre, don Álvaro de Luna lo reformó, amplió y mandó construir la enorme Torre del Homenaje en 1445, visible a varias decenas de kilómetros a la redonda. Su sucesor, don Beltrán de la Cueva, continuó la adecuación de las instalaciones, que se completan entre 1465 y 1472, dotándola de unas espléndidas murallas exteriores, con altura media de 10 metros. Hoy día, recorrer su adarve es todo un espectáculo, que nos regala la visión extraordinaria 54 Puerta de entrada al castillo fachadas. También se observa desde allí la línea de defensa en forma de “redientes” levantada por los portugueses durante su ocupación en la Guerra de Sucesión española, a principios del siglo XVIII: el único vestigio de “fortificación abaluartada” efectuado en Alburquerque, y que aquel “sueño” de Hospedería alteró abriendo ventanales que simulan aspilleras y puertas en muros cuyo sentido histórico es de defensa cerrada. Inmediatamente que salimos del castillo, nos encontramos con la Iglesia de Santa María del Mercado, gótica, de los siglos XIII y XIV, con añadidos barrocos del siglo XVIII. Monumento muy digno de visitar con detención, donde también efectúan un recorrido explicado por personal propio. En uno de sus laterales, hacia el Barrio de Villa Adentro, se conservan varias tumbas antropomorfas en roca viva. Y ya en este barrio medieval, también llamado “de la Teta Negra”, disfrutamos de un callejero quebrado, adaptado a las curvas de nivel del montículo del castillo, con buen número de casas que conservan sus puertas de entrada ojivales, de granito. Barrio Judío hasta su expulsión a finales del siglo XV, que protege en buena parte la muralla medieval recogiéndolo, con dos magníficas puertas de entrada: la de Valencia, flanqueada por dos torreones cilíndricos de 13 metros de altura, y la Puerta de la Villa, por donde salimos a la plaza principal de la población. En esta plaza podemos tomar -de entre las múltiples ofertas de bares y restaurantes de la zona- alguna copa y tapa en la antigua Ermita de Nuestra Señora de la Soledad, construcción barroca del siglo XVIII, convertida en discreta, agradable cafetería. Alburquerque da, desde luego, para mucho más, pero en este breve recorrido motivado por la visita al castillo, no estará demás acercarnos a unos abrigos rupestres que hay lindantes con las piscinas municipales, donde podremos contemplar diversas pinturas esquemáticas en la roca, que fueron declaradas Monumento Nacional en 1942, y que datan de la Edad de Bronce. Lugar, por cierto, desde donde las vistas del castillo y sus altivas torres son fantásticas, y nos confirman lo que ya sabíamos: que el de Alburquerque es uno de los castillos roqueros más grandiosos y admirables que podemos contemplar. 55 Vista a los redientes de los portugueses y a la población 56 El castillo desde la muralla perimetral Patio de armas del castillo 57 18 Fachada del castillo abaluartado, desde la carretera de Arronches a Vila Fernando Un pequeño tesoro en Barbacena Barbacena fue conquistada por el rey Sancho II en la primera mitad del siglo XIII. En 1519, D. Manuel le daría un nuevo fuero y ordenó la reconstrucción de su primitivo castillo medieval. En 1536, pasa a D. Jorge Henriques, hombre de confianza del rey D. Juan III, quien la continúa. Ya en 1575, la fortificación es comprada por Diogo de Castro en Río, Caballero de la Orden de Cristo y noble de la Casa Real, primero en utilizar el título de Señor de Barbacena: es entonces cuando este castillo queda completamente conformado, con airosa planta cuadrangular y dos torreones cilíndricos hacia el oeste. En el siglo XVII, en el comienzo de la Guerra de la Restauração (1640-1668), la fortaleza fue sometido a trabajos de modernización para adaptarse a los ataques de la artillería, con diseño del ingeniero militar francés Nicolau de Langres. No obstante, sufrirá en este periodo frecuentes ataques y saqueos, que se repetirán durante la Guerra de Sucesión Española (17011714), pues la fortaleza, enclavada en un llano, con escasa guarnición y limitadas defensas constructivas, no podrá detener el ataque español proveniente de previas conquistas en Arronches y Campo Maior. No obstante, tanto la construcción interior del siglo XVI como los añadidos abaluartados del si- Barbacena es una pequeña población perteneciente al concelho de Elvas, que tiene apenas 600 habitantes y se encuentra a 15 kilómetros al noroeste de la anterior, camino de Monforte. Cuenta en sus alrededores con numerosos dólmenes, destacando el llamado Anta da Coutada -cerca de esa carretera de Monforte- y el Anta do Torrão -entre Barbacena y Santa Eulalia, al norte-. Dentro de la población, son dignos de admirar su Pelourinho -levantado sobre tres plataformas de granito y fuste rematado en cono con pequeña esfera, del siglo XVI-; su Fonte das Bicas -de mármol, con vaso octogonal, donde se centra la ornamentada columna compuesta de la que salen los chorros de agua-; su Igreja Matriz eIgreja de Nossa Senhora de Nazaré, de alto y airoso porte, así como las altas chimeneas de su caserío, tan altas a veces como las propias fachadas de las casas. Sin embargo, lo más destacable quizás sea su castillo abaluartado, en el que nos vamos a detener. 58 Castillo de Barbacena. Plano de Nicolau de Langres y actualidad Vista del castillo abaluartado de Barbacena, con casas adosadas tado” para conformar baluartes completos, que al menos teóricamente defienden mejor la entrada de la fortaleza, como me comentaba (y dibujaba) hace unos días el ingeniero argentino Manuel Vila García, experto en estas construcciones. Eso sí, el propio revellín que protege al medio toda esta línea prolongada proporciona fuego cruzado con las puntas de los anteriores, algo que ya estudiaría en su día el ingeniero Langres. Es una lástima que estos monumentos tan señeros de la defensa de nuestra Raya no puedan ser disfrutados al completo (con la visita exterior a todo su contorno y la interior a lo allí edificado), al ser de propiedad particular. Y más cuando observamos -como es el caso aquí- un lamentable estado de abandono en cuanto a ese interior, siendo un patrimonio clasificado como “Inmueble de Interés Público”, por Decreto de 1967. Sería lo ideal que el propio Instituto Portugués de Patrimonio y la Câmara Municipal de Elvas (de quien depende Barbacena) gestionaran su adquisición para rehabilitarlo y ponerlo a disposición pública, como ya ha hecho la Câmara de Elvas, acertadamente, con otros inmuebles de similar valor. Estudio del ingeniero argentino Manuel Vila García. glo XVII, reforzados en el siglo XVIII, se mantienen actualmente en buen estado. Al ser de propiedad particular, no podemos disfrutar de la visita interior, donde se conserva la antigua Casa del Gobernador, pero exteriormente sigue siendo un monumento de extraordinario valor, que podemos recorrer en sus caras norte y oeste (el sur y este quedan cercadas en la propiedad particular). Curiosamente, la visión aérea del monumento no difiere del plano que realizó en 1665 Nicolau de Langres. Sigue en pie toda la planta cuadrangular interior, con sus dos torreones cilíndricos, así como el revestimiento abaluartado en las alas que podemos recorrer externamente: dos medios baluartes y su cortina, al norte, y el revellín previo a la entrada en el oeste, que se alarga y encuentra con los semibaluartes prolongados de esa cara occidental. Este revestimiento externo del castillo resulta llamativo, porque la prolongación de los semibaluartes de la cara oeste podría haberse “cor- 59 19 Vista de Estremoz Los secretos de la Serra d’Ossa que quedan un rico legado, abrazado por el caserío laberíntico común a las demás, excepto Evoramonte, de apenas una calle y media bien resguardadas en su muralla trapezoidal. La Serra d’Ossa surge como desde la entraña de la Tierra cuando en el camino de Madrid-Lisboa atravesamos la frontera por Badajoz y hemos dejado atrás las portentosas fortificaciones de Elvas y Estremoz. Merece desviarse en esta población hacia Evoramonte, al oeste, o penetrar un poco antes por Borba, hacia Vila Viçosa y desde allí a Redondo, porque entre estas poblaciones se eleva esta pequeña zona montuosa. Sierra de lomas suaves, que apenas alcanza los 653 metros de altitud, pero que nos obsequia con todo un mundo de valles y empinados senderos, desde cuyas mínimas cumbres el paisaje boscoso es una masa densa. Ya en sí las poblaciones que la rodean son todo un regalo patrimonial, manifestado en castillos medievales con raíz musulmana que en la Edad Moderna serían soberbiamente artillados (especialmente Evoramonte y Vila Viçosa) y concienzudamente abaluartados (Vila Viçosa y Estremoz). Redondo y Borba se mantuvieron a resguardo de las anteriores, con sus castillos medievales, de los Vista de Evoramonte Pero quizás la población más genuina de la Serra es la Aldeia da Serra, corazón del macizo montañoso, junto al cercano Convento de São Paulo, construido en 1182 por monjes eremitas, y ahora hotel de lujo en medio de la vegetación mediterránea. La Aldeia da Serra es uno de los típicos pueblecitos alentejanos parados en el tiempo, que allí no cuenta, siendo todo reposo, tranquili- 60 Anta da Candeeira dad, sosiego. Muy cerca, apenas a 500 metros, se encuentra la Anta da Candeeira, dolmen de poco más de dos metros de altura por tres de ancho, con corredor insinuado y curiosa abertura en forma de ventana en una de las lajas opuesta a la entrada. Si desde allí queremos hacer un recorrido por toda la Serra, circular, volviendo al punto de origen, serán unos 20 kilómetros de dificultad media, que nos llevará por hermosos encinares y alcornocales; pinos, acebuches, eucaliptos; naranjos; jaras, madroño, romero, albolagas, zarzales, espino albar… En medio del verdor, en las cárcavas de las pendientes, destacan fuentes delicadamente preservadas, generosas de agua, siempre encaladas, con inscripciones algunas del siglo XVII. E igualmente, curiosos abrigos de ermitaños, ermitas de las que se tiene constancia desde el siglo XV, cruceros, y ese Convento de São Paulo que merece una parada especial. Este convento del siglo XII, rodeado de jardines y bosque, atesora una extraordinaria colección de 54.000 azulejos (la mayor colección privada del país), realizados en el siglo XVIII. Presentes en salones, paredes de escaleras, corredores, etc., sus motivos (en blanco y azul-cobalto, de gran profundidad) son religiosos, alegóricos, campestres y palaciegos. Igualmente posee una magnífica serie de bajorrelieves de terracota, frescos, fuentes florentinas y meritoria iglesia, con claustro anexo porticado. Algunas de las habitaciones de huéspedes son las antiguas celdas conventuales. Las vistas de este complejo desde el monte son extraordinarias, como lo son también los pueblos de los alrededores, cuya contemplación sin obstáculos de por medio son un aliciente tentador para el que se atreve con esta desafiante caminhada, que se presta a ser acompañada de mochila con provisiones reparadoras, regadas con el vino de la tierra. Convento de São Paulo 61 20 Fortaleza de Juromenha y Guadiana Concelho de Alandroal, la tierra de los tres castillos Juromenha -de la que en alguna ocasión hemos hablado- es población mínima, de un par de largas calles, con casas primorosamente encaladas, de altas chimeneas, tan altas como las fachadas. Desde su fortificación se divisa un amplio territorio (en especial de Los Llanos de Olivenza) y el río, que ofrece magníficos espectáculos visuales, especialmente en los atardeceres. Sus lienzos de muralla del siglo XVII se conservan en muy buena parte, con agudísimos ángulos, fosos profundos y baluartes de impresionante solidez. Dentro quedan los restos del castillo de origen musulmán, de tierra compactada, así como una hermosa iglesia, una capilla y diversas construcciones de estancias militares, pues el enclave fue históricamente importantísimo en la frontera tanto en tiempos medievales como modernos. El concelho de Alandroal está pegado a la Raya en uno de los espacios más discutidos de nuestra frontera: la zona limítrofe de Olivenza. En los mapas y planos oficiales portugueses, esa separación no aparece, pues su reivindicación sobre todo el territorio oliventino continúa siendo materia apasionada. Están separadas ambas comarcas (Llanos de Olivença y Concelho de Alandroal) por el río Guadiana, que al comenzar el concelho de Alandroal -en la freguesía de Juromenha- adquiere gran prestancia: estamos en la “cola del embalse de Alqueva”, ancha todavía en esta gran planicie. Antes de la construcción de la presa, en verano, podía pasarse de un lado a otro, con el río prácticamente sin agua en el lugar donde ahora barcas, barcazas, lanchas y otras embarcaciones a motor navegan a placer. 62 Interior fortificación de Alandroal. Iglesia de Nossa Senhora da Graça y torre del castillo Duarte d’Armas, 1509. Fortalezas de Juromenha, Alandroal y Terena. Dieciséis kms. más al suroeste está Alandroal. Su castillo -en el centro de la villa- fue fundado por D. Dinis, pero tiene amplias influencias musulmanas en su construcción. Con dos puertas de arcos góticos, al norte y al oeste, encerraba en su interior un caserío en semiabandono que ha sido demolido recientemente, ofreciendo una “plaza de armas” expedita. El recorrido por el adarve de la muralla resulta especialmente agradable, por la visión del caserío y de los alrededores que ofrece, así como las vistas a su interior, especialmente su Igreja de Nossa Senhora da Graça, de trazos renacentistas. Son dignas de conocer en Alandroal la judería, así como las múltiples iglesiasque ennoblecen con su porte la ciudad, y su fuente renacentista de mármol, en la Praça da República, donde también se encuentra la monumental Câmara Municipal. La cocina de sus restaurantes es bastante seductora, y tiene gran fama A Maria, donde el cozido de grão, chispe assado no forno, borrego à Ti Maria,pezinhos de coentrada o su repostería se elevan a la categoría de arte. Pero no hay que desdeñar otros restaurantes menos afamados, aunque más visitados por los lugareños, como puede ser Zé 63 Rua Direita de Terena. Al fondo, el castillo. do Alto, que une a susassados de borrego, carne de porco à alentejana y sus bacalhaus unos deliciosos platos de peixes fritos, pescados en el Guadiana y servidos tan frescos que a veces nos encontraremos con la camioneta que los trae del río cuando accedemos a su interior. Todo el concelho, en fin, es digno de recorrer con detenimiento. Y, en cualquier caso, no deberíamos salir de él sin visitar, 10 kms. más al sur, Terena, de esbelto castillo medieval, al que se llega atravesando su atractiva y sencilla rua directa, de portadas góticas, renacentista y barrocas, inmensas chimeneas y artístico pelourinho con fuste de pizarra. A 1’5 kms. se encuentra el Santuário de Nossa Senhora do Boa Nova, Monumento Nacional, mandado edificar por la reina castellana doña María -mujer de Alfonso XI e hija de D. Afonso IV el Bravo- al tener la feliz noticia de la ayuda portuguesa a Castilla, tras inicial oposición de la Corte, en la Batalla del Salado (1340). Con planta de cruz griega y almenas musulmanas, es una fortificación gótica de singular belleza, como una maqueta de castillo en el llano, de valiosas pinturas interiores. La romería que allí celebran en mayo conserva un sabor popular y medieval extraordinario, como ocurre con la Semana do Guadiana, organizada cada mes de junio por el concelho, en diversos lugares del mismo, incluidas estas tres poblaciones. En los alrededores, la huella prehistórica se esparce en diversas dólmenes a los que se llega por caminos de encinas y alcornoques, rebaños de ovejas y de cabras, quedando en otros lugares (especialmente cerca de Terena) restos de castros celtas, en parajes que hacen las delicias de los senderistas. 64 Alandroal Ornamentación en el restaurante Zé do Alto 65 21 Calle y chimenea oliventina Olivenza, el abrazo hispano-luso más extremo lados, rejas en ventanales y balcones, blancura en las paredes, rojo de arcilla en los tejados. El recio castillo hace las delicias de los visitantes, subiendo la rampa de su Torre, tan cuidadosamente rematada en sus corredores, ventanales, estancias interiores, terrazas, miradores). Su espacioso patio; las construcciones anexas de la Panadería del Rey -actual Museo Etnográfico “González Santana”, uno de los más completos de la Península-, y al exterior las puertas de Alconchel y la de los Ángeles, conforman un espacio histórico tardomedieval de alta calidad artística. Todo ello, bien rehabilitado, atendido y ofrecido al visitante. Al lado mismo, tenemos la Iglesia de Santa María del Castillo, renacentista, realizada en los s. XVI y XVII sobre otra anterior del XIII, con bellísima azulejería barroca policromada, y a pocos pasos la de La Magdalena, ligeramente anterior en el tiempo, manuelina, majestuosa en sus inusitadas columnas retorcidas, su altísima bóveda estrellada de la nave central, sus altares barrocos, la excelente azulejería. Y sin habernos sobrepuesto de tanta grandeza, nos topamos con el actual Ayuntamiento, antiguo Palacio de los Duques de Cadaval, cuya puerta de entrada, recargada, espectacularmente manuelina, es estampa conocida en medio mundo. Olivenza es el abrazo de las culturas hispano-portuguesas -y más en concreto extremeñoalentejana- llevadas al extremo, al acertado extremo de lo sincrético, elevado a la categoría de arte en cada rincón y, por supuesto, en cada monumento. Desde que divisamos la ciudad, se llegue a ella por donde sea, ya nos sobrecoge su estampa cincelada a lo largo del tiempo, presidida por la imponente Torre del Homenaje de su castillo de los siglos XIV y XV, mandada a construir por el rey D. Juan II de Portugal. Conforme nos acercamos, los lienzos de muralla, de perímetro ovalado, los baluartes y la magnífica puerta del Calvario, de los siglos XVII y XVIII, nos delatan la relevancia militar y su papel en las continuas guerras de frontera. Fundada en el siglo XIII por la Orden del Temple, Olivenza -la Olivença portuguesa- guarda en su trazado el recuerdo medieval de rincones, calles serpenteantes, plazuelas, pasadizos vo- 66 Fortaleza de Juromenha y Guadiana Podemos seguir admirando palacios, casonas, cuarteles, conventos (en la capilla de la Casa de Misericordia se encuentra el mejor ejemplo de azulejería portuguesa, con historias del Antiguo y Nuevo Testamento), plazas y paseos. Nuevos jardines centrales y de barrios, trazados con maestría. Casitas que nos confunden: (¿estamos en Alentejo?), con sus fachadas bajas y chimeneas de tiro gigante… Podemos perdernos revisando la magnífica Biblioteca de Estudios Portugueses y la de Estudios Ibéricos que el Ayuntamiento, gracias al tesón de su bibliotecario, Luis Limpo, ha logrado reunir. Sin duda, nos encontramos ante un extraordinario patrimonio, que debería serlo “de la Humanidad”. Pero Olivenza también ofrece una rica cocina con la que animarnos el estómago, parte esencial de los viajes: cocido y caldereta extremeños, guisos de caza menor y mayor, así como su envidiable repostería, en la que destacan las tartas de almendra, los pasteles de higo y de bellota, perosobretodo la técula-mécula, que muchos quieren imitar en Extremadura y Alentejo sin conseguir el especial sabor, la peculiar textura que aquí se le da, sobre todo en la Pastelería Fuentes. Interor del Museo Etnográfico Iglesia Santa María del Castillo, de Olivenza 67 22 Baluarte y garita de Juromenha Juromenha, la esplendorosa cenicienta y sillares romanos en paños de murallas; las cruces patadas visigodas; las murallas levantadas por los musulmanes que la conquistaron, la perdieron ante D. Afonso Henriques, la vuelven a conquistar dos veces, hasta quedar definitivamente en poder cristiano a partir de 1242. D. Dinis (1279-1325) implanta importantes refuerzos: 17 torres cuadrangulares, torre del homenaje de 44 metros de altura, murallas revestidas en cantería de granito… Con la Guerra de Restauração (1640-1668), se cerca con una magnífica fortificación abaluartada, diseñada por Nicolau de Langres, que posteriormente se pasa al bando castellano, al que facilita planos secretos que permiten su toma. En 1659, el estallido del polvorín arruina en gran parte sus instalaciones, lo que un siglo después (con el terremoto de Lisboa, de 1755) llevará a repetir las destrucciones. Pero su importancia como “llave” de Portugal hará que se opere su recomposición; precisamente en 1808 sería uno de los lugares de inicio en la rebelión contra Napoleón. Pero en los veinte años en que llevo admirándola, nuevas conquistas, nuevos estallidos, nuevos terremotos, nuevas invasiones y traiciones, la van hiriendo de muerte: el abandono, la desidia, la falta de cuidado para con esta perla del arte Juromenha es una cenicienta, esplendorosa todavía, a pesar de los derribos del tiempo y la desidia, desde donde las vistas al Guadiana no tienen rival; esa “cola” del Embalse de Alqueva forma una lámina de agua propicia para los deportes náuticos, para la contemplación de puestas de sol realmente increíbles. Sus escasas dos calles conservan la tipología constructiva alentejana con esmero: pequeñas casitas en hilera; paredes blancas, con bordes de añil en puertas, ventanas y balcones; chimeneas troncocónicas gigantescas. Su Fuerte no desdice de las grandes construcciones de la Edad Moderna: lo justifica su importancia histórica, que ya lo fue en la Edad Media y continuaría a comienzos del siglo XIX. Llevo 20 años visitando esta fortificación, a tan solo 14 kilómetros de Elvas, hacia el sur. Admirando su amplio legado, superpuesto por el tiempo como hojas de un libro. Esos pilares, columnas 68 Antiguo restaurante de Juromenha fundamentalmente islámico, medieval cristiano, abaluartado…, testigo de más de dos mil años de historia defensiva. ha quedado paralizada. ¿Cuál es el futuro para semejante tesoro que se nos está yendo, cayendo de las manos? Urge una actuación inmediata sobre ella, una de las señas de identidad histórico y artísticas más señaladas que tenemos en la Raya. Juromenha desde el barragem de Alqueva Veo cada vez un nuevo atentado: paños de murallas que se derrumban, interiores que se nos caen al suelo, elementos que se pierden (o que se van en manos amigas de lo ajeno). Desolación ahora, donde antes admiré grandeza. Decadencia. Ruina. Soledad destructiva. Pérdida irreversible. Se intentó una reconstrucción y puesta en uso, que entre lo discutible del proyecto y las crisis se Derribo en paño de muralla 69 23 Palacio Ducal y estatuaecuestre de D. João IV Vila Viçosa, la exuberante sus galerías llenas de tesoros en muebles excelentes, más tapices y cuadros, claustro agradabilísimo y estancias cómodas, donde se puede descansar, sin que nadie te exija ni una consumición mínima (recomiendo, no obstante, su café y chocolatinas). Cerca está, viniendo de Borba, la curiosa Porta dos Nós y un rosario de iglesias, palacetes y rincones agradables de ver; entre ambas poblaciones habremos ido viendo, a ambos lados de la carretera, las enormes canteras de mármol, que más atrás se extienden hasta Estremoz. Sin embargo, de la ciudad yo prefiero su zona más antigua, el casco medieval intramuros, que ocupa un pequeño promontorio, desde el que se domina todo el restante caserío. Las murallas, mandadas levantar en el siglo XIII por el rey don Dinis, fueron reforzadas con bastiones en el siglo XVII, y rodean todo el casco antiguo donde habitan aún buen número de familias, en casas primorosamente blanqueadas, de puertas con arcos ojivales y teja árabe. Su conservación es ejemplar, y pueden ser recorridas Vila Viçosa es la villa, la ciudad “viciosa”, o sea, exuberante, llena de verdor en sus alrededores, en la enorme dehesa de 2.000 hectáreas que servía en el pasado de reserva de caza a los duques de Bragança (luego reyes de Portugal, de 1640 a 1910, en que se implantó la República). Conocida y visitada principalmente por su Palacio Ducal, grandiosa construcción levantada entre los siglos XVI y XVIII, que domina una enorme plaza en cuyo centro se alza la estatua de D. Juan IV, el primer Bragança que llegó al trono de Portugal. Sin duda, este monumento de 110 metros de longitud, de mármol blanco y gris, de 50 salas visitables, con valiosos tesoros de azulejos, pinturas murales, tapices de Bruselas, alfombras de Arraiolos, preciosos jardines clásicos, claustro manuelino de gran belleza, museo de carrozas y atractiva sala de armas, seduce a gran número de entusiasmados visitantes. Únase a ello la Pousada D. João IV, en un lateral, de exquisito gusto, digna de recorrer en 70 Claustro de la Pousada de D. João IV totalmente, permitiéndonos ver por entre sus almenas el hermoso paisaje de alrededor. En su interior se encuentra la Igreja de Nostra Señora da Conceição, remodelada en los siglos XVIII y XIX; el cementerio -donde podemos visitar la tumba de la gran poetisa romántica Florbela Espanca, natural de Vila Viçosaprimorosamente cuidado, como todos en Portugal, dotado de una monumentalidad que nos habla del respeto y culto fúnebre heredado de siglos, y el castillo artillado renacentista, rodeado de profundos fosos, en cuyas salas y corredores se encuentra un Museo Arqueológico, así como el Museo de la Caza, con armas y piezas cobradas por los duques de Bragança en todo el mundo. Desde la terraza del Museo podemos contemplar una bellísima panorámica del entorno. En una de las rampas de salida de este recinto fortificado -en la explanada occidental, delante de una torre albarrana- veremos el Pelourinho, góticomanuelino, del siglo XVI –de fuste cuadrangular pizarroso de 8 metros de altura, base de mármol, como la esfera calada, de hojas de acanto, superior. En otra salida, mirando hacia la expansión urbana de la ciudad: dos cañones del siglo XVII, utilizados en la Guerra de Restauración, que les llevó a independizarse de España en 1668. El resto del recinto Tiborna es un vergel de flores, plantas, arbustos y árboles de todo tipo, surgidos y mantenidos gracias al microclima montañoso que allí se origina y al cuidado y mimo de la propia ciudad. Vila Viçosa, población enclavada sobre un subsuelo totalmente marmóreo, de transición a la pizarra hacia el este, es lugar idóneo, lógicamente, para adquirir artesanía de objetos de mármol; también de estaño. Su gastronomía sigue la tradición 71 Porta de Évora del castillo de Vila Viçosa alentejana, si bien aquí podemos decidirnos por el gazpacho, la sopa de tomates, el borrego assado no forno y, de postre, sericaia y tibornas. Las tibornas constituyen el dulce típico de la población, hechas con almendra, cabello de ángel, yema de huevo, canela y azúcar. Tomarlas en la Avenida Bento de Jesús Caraça -la “espina dorsal de la población”-, contemplando en lo alto la Porta de Évora, de su recinto medieval, es un placer que no debemos perdernos al hacer la visita. 72 Esquina de baluarte en Vila Viçosa 73 24 Estremoz rodeada por su muralla Estremoz, un placer medieval na y centenares de piezas de cerámica policromada de los siglos XVIII y XIX. Desde la explanada central de este cerro dominamos la Serra de Ossa al sur y sureste, destacando el castillo de Evoramonte y un denso encinar en el que pastan millares de ovejas. La fortaleza medieval está rodeada por una muralla abaluartada del siglo XVII, con 13 kms. de perímetro, muy vistosa desde la carretera Badajoz-Lisboa, con cuatro puertas de acceso, en uso: esta fortificación se encuentra entre las mejores de la Raya en cuanto a monumentalidad y preservación, habiendo protagonizado papeles de extraordinaria relevancia en las guerras peninsulares de la Edad Moderna. Desde ahí, bajamos por calles empedradas, a juego la piedra negra, basáltica, de la calzada, con la increíblemente blanca, marmórea, de las aceras: pocas poblaciones conservan tan pulcramente este pavimento heredado de siglos; cuando llueve, su brillo le da un aire de cuentos orientales. Abajo está el Rossío, inmensa plaza donde los Estremoz es una de las poblaciones más vistosas del Alentejo. Con origen en una alcazaba medieval del siglo XIII, está a 54 kms. de Badajoz, quedando al lado de la carretera y autopista de Lisboa; si venimos del norte, de la Serra de San Mamede, es la encrucijada de los caminos hacia el oeste (Évora, Lisboa…), al sur (Monsaraz, Beja…) y al este (Borba, Elvas, Badajoz…). La torre del homenaje de su castillo medieval (hoy Pousada: Parador español) tiene 27 metros de altura y está construida en mármol de las canteras que cubren la comarca. En el segundo piso hay una sala octogonal de ventanas trilobuladas, y coronan la construcción pequeños merlones piramidales. A su alrededor, el legado histórico-artístico es importantísimo: Sala de Audiencias del rey Don Dinís, con bella columnata gótica exterior y bóveda interior estrellada; iglesia de Santa María, del siglo XVI; casas góticas y manuelinas; callejuelas estrechas, y Museo Municipal, con valiosos restos arqueológicos desde época roma- 74 En el mercado de Estremoz sábados se celebra un concurrido mercado en el que se pueden adquirir (junto a los productos de huerta de los alrededores, caza y los más variados quesos artesanos, embutidos, etc.) toda clase de antigüedades rústicas, libros de ocasión, así como animales de corral vivos. Pasear mientras se saborea una fartura(churro de gran tamaño y grosor) comprada en el mercado, es un delicioso “capricho” que no nos debemos perder. Ahí se encuentra la Câmara Municipal (instalada en el antiguo Convento dos Congregados), de imponente fachada barroca, ondulada, en mármol blanco, con azulejería de enorme belleza en sus escaleras, pasamanos y peldaños de mármol y claustro renacentista. Se completa con un agradable Museu Municipal. Otro tesoro cercano al Rossio es la Igreja de S. Francisco, de fachada rococó e interior románico tardío, con capillas góticas y renacentistas, que es toda una lección primorosa de historia del arte. En nave lateral se encuentra el túmulo de Vasco Esteves Gatuz, del siglo XIV, que es uno de los ejemplares de arte gótico funerario más relevantes de Portugal, clasificado -como la propia iglesia- Monumento Nacional. Túmulo de Vasco Esteves Gatuz, del siglo XIV, que es uno de los mejores ejemplares de arte gótico funerario 75 Restaurante Pixa Negra, en Estremoz Entre las callejuelas laberínticas tenemos uno de los restaurantes populares más prestigiosos del Alentejo: la Adega do Isaías; en el interior, rodeados de grandes toneles de vino arrimados a la pared, podremos saborear en sus mesas rústicas un delicioso arroz con lebre, una sopa de espargos bravos, una açorda alentejana, un ensopado de borrego o unas migas con carne de cerdo, sin rivales. Muy cerca, otro restaurante familiar (de entre los muchos que atesora la población) merece nuestra visita: Pixa Negra, que ofrece uno de los menús más económicos y completos que nos sean dados a conocer, de alta calidad: sopa de grão com agriões y el caldo verde, canja de galhina, bacalhau com patata e cebolas, feijoada com enchidos de porco, burras assadas… tienen el encanto de lo tradicional, preservado en cocina sencilla, sabia, tradicional… Si el presupuesto diera para ello, no estará mal dormir en la Pousada (de la Rainha Santa Isabel), donde también se come extraordinariamente bien. Pero si no, hay un buen número de hostales, limpios y cómodos, que nos dejarán satisfechos, al tiempo que nos invitan a pasear por uno de los cascos históricos mejor preservados, tranquilos, apacibles y relajantes de nuestro entorno. 76 Torre del homenaje del castillo de Estremoz Castillo palaciego, muralla medieval y abaluartada 77 25 Entrada a la fortificación de Evoramonte Sombras caminando por Evoramonte Fundamentalmente, dispone de una calle -la rua Direita: nombre que se le da a las que van “derechas al castillo”- y sendos callejones laterales que dan al campo interior del recinto, donde hay a un lado olivos y pastos, y al otro pequeñas huertas familiares. Comprendemos que, en caso de asedio, con las ovejas que allí pueden recogerse, con los frutos hortícolas y de la siembra, sus amplios aljibes y la seguridad del enorme castillo que se alza al medio, puede aguantarse una prolongada temporada, incluso vivir autosuficientemente a saber por cuánto tiempo. En la carretera que nos lleva desde Estremoz a Évora, a 14 kms. de la primera, se encuentra Evoramonte. Población que no llega a 2.000 habitantes, la mayoría asentada a los pies mismos de la carretera, y unos pocos -ancianos en su mayor parte- residiendo en lo alto de este cerro occidental de la Serra de Ossa, de 474 metros de altura. Desde abajo, conforme vamos hacia Évora, vemos una muralla en lo alto que nos invita a subir: es de una fortificación perfecta, triangular, mandada construir por el rey D. Dinis, después de que Geraldo Sempavor (especie de Cid Campeador del primer rey de Portugal, Afonso Henriques) conquistara la villa a los moros. Tiene un par de hermosas puertas de entrada -defendidas por dos enormes torreones cilíndricos cada una, accediéndose a la de más abajo a pie y a la superior también en coche-, aparte de otros dos portalones. Adentrarnos allí es como retroceder en la historia 700 años, no sólo por su amurallamiento sino por el ambiente interior. Rua Direita, de Evoramonte 78 Castillo de Evoramonte civiles entre liberales y absolutistas, con triunfo de los primeros. La tradición señala que las negociaciones se prolongaron mucho quedándoles sólo pan duro para comer, y que eso dio origen a la famosa açorda alentejana, compuesta de pan, agua, sal, poleo, diente de ajo y aceite. Pídase en el restaurante, porque es una delicia; junto a un borrego assado ao forno, de los que pastan por la zona. Las múltiples hierbas aromáticas que podemos coger por allí mismo, son utilizadas sabiamente en sus comidas. Como tantos establecimientos de este tipo en lugares recónditos, en la actualidad está cerrado, pero ojalá sea una situación temporal. Última recomendación: visítese en solitario o grupos reducidos; con el bullicio, se rompe el encanto de esta villa donde apenas se ven sombras que caminan. El recinto conserva en su interior dos iglesias (da Misericordia, anexa a un Hogar de Ancianos, y de Santa María, con valioso portal gótico, retablo barroco-salomónico, dibujos en el crucero y azulejos, ambas reconstruidas en el siglo XVI). Deliciosas casas blancas de un solo piso, con portales graníticos de arco ojival y enormes chimeneas cuyo tiro es de mayor altura que las fachadas. Y el castillo, vasto cuadrilátero con cuatro torreones cilíndricos en los ángulos, rodeado por dos vistosos cordones manuelinos. El interior de éste es visitable; consta de tres pisos de salas abovedadas, polinervadas, de pilares poligonales y capiteles manuelinos de granito. Las vistas al territorio adehesado de los alrededores son excepcionales desde el amurallamiento, que puede recorrerse totalmente a pie. Los días de niebla parece que estamos alzados en una plataforma pétrea, inmemorial, sobre el cielo; por las tardes, las puestas de sol envuelven en rojizos, azules y malvas el denso encinar de donde nos llega el balido de los múltiples rebaños de ovejas de la zona. En la rua Direita, hay un restaurante muy bien disimulado entre las casas rústicas que siempre ha tenido extraordinaria cocina: A Convenção, llamado así porque en una casa cercana se firmó el importante tratado que en 1834 puso fin a las guerras Vista al exterior desde las murallas 79 26 Torre de la catedral fortificada de Évora Évora, patrimonio mundial fortiicado Con 50.000 habitantes, Évora es el mayor municipio de Alentejo y su capital geográfica. Desde 1986 ostenta el título de Patrimonio de la Humanidad por su Casco Histórico, que Elvas logró para su guarnición fronteriza y fortificaciones en 2012. Distante a 100 kms de Badajoz, si venimos por Evoramonte nos encontramos con las majestuosas murallas del s. XIV, y de frente elacueducto de Agua de Prata, de 1537, que se interna en la ciudad por la rua do Cano. Si accedemos por Redondo, a la izquierda tenemos la muralla abaluartada del s. XVII, delimitando al jardín público, donde está el palacio del rey don Manuel, del s. XVI, y unas curiosas y románticas ruinas fingidas. Más al centro: restos del amurallamiento romano del s. I, reforzado por los visigodos. Aquí tenemos de todo y ejemplarmente conservado. Un modelo de armonía constructiva, respeto por el medio urbano, buen gusto y cuidado colectivo. En el medio de esta especie de “concha de tortuga” que es el casco antiguo vemos un exento templo romano del s. II, de capiteles corintios, probablemente con- sagrado a Diana. Al lado, la catedral, gótica de transición, que presenta al exterior dos poderosas torres con remates cónicos: ningún edificio le supera en altura y desde los alrededores es lo primero que vemos de Évora, que se derrama como “tienda de campaña”, con vértice en las torres catedralicias. El interior de esta catedral, la mayor de Portugal, presenta tres naves que son un compendio de estilos, desde el románico tardío al barroco, y su cúpula octogonal sobre trompas es una de las más bellas del país. No podemos perdernos la visita al claustro gótico, al museo catedralicio y a la sillería renacentista del coro, que convierten al conjunto en uno de los tesoros artísticos más completos del país. Desde ahí, debemos bajar por la rua 5 de Outubro -llena de encantadoras tiendas de artesanía y restaurantes acogedores- hasta la Praça do Giraldo, bulliciosa siempre, lugar de reunión y centro de compras. Hermosamente porticada, tiene casi al centro una fuente monumental de granito hasta donde llegaban las aguas del acueducto. 80 “Encuentro” de muralla medieval y abaluartada. Évora De ahí podemos bajar a la Iglesia de San Francisco, parando antes a observar por fuera la Iglesia de Nuestra Señora de Gracia, de tipo renacimiento italiano, con fachada de granito y decoración insólita de atlantes en sus extremos superiores. La de San Francisco es espectacular, con portada manuelina e interior de inmensa nave con bóveda ojival. A un lado, se encuentra la Capela dos Ossos, capilla de los siglos XVI y XVII ornamentada en pilares y muros con la osamenta y cráneos de unas 5.000 personas; por encima de su pórtico hay una frase que es todo un resumen de la reflexión que los frailes querían transmitirnos sobre la inconsistencia de la vida: Nós ossos que aqui estamos, pelos vossos esperamos. Volviendo otra vez al norte por las estrechas calles de esta ciudad radiocéntrica, entre nuevas iglesias, palacetes y rincones pintorescos, llegamos al Largo da Porta de Moura, una amplia plazoleta con fuente y abrevadero de mármol en estilo renacentista, limitada al sur por la casa Cordovil, con elegante terraza de arcos geminados y tejado almenado, rematado en flecha cónica, de estilo árabe. Un poco más arriba, entre un derroche monumental que no podremos atender del todo, está la Universidad. Fundada en 1559 por el cardenal D. Enrique (después Rey de Portugal), fue entregada a los jesuitas, que la dirigieron durante doscientos años, hasta su expulsión. De puro estilo renacentista italiano, se ordena alrededor de un claustro central porticado, al que se abren las aulas que aún mantienen preciosos púlpitos de madera y revestimiento en sus paredes de azulejería con motivos de las materias que allí se enseñaban. Cuando llegue la hora de comer, no es mala opción acercarse a la Adega do Alentejano, al Café Alentejano o al Fialho (por citar solo tres de los múltiples y deliciosos pequeños restaurantes de la ciudad). Sirven estupendos entrantes, de aceitunas, queso, farinheira, diversas ensaladas y buen vino de la casa. Luego açorda alentejana (con huevos escalfados, cilantro, pan duro y ajo), ensopado de borrego, asados de carne, bacalhau no forno, y pastelería casera: necesario aporte en calorías para el trabajador del campo y para el turista “buscador de tesoros” fatigado. Dulcería en Évora 81 Interior de la Iglesia de S. Francisco. Évora 82 Frontón y espadaña de la Igreja da Graça, de Évora Templo romano de Évora 83 27 El acueducto al lado del convento da Cartuxa Acueducto de Évora: un paseo con Geraldo Sem Pavor Inaugurado el 28 de marzo de 1537, las el Aqueduto da Água da Prata de Évora fue construido en tiempo récord: solamente duraron seis años las obras; casi un centenar tardó en hacerse el de Amoreira, de Elvas. Bajo la dirección del arquitecto real Francisco de Arruda -el mismo que inició el elvense-, trae sus aguas desde donde hoy tenemos el Barragem do Divor, al sur de Arraiolos, descendiendo al sureste hasta Évora, con casi 19 kilómetros de recorrido. A pesar de esta considerable extensión -como ocurre con el de Amoreira, y como es común a todos los acueductos-, la mayor vistosidad la adquiere en los valles, que en ambos casos citados corresponde precisamente con la entrada a la ciudad. Así, el Acueducto da Água da Prata resulta especialmente atractivo en sus últimos dos kilómetros antes de entrar en la población, que es además el tramo más antiguo de los conservados, pues corresponde a la restauración del siglo XVII (tras los desperfectos ocasionados por la Guerra de Restauração, de 1640-1668). Los tramos anteriores son mitad subterráneos y la otra mitad fueron reconstruidos en el siglo XIX. Este tramo final se prolonga en el interior de la ciudad, donde se conservan las arquerías -si bien algunas están solapadas por las construcciones urbanas-, llegando hasta la plaza central, la Praça do Giraldo, donde una excelente fuente de mármol blanco, con ocho caños (Fonte Henriquina, por el cardenal D. Henrique, rey de Portugal, que la mandó construir) sustituyó a la anterior -más modesta- antes de finalizar el siglo XVI. Curiosamente, todo este espacio monumental -de arquerías airosas, levantadas en granito bien tallado, con espaciosos arcos de medio punto alzados sobre enormes pilares reforzados-, que va desde el Convento de S. Bento de Castris hasta la Praça do Giraldo, además de su belleza artística y complejidad técnica admirable, constituye un espacio 84 Arcadas del Acueducto da Água da Prata, de Évora, atravesando la muralla medieval digno de recorrer, en un paseo de 2’5 kilómetros (0’5 kms. en el interior de la ciudad) que nos hará rememorar las hazañas del guerrero cuyo nombre lleva la Praça, y que montado a caballo enarbola una espada ensangrentada, con dos cabezas cortadas a los lados: Giraldo Sem Pavor. Al servicio del primer rey de Portugal -D. Afonso Henriques-, conquistó la ciudad a los musulmanes en 1165. Legendario guerrero cuyas peripecias se asemejan a las del Cid español, llegó incluso a invadir ciudades extremeñas como Trujillo, Cáceres, Montánchez, Santa Cruz de la Sierra, Badajoz y Lobón. Tenía su cuartel general en Juromenha, y la toma de Évora está envuelta en la leyenda. Según las crónicas del siglo XVI (de Frei António Brandão y Mestre André de Rezende), estando Évora en una planicie descubierta, solamente una atalaya de S. Bento (donde está el Convento de S. Bento de Castris) era el punto estratégico de avistamiento de enemigos. Pero Geraldo aprovechó que el moro que vigilaba había cedido su puesto a su propia hija para retirarse a descansar, escaló la torre y degolló a la muchacha, haciendo lo mismo a continuación con su padre. Entonces, pudo hacer desde allí señales falsas a los servidores musulmanes de la plaza, que salieron en persecución de una partida de soldados que Geraldo dispuso para dis- Escudo de la ciudad 85 Praça do Giraldo de Évora, hasta donde llegaban las aguas del Acueducto da Águas da Prata traerlos, en tanto conseguía, en la confusión, entrar en la ciudad fortificada, apoderándose de ella. Es una tentación, por ello, ir desde el Convento de S. Bento (cisterciense, del siglo XIII) a la Praça do Giraldo, siguiendo el Acueducto, que tras el anterior pasa al lado del Convento da Cartuxa (renacentista y barroco) y penetra en elForte abaluartado de S. António (del siglo XVII). Así, seguimos la ruta de leyenda de um esforçado capitão (en palabras de un investigador: Manuel de Carvalho Moniz -1966-) o um bandido que tinha por culto apenas a ladroagem (en palabras de otro: Oliveira Martins -1879-). Un Cid portugués, en suma, según otro más (David López-1940-). Disfruten del doble tesoro: la ruta y la leyenda de Geraldo -o Giraldo- Sem Pavor. 86 Prolongación del acueducto en el interior de la ciudad 87 28 Mirador en Monsaraz hacia el embalse de Alqueva Monsaraz, la pizarra hecha ensueño la más remota prehistoria, abundando en los alrededores buen número de megalitos, que merecen una visita. Pasó por ella la civilización romana, a la que siguieron los visigodos, llegando en el siglo IX a ser tomada por los moros y formar parte enseguida del reino de Badajoz. Sería Geraldo Sem Pavor (una especie de Cid Campeador de la Raya extremeño-alentejana) quien la conquistaría en 1167, aunque los almohades la recuperan en 1173. Cuando en 1252 es reconquistada por don Sancho II, fue entregada a los Templarios, obteniendo once años después carta foral. Desde esa fecha hasta el final de las guerras de Restauración contra España, a mediados del siglo XVII, vivió su época de esplendor, pues constituyó una plaza fuerte de vital importancia. De ahí su ex- Quien visite Monsaraz -a una docena de kilómetros de la raya con España, allá donde el río Guadiana deja de hacer frontera con la provincia de Badajoz, entre Cheles y Villanueva del Fresno-, se sentirá extrañado de una cosa: que aún no sea Patrimonio de la Humanidad, a lo que aspira desde hace algún tiempo. Monsaraz, situada a 90 kms. al suroeste de Badajoz y 60 kms. al sureste de Évora, es una población sorprendente. Encaramada -como tantas en la frontera- en lo alto de un vistoso montículo, a los pies del Guadiana, conserva vestigios desde 88 Calle de Monsaraz. Pizarra, rebordes graníticos y encalado traordinario legado arquitectónico militar, tanto en fortificación medieval como abaluartada, que le recubren como un doble caparazón de tortuga inexpugnable. Y lo sorprendente, para los que venimos acostumbrados a visitar fortalezas de granito, caliza o piedra arenisca, es la casi exclusividad de piedra pizarrosa en los enormes paredones, torres, castillo, e incluso iglesias, casas y hasta empedrado de las calles. Por cierto, todo se conserva, tras sabias y oportunas restauraciones, en un grado óptimo, admirable. Da un poco de sana envidia, pues no es fácil que una población que pierde su importancia estratégico-militar y económica, y que queda fuera de ruta (para acceder a ella hay que ir intencionadamente a ella y sólo a ella), esté tan vital, habitada, activa y sabiamente rehabilitada, sin el mal gusto de la especulación rápida o de las torpes actuaciones oficiales, corrientes en otros ámbitos. Fresco del Buen y el Mal juez. Monsaraz 89 Campanarios de Monsaraz. Iglesia Matriz y Museo Tras pasar los distintos lienzos de murallas, por callejas estrechísimas e impecables, llegaremos a su calle central, que viene a ser como una espina dorsal de su cuerpo en forma de pez. Allí está la Iglesia Matriz (Nuestra Señora de la Lagoa), de los siglos XVI al XVIII, de airosas torres y columnas poderosas de pizarra, con cabecera de estilo góticorromano; una picota del siglo XVIII y, al fondo, el castillo, de forma casi redonda, donde se celebran a veces corridas de toros y exhibiciones ecuestres. Subiendo a la Torre del Homenaje dominamos un hermoso paisaje de lomas de pastos y encinares. Pero, en realidad, todo el pueblo es un gran mirador, y desde las terracitas de sus pequeños y bien cuidados restaurantes podremos contemplar puestas de sol llenas de malvas, rosados y, a veces, rojo encendido de la gran planicie alentejana. Su Museu do Fresco, situado al lado de la Iglesia Matriz, atesora el Fresco do Bom e do Mau Juiz, considerada la única pintura mural con temática política en Portugal. Es una representación alegórica de la justicia terrena y de la divina, descubierto en 1958 en el antiguo Tribunal de la villa, posiblemente de finales del siglo XV. En él se denuncia la corrupción humana mostrando un juez que admite sobornos, al tiempo que el juez divino ejemplifica el camino de la rectitud incorruptible. Pintura mural tardogótico de alto valor artístico y contundente denuncia intemporal. La villa, de poco más de 700 habitantes, está llena de tiendas de recuerdos, y es posible comprar a precios razonables piezas de alfarería, de corcho y mimbre, así como mantos tradicionales de lana multicoloreada. El vino de la zona (vinho de Reguengos de Monsaraz, concelho del que forma parte) es un caldo con cuerpo, de los que se pegan a la garganta e invitan a comer su incomparable borrego ao forno, su cabrito y los omnipresentes ensopados. 90 Vista panorámica de Monsaraz Vista a Alqueva desde Monsaraz 91 29 Castillo de Alconchel desde la Sierra de Alor en Olivenza De Mourão a Alconchel, atravesando La Raya muralla, así como revellines protegiendo las cortinas de la misma. De todo ello, queda un patrimonio interesante que precisa, especialmente en los refuerzos abaluartados, de una rehabilitación que resalte su valiosa monumentalidad. En el Baixo Alentejo, marcado en la Raya por castillos y fortificaciones, lomas adehesadas y rebaños de ovejas, nos acerca Mourão, por la inmensa planicie, hasta Villanueva del Fresno. Pero Mourão merece una visita, un paseo tranquilo por sus quebradas calles, y en especial subir a su Castelo, antes de cruzar la frontera. Castillo construido en 1343, bajo el reinado de D. Afonso IV, en un punto dominante de la villa, alternando la predominante pizarra con mármol y granito. Su planta rectangular se refuerza con seis torres cuadradas, accediéndose al interior por dos grandes puertas. Las guerras medievales tendrán continuidad en la Edad Moderna, especialmente con la sublevación de Portugal contra la Unión Peninsular (16401668), por lo que se remodela la cerca exterior, dotándola con cuatro baluartes en los ángulos de la Vista de Alconchel desde su castillo Villanueva también es otro símbolo contundente de nuestras luchas de frontera. De su fundación, seguramente templaria, apenas quedan en pie unos paredones del castillo defensivo: al capitular durante la Guerra de Restauración, fue sa- 92 Castillo y baluarte de Mourão queado y arrasado. De esa fecha, eso sí, nos resta el diseño de su traza urbana, de calles amplias y rectas, que salen de la plaza central donde se encuentran la Iglesia parroquial y el Ayuntamiento. Importa destacar la armonía de este pueblo encalado, de los más representativos de nuestros pueblos blancos, muy agradable de pasear con sosiego y tapear en sus bares, sin olvidar una visita a la Iglesia parroquial de la Inmaculada Concepción, neoclásica, del siglo XVIII, con importantes retablos barrocos. Hacia el norte, a una docena de kilómetros, está Alconchel. Desde mitad de camino ya vamos disfrutando de la airosa vista del castillo. Impresionante fortaleza templaria, del siglo XIV, que culmina un monte en forma de triángulo equilátero casi perfecto. La Torre del Homenaje, prismática, de sección cuadrangular, domina un amplísimo entorno. El castillo tiene refuerzos para disponer armas pesadas de artillería, a causa también de la Guerra de Restauración, lo que contribuye a acentuar su carácter inexpugnable y de bronca belleza. Desde allí, las vistas al caserío son excelentes, destacando la blancura de las fachadas, el rojo de las techumbres, el serpenteo de sus calles. Y en ellas, encontramos esa disposición para la copa y el tapeo tan propia de nuestros pueblos extremeños, que aquí se completa con la calidad y buen precio de la comida extremeña de sus restaurantes, cuidados y agradables. Si fuéramos desde esta población a Badajoz, no estaría mal desviarnos hasta Cheles, en la frontera, al pie del Guadiana, en ese gran remanso que forma la cola del embalse de Alqueva, y donde se guarda el secreto de la preparación de los peces de río, que como en pocos lugares podremos disfrutar. Villanueva del Fresno en las Guerras de Restauração (en 1662) 93 30 Vista de la Alcazaba desde la carretera de circunvalación De Jerez a Burguillos pasando por el dolmen de Toriñuelo a cuya Orden hace el rey donación de la villa. El Temple repuebla la comarca, si bien con su forzada disolución en 1312 pasa de nuevo a la Corona, que en 1370 se la cede a la Orden de Santiago, quien continuará su engrandecimiento. Las guerras con Portugal de los siglos XVII y XVIII la afectarán negativamente, pero el legado monumental, especialmente religioso (iglesias, ermitas y conventos), llegará en aceptable estado a nuestros días. De ese legado hemos de destacar especialmente sus iglesias de portentosas torres, como quedó apuntado. Así, la Parroquia de Santa María de la Encarnación -lindante con la Alcazaba-, uno de los templos católicos más antiguos de España (consagrado en 556), reconstruido en el siglo XVI, con recia torre concluida a principios del siglo XIX. La Parroquia de San Miguel -en el centro de la ciudad-, santiaguista, construida en el siglo XIV y ampliada hasta mediados del siglo XVIII, en que se remata su torre (1756), de traza barroca, con gran riqueza decorativa. La Parroquia de San Bartolomé, más al norte -también intramuros de la antigua cerca medieval hoy conservada parcialmente-, del siglo XV, pero remodelada en el XVI, XVII y XVIII (en que se levanta la torre campanario junto a la fachada Cuando vamos de Badajoz a Huelva y dejamos atrás los extraordinarios valles de inmensos encinares en que se cría el cerdo ibérico, nos aparece Jerez de los Caballeros, destacando sobre el caserío las esbeltas torres de sus iglesias. Si entramos a la población por la circunvalación que conduce a su Alcazaba -de origen musulmán-, allí se nos despliega un mundo esplendoroso, dispuesto a una lección de arte que va desde este recinto defensivo, conformado después por los templarios, hasta la sucesión de estilos que representan sus iglesias, donde las torres constituyen lo más atractivo del lugar. Jerez fue conquistada a los musulmanes en 1230 por Alfonso IX de León, con la ayuda templaria, 94 Parroquia de Santa María vista desde la Alcazaba principal, de clara influencia sevillana, con enorme riqueza ornamental en yeso policromado, barro vidriado y cerámica). junto admirable, que en la Semana Santa redobla su atractivo, por la fama de sus Pasos: declarada de Interés Turístico Regional, está a poco de alcanzar la calificación de Nacional, que bien merece. De ahí, si nos encaminamos hacia Zafra (que precisaría de otra “anotada visita” por sus valores monumentales y urbanos, aparte de su envidiable gastronomía, como también le ocurre a Jerez, sin duda), al salir de la población nos encontramos a la izquierda el Dolmen de Toriñuelo. Desde la misma carretera se ve el túmulo que lo conforma. Este monumento funerario pertenece al Calcolítico, y bajo el pequeño “cerro” que exteriormente contemplamos contiene una cámara ovalada de 3’80 por 3’50 metros, con trece ortostatos (se conservan doce de estas grandes losas verticales) y cubierta en falsa cúpula. Destaca el largo corredor de acceso, de 25 metros, con altura máxima -a la entrada- de 1’42 metros. Ya puestos en carretera, merece acercarse a Burguillos del Cerro, para subir a su portentoso castillo templario, levantado sobre construcción musulmana como en el caso de Jerez -con quien también tiene semejanza en su Iglesia Parroquial, especialmente en su sobresaliente campanario-, destacando la Torre del Homenaje, desde la que las vistas al entorno son inolvidables. Torres de San Miguel y de San Bartolomé, a los extremos del caserío La última Iglesia Parroquial -ésta extramuros-, es la de Santa Catalina, una vez más de monumental torre, aunque más sobria que las dos anteriores, pero espectacular en su interior, donde destaca el inmenso retablo barroco del altar mayor, en madera policromada, dotado de bellísimas esculturas. Palacios, casas solariegas, cuidadas plazas, puertas del recinto amurallado (de Burgos -s. XIII- y de la Villa -s. XV-) completan un con- 95 Parroquia de Santa Catalina Al subir habremos quedado atrás -en la falda del monte- a la Iglesia de Santa María de la Encina, edificación del siglo XIV, convertida en cementerio en el siglo XIX, luego abandonada, y desde 2003 reconvertida en Centro de Interpretación de la arquitectura popular en Extremadura, con paneles, maquetas, audiovisuales, etc. que ilustran el modo de vida, la identidad cultural de los pueblos agro-ganaderos. nómicos- pareció un sueño: transformar las ruinas lamentables de lo que fue su Parroquia de San Juan Bautista (igualmente del siglo XIV, luego cementerio y después destrozo y desolación) en Centro de Investigación, Turismo y Cultura, dedicado especialmente a la Orden del Temple. Culminó el proceso en 2011, lo que se explica -con sus resultados- pormenorizadamente en un cuidado volumen publicado en 2015 por el Ayuntamiento de la localidad, mostrándonos el modelo que tantas localidades de nuestro entorno deberían seguir para recuperar, poniendo en valor y uso, su patrimonio monumental, sus “tesoros” heredados, que no podemos ni debemos condenar a la ruina, el olvido y abandono, como en tantos casos ocurre, por desgracia. Dolmen de Toriñuelo Burguillos, que ha sabido recuperar este monumento gótico tardío y darle un uso más que digno admirable, también ha logrado lo que -en la larga “batalla” de gestiones y captación de recursos eco- 96 Vista parcial de Burguillos del Cerro desde su castillo Interior del Centro de Interpretación de la arquitectura popular 97 31 Atardecer en Sines La costa alentejana, un tesoro salado tigios cartagineses y romanos -especialmente instalaciones para salazones-, que durante siglos fueron saqueados por los múltiples piratas que buscaron refugio en el lugar. Cuando estamos viajando por la inmensa planicie alentejana, abrasante en verano, siempre necesitada de un golpe de lluvia, apetece hacer una escapada hacia el mar, estirando la raya hasta el Atlántico en esa Costa Azul que es el destino de tantos alentejanos y extremeños, no sólo en vacaciones sino frecuentemente en fines de semana. Una especie de tesoro salado a nuestro alcance. Si accedemos desde el sur, entramos por el concelho de Sines, topándonos con un reguero de playas bajas y arenosas, suaves, delimitadas por roquedos calizos, de plegamiento inclinado hacia el mar, que las acotan y evitan la monotonía de una costa sin fin. Son tantas que hemos de escoger… Yo me quedo primero con la playa frente a la islita do Pessegueiro donde, además de comer un envidiable arroz de mariscos, podemos deambular por su impresionante fuerte del siglo XVII al borde mismo del agua; enfrente tenemos el islote, al que se puede llegar en lancha de pescadores (se organizan paseos en barcazas desde Porto Cobo): allí encontraremos restos de otra fortificación similar y ves- Vista de la Ilha de Pessegueiro desde el Forte exterior A unos 3 kms. tenemos Porto Covo, que merece mención aparte. Aldea de pescadores, conserva una plaza y calles que confluyen a ella de enorme plasticidad, maravilla de urbanismo y arquitectura alentejana preservados desde el siglo XVIII, restaurado y acondicionado todo: pavimentos, fachadas, casas, bares… con un gusto fuera de lo común, predominando el adoquinado calcáreo, el blanco de fachada, azulón en zócalos, rojo y blanco en puertas y ventanas, teja árabe y mucho arbolado. 98 Cala de Porto Cobo A este atractivo se une el de sus playitas -debajo de sus enormes acantilados- de arena blanca y fina, sus aguas cristalinas y el pescado abundante, que podemos tomar en sugerentes caldeiradas de peixes. De ahí, todo un rosario de playas nos llevan hasta Sines. Es posible que la de San Torpes nos interese más ahora. Si las anteriores eran pequeñitas, familiares, aquí estamos ante varios kilómetros de arena, que entroncan con Sines, capital del concelho, donde podremos visitar su castillo medieval y la Iglesia Matriz gótica, reconstruida en el siglo XVIII. A unos 17 kms. al este se encuentra Santiago de Cacém; antes de continuar por las playas, merece una ojeada: la justifica su sobresaliente castillo, con muralla casi completa de diez torres y barbacana prácticamente íntegra; pero sobre todo, la cercana ciudad romana de Miróbriga, uno de los ejemplos romanos más completos que se conservan en el mundo. De allá, volvemos de nuevo a las inacabables playas, todas seguidas, 60 kms. más, hasta la Reserva Natural del Estuario del Sado. Habremos ido pasando por la muy frecuentada de Melides, por la de Carvalhal, la de Comporta, y recalaremos en esa lengua de tierra rodeada de mar que es Troia, que nos pone enfrente de Setúbal y conserva unas valiosas ruinas romanas -Cetóbriga- con 2000 años de antigüedad. Bordeando el río Sado, dejamos las playas para descansar en Alcácer do Sal, la Salatia Urbs Imperatoria de los romanos, ciudad episcopal con los visigodos y uno de los emplazamientos más poderosos de la Península con los árabes, reconquistada por los cristianos en 1217. Todas estas civilizaciones han dejado allí su impronta, destacando su monumental castillo, síntesis de estas culturas. Él le ha dado su nombre a la ciudad: Alcácer, alcazaba, fortificación (topónimo árabe). Y do Sal por haber sido ya con los romanos un gran productor de sal. Hoy lo es de arroz, de corcho, de piñones, y lugar delicioso para el turista reposado. Todo un reto para un verano caluroso que aquí se ve suavizado por el Océano Atlántico, siempre suave y acogedor. Troia vista desde el Forte de S. Filipe de Setúbal 99 32 Azulejo de la Estación de Elvas. Acueducto de Amoreira Esplendor artístico en la azulejería de las “estações ferroviárias” Factible ruta para todos: Elvas-Vila ViçosaEstremoz-Évora. Dos estaciones en uso: la primera y la última. Las otras, dos testigos mudos de un antiguo esplendor ligado al transporte del magnífico mármol de la zona, que ya han pasado a ser Museo del Mármol la primera y edificio artístico urbano la segunda. Llegamos a veces a estaciones ferroviarias que son todo un mundo de desolación; desapacibles, impersonales, laberínticas. Y vamos en otras ocasiones a destinos que ofrecen ante nuestros ojos un mundo de belleza, brillo y color, al tiempo que nos dan cumplida información de lo que nos espera en el lugar que representan. Es éste último el caso de tantas estaciones y apeaderos de Portugal, que en la Raya/Raia tienen una rica representación, incluso en aquellas que ya dejaron de prestar su servicio de transporte, pero siguen haciendo esta labor divulgativa y artística con su estimable azulejería. En las paredes de los inmuebles e incluso también en sus interiores, despliegan ese mundo mágico, insuperable, que ha sabido enriquecer iglesias, palacios, jardines, mobiliario urbano… por toda su geografía, y que en las estaciones pasa muchas veces inadvertido para el turista de urgencias, pero que bien merece un recorrido de excursión reposada y compartida. Estación de Vila Viçosa Los azulejos de la Estação de Elvas son -como es común- de figuración tradicionalista, plasmando monumentos de la población y la región, elaborados por el pintor y ceramista Leopoldo Battistini (1865-1936), con orla sinuosa neobarroca en 100 Estación de Elvas blanco y dorado e interior en las más variadas gamas de azul. Consigue en ellos una profundidad increíble, que en la representación del Acueducto de Amoreira, la colina y Forte da Graça, así como las murallas y fosos urbanos, cobra una dimensión monumental. El caso de Vila Viçosa es otro magnífico ejemplo de azulejería de principios del siglo XX, cuya elaboración parece ser que fue puntualmente revisada por el rey D. Carlos I (1863-1908). A diferencia de la anterior, la orla neobarroca de los paneles -más profusa en motivos vegetales- no utiliza otro color que el mismo azul del interior, con gran alarde de sombreados. Las escenas de labores agroganaderas, los extraordinarios monumentos de la ciudad, recorren como gigantesco friso las paredes exteriores; destacando también la constancia histórica de la Guerra de Restauração contra el dominio español (1640-1668), impulsada por el Duque de Bragança, que desde Vila Viçosa partiría hacia Lisboa para ocupar el trono. Estremoz -esta otra estación ya “sin tren”- vuelve a la policromía, con más aparatosidad en los adornos exteriores alrededor de los motivos centrales, destacando grandes búcaros con flores y frutos. También desenvuelven escenas campestres y representan monumentos urbanos, con primorosos matices dentro de un azul siempre brillante. Su au- tor es el célebre acuarelista y ceramista Alves de Sá (1878-1972), que los realizó en 1940; tanto en esta estación de Estremoz como en la de Vilar Formoso -igualmente de su autoría, en la frontera entre Ciudad Rodrigo y Almeida-, estamos ante uno de los conjuntos de azulejería del siglo XX de mayor calidad de Portugal. ¡Lástima que en este caso hayan tenido que proteger los paneles con mamparas de metacrilato a causa del vandalismo y el robo que ya han padecido, lo que resta valor al entorpecer la visión de la viveza de los colores y la apreciación del conjunto, interrumpida por traviesas de aluminio. Azulejos de la estación de Estremoz 101 Azulejos de la estación de Évora Por último, en Évora, podemos disfrutar de otro de los conjuntos de azulejería en estación ferroviaria más importantes de todo el país, realizado por Jorge Colaço (1868-1942), célebre “azulejerista”, al que se deben obras de gran valor como buena parte de la Casa do Alentejo en Lisboa (Palacio de Alverca), el Hotel de Buçaco, la estación de S. Bento de Porto y las de Castelo de Vide y Marvão, así como otros distribuidas por todo el mundo, como el Castillo de Windsor en Inglaterra o el antiguo Palacio de las Naciones Unidas de Ginebra. El encanto de sus composiciones -también de motivos profesionales campesinos, monumentos urbanos y hechos históricos- son de un preciosismo apabullante. Encuadradas en marco cerámico verde y floreado polícromo en ángulos y separaciones, el azul y el blanco se combinan en juego mágico de matices, consiguiendo una sensación de volumen y movimiento imposible de superar. Magnífica excursión, por tanto, para un día, que puede completarse con el “refuerzo culina- rio” de la zona. En esta ocasión, lo redondeamos en la Adega do alentejano, tradicional bodega donde la sopa de tomate, la açorda á aletajana, los pezinhos de coentrada, los lombinhos de porco preto na brasa, la carne de porco con ameijoas… se complementan con el vino tinto y denso de la tierra,así como los postres caseros que invitan a proseguir con fuerzas renovadas la ruta das estações de caminhos de ferro de nuestra Raya/Raia. 102 Azulejo de la estación de Évora Azulejo en la estación de Vila Viçosa 103 33 Arcadas del Acueducto de Campillo de Deleitosa El acueducto de Campillo de Deleitosa: tesoro desconocido a nuestro alcance en la espadaña, con dos hermosas campanas y nido de cigüeñas. El pueblo se asienta en una enorme raña (depósito sedimentario de la Era Terciaria que recubre los materiales paleozoicos, con disposición horizontal, englobando cuarcitas y pizarras en base arcillosa y arenosa), escondido entre montículos mayores. Si pegado a la Raya tenemos ese envidiable Acueducto de Amoreira -en Elvas-, y un poco más hacia el oeste el de Água da Prata de Évora, al noroeste, en tierras extremeñas, podemos permitirnos también un delicioso paseo siguiendo el trazado de un acueducto excepcional, tesoro desconocido y resguardado. ¡Y además hacerlo, como en ninguno de los otros, por dentro del canal que transportaba el agua! Hablo del de Campillo de Deleitosa, a poco más de veinte kilómetros al sur de Navalmoral de la Mata (Cáceres). Lugar donde parece como si el tiempo se nos hubiera detenido. Tal como su iglesia parroquial, comenzada a construir en el siglo XVII, de aire tardo renacentista, más un toque arcaizante Valle por donde discurre el Acueducto (a la izquierda del río) Y al lado mismo, encontramos este acueducto de más de cinco kilómetros, en las laderas del río de Descuernacabras, y que nos lleva desde los restos del martinete (“molino”) de las Herrerías hasta las ruinas de la central hidroeléctri- 104 Tramo espectacular del Acueducto ca, que proporcionó energía en el pasado siglo a la zona, dándole una vida de la que ahora se resiente. El acueducto es increíble. Puede recorrerse casi en su totalidad por dentro del vaso del canal, que salva el vacío en algunos momentos con más de 7 metros de altura constructiva y más de veinte arcos consecutivos de medio punto, todo con el material cuarcítico y pizarroso de la zona, impermeabilizado con fuerte mortero. Atrae especialmente el paisaje. Viejo roquedo levantado en la orogenia herciniana, hace más de 350 millones de años. Anticlinales arrasados por la erosión y sinclinales rellenos, especialmente durante la Era Secundaria, a lo largo de doscientos millones de años. Vemos enormes crestas de cuarcita resaltando en lo alto de los montes; derrames de pizarras en laderas y depositadas al fondo de los valles, junto a areniscas y conglomerados. Por el camino, las glaciaciones del Cuaternario han depositado bloques de estos materiales metamórficos en las faldas y gargantas, formando enormes pedreras desnudas, contrastando con la vegetación exuberante del resto del terreno. La disposición de las pizarras que vamos esquivando es de buzamiento casi vertical, erosionadas en “dientes de perro”, de los que hemos de cuidarnos, por lo afilado de sus láminas, finas como hojas de un libro. El valle es rico en enebros, fresnos, quejigos, loreras, higueras, alcornoques, encinas, jaras, madroños, zarzamoras, hierbas aromáticas… Da para oler, mirar e incluso “masticar”… Todo ello lo atesora Campillo de Deleitosa, que fue ruta trashumante esencial, por sus notables pastos y su abundante agua, precipitada desde las crestas que encajan el arroyo de Descuernacabras, llegando a las fuentes y pilares del pueblo todavía. Vista al río desde el acueducto 105 34 Torre de molino y valle De Arroyomolinos a Montánchez, el ascenso a las fuentes del agua Del mismo modo que un paseo por la Serra d’Ossa, en el centro de Alentejo, nos llevaba a un tesoro de la naturaleza que, aun no siendo totalmente rayano, es frecuentado por los que viven en la Raia/Raya, deambular por la Sierra de Montánchez es como completar la “otra cara del espejo”, igualmente envidiable. Y entre las muchas rutas que podemos hacer en busca de esos tesoros que una malentendida “desruralización” no ha conseguido eliminar -¡pese a su empeño!-, está una atractiva caminada entre Arroyomolinos y Montánchez, siguiendo precisamente la Garganta de los Molinos, que tras siete kilómetros ascendentes nos deja de la primera en la segunda localidad. Inmediatamente que salimos por el noroeste de la primera, se nos presenta la imagen sucesiva de los molinos que nos sirven de guía en la ascensión durante más de tres kilómetros. Serán una treintena de construcciones, presentando una misma estructura, aunque varios han perdido algunos componentes, especialmente la casa de molienda, y otros han sido reconstruidos, pero dejados ya en lamentable abandono. De origen romano en buena parte, ha ido completándose el conjunto hasta el siglo XIX, manteniéndose en uso hasta los años sesenta del pasado siglo. Su tipología viene dada por la pronunciada pendiente del valle, que facilita la caída del agua desde una charca de embalsamiento en cada uno, a la que sigue un recio canal que acaba en un brocal de pozo con profundidad de unos 4 metros hasta la piedra de moler, en el cuarto o casa de molienda. 106 Conducción, torre, molino y valle Aquí las veredas se han convertido ya en caminos empedrados, que facilitan el acceso motorizado y la explotación de huertos, regados por abundantes torrentes, manantiales y fuentes que brotan de continuo. Subiendo un poco más, pasamos a un terreno remansado, prácticamente llano, amparado el camino por altos muros de piedra que delimitan pequeñas propiedades, en cuyo acceso encontramos portales monumentales, estructuras adinteladas techadas con lajas de granito y vigas de castaño, que albergan olivos, vides y plantaciones hortícolas en su interior. Ya cerca de Montánchez, un bosque de castaños, apretados como si fuera una alameda, nos acompaña casi hasta la visión del castillo portentoso de la ciudad. El camino, umbrío, tiene en sus muros de granito pegados musgos, líquenes, ombligos de Venus… que le dan un aire irreal, como si fuera un paisaje elaborado por nuestra fantasía. Y al final, coronando un picacho elevado a más de 700 metros sobre el nivel del mar, el castillo medieval, abrazado por el caserío encalado y de techumbres rojas, precedidos de más bancales que resguardan higueras, vides y olivos. Arriba planean las águilas. Abajo vuelan oropéndolas, currucas, ruiseñores, picapinos. Deambu- El agua que sale de cada uno es aprovechada por el siguiente, en esa sucesión como de cuentas de un rosario, de la que vamos disfrutando siguiendo una empinada vereda sinuosa, a cuyos lados se aprieta el matorral de jaras y retamas, escobas blancas y amarillas, tomillo, esparragueras. Las conducciones están labradas en piedra de granito y el terminal circular parece suspendido en el aire, abierto siempre al valle como una garita descubierta de fortificación. Cuando hemos ascendido a los últimos molinos, la visión hacia el sur nos descubre un impresionante paisaje de valle fluvial en “V” abierta -excavada por riachuelos, torrenteras-, de donde afloran bolos de granito a veces gigantescos. Y al fondo la explanada de Cornalvo, la espléndida dehesa de encinas y alcornoques que nos lleva hasta Mérida. Más arriba de esta Gargantea de los Molinos, conforme ascendemos, se nos presenta otra obra humana levantada con el esfuerzo y el tesón increíble del que sabe sacar el mínimo producto a la tierra: bancales graníticos que más parecen amurallamientos sucesivos, apretados. Así crean rellanos que posibilitan la presencia de olivos muy cuidados, donde la naturaleza de por sí no lo permitirían, o al menos no iba a facilitar su explotación. 107 Bancales de olivos lan deprisa por el sotobosque los mirlos y también alguna culebrilla. Montánchez nos aguarda con sus tentadores anuncios de jamones y chacinas envidiables, curados por el aire puro de la sierra. Hay que lamentar, eso sí, que no esté bien cuidada la señalización de la ruta y que estén sometidos a sistemático abandono esos tesoros patrimoniales que constituyen los molinos en cascada, maltratados por el hombre y el tiempo. Castillo de Montánchez 108 Cercado y entrada adintelada Conducción y torre de molino 109 35 Ábside capilla del Cementerio Antiguo o antigua ermita del Santo Cristo Talaván, patrimonio religioso con tortuosa fortuna de Nuestra Señora de la Asunción, que también merece una reflexión. El paseo, de 5 o 6 kilómetros desde el pueblo hasta el encuentro del arroyo Maya con el Tajo, es un agradable recorrido por un paisaje netamente mediterráneo, de fondo pizarroso, compacto de jaras y alcornoques, que en el cabezo interpuesto entre ambos ríos nos ofrece los restos de un castro celta del período del Hierro II, del que se conservan restos de murallas, torres y estancias, y poseyó tres recintos de amurallamientos concéntricos. Vueltos al pueblo, si al salir no habíamos reparado en ello, ahora veremos destacar de entre el caserío la torre de su Iglesia parroquial. Monumento sencillo pero de buena factura, levantado entre los siglos XV y XVI, en estilo tardogótico y renacentista, del que enseguida nos llamará poderosamente la atención su torre, alzada en la cara norte. Problemas de conservación de su último tramo llevaron a que en los años sesenta del pasado siglo se hiciera una intervención de urgencia, colocando una cubierta inclinada, habiendo desaparecido prácticamente todo el cuerpo superior. En 2009 se procedió a su rehabilitación y, para no reconstruir con mimetismo (algo que se rechaza en las técnicas y normativas de intervención en monumentos), se levantó una estructura cúbica en Si en la Serra d’Ossa y en la de Montánchez hemos podido hacer interesantes rutas compatibilizando patrimonio natural con humanizado, otra vez más apartándonos ligeramente de la “línea de Raia/Raya” volvemos a gozar de nuestros montes, ahora yendo entre Cáceres y Plasencia, por el Valle del Tajo, en ese preanuncio del Parque Nacional de Monfragüe que son los alrededores de Talaván. ¿Y por qué en esta zona menos conocida de los tesoros que conforman nuestro patrimonio? Por eso, por abrir nuevas opciones y porque el empeño, siempre loable, del Grupo de facebook ARQUEONATUREX -tan eficazmente administrado por Amparo Carrasco- insistió en invitar a cuantos lo desearan a compartir una ruta senderista moderadamente montuosa, con el descubrimiento de un patrimonio artístico especial. Concretamente, ese pequeño tesoro que es la antigua Ermita del Santo Cristo, vecina de la Iglesia parroquial 110 Castro celta (La Torrecilla. Del Hierro II) y río Tajo hormigón visto con aberturas rectangulares en vertical y remates de machones blancos, de una altura doble de la del tramo de torre conservado. Y así, para evitar una reconstrucción “imitadora”, se ha implantado un auténtico bodrio que a nadie deja indiferente por lo disparatado: el impacto visual es terrible, al tiempo que carece de la mínima “inspiración de la gracia artística” que cualquier actuación en un patrimonio histórico debería tener. Un cubo, en definitiva, que está pidiendo a gritos su desmonte. XX sirvió como cementerio municipal, pasando posteriormente al total abandono, en que ahora se encuentra. Es especialmente inexplicable su estado de dejadez y ruina, porque estamos ante un patrimonio singular en cuanto a su interior decorativo se refiere, del que apenas si queda la capilla mayor, pues lo demás está prácticamente destruido, a no ser los arcos que definen los tramos de su única nave. Iglesia parroquial Ntra. Sra. de la Asunción, después y antes de la “intervención” Cúpula del ábside Pero lo más lamentable corresponde a la Ermita del Santo Cristo, pequeño monumento del siglo XVII, que durante el XIX y buena parte del Esta capilla es de planta ochavada y cúpula semiesférica sostenida sobre pechinas irregulares, to- 111 Capilla del Cementerio Antiguo o antigua ermita del Santo Cristo talmente esgrafiada. La ornamentación de la cúpula es floral y geométrica desde la clave superior hasta el círculo de base en donde se presenta lo más singular de la decoración: un friso de ángeles réprobos, o condenados, o “malos”, que podemos llamar. Sobre fondo blanco, se delimitan las alas con trazos lineales curvos; en sus cara se muestran ojos de terror y en la boca enormes dientes puntiagudos, dejando entrever un fondo rojo, como rojo es el contorno y punteado del capirote triangular que cubre sus cabezas, de cordón con borla del mismo color, lo que les da un aire grotesco y desamparado. La imagen de estas figuras “angélicas” -todo cabeza y alas- es sobrecogedora, pareciendo representar las penas de la condena eterna. Un versículo en latín recorre el círculo inferior. Corresponde al profeta Isaías, que traducido viene a decir: FUE OFRECIDO PORQUE ÉL LO QUISO. Y ÉL CARGÓ CON NUESTROS PECADOS. ISAÍAS 53. Queda rematado con la fecha que nos indica el momento de su realización: 15 DE MARZO DE 1628. Pero tan sobrecogedor, sin duda, es que todo lleva abandonado más de medio siglo, a merced del que quiera entrar a “pintarrajear”, a van- dalizarse mejante obra singular que pertenece a la corriente artística de los esgrafiados bejaranos y trujillanos (como ha estudiado, entre otros, Roberto Domínguez Blanca) y de los que no hay ejemplos parecidos en otro lugar. Buena ruta, por tanto, para hacer. Buen patrimonio artístico para contemplar, admirar y… lamentar. Y también para exigir que se cuide y ponga dignamente a disposición de todos, como apreciable tesoro de nuestras tierras fronterizas, tan ricas en ello y tantas veces ignorados. 112 Ángel réprobo 113 36 Bolos graníticos en berrocal. Dehesa Boyal de La Roca de la Sierra Rico tesoro geomorfológico de La Roca de la Sierra buenos pastizales y tierra de labor, de amplios horizontes visuales. Al Norte (hacia Cáceres): terrenos montuosos, donde se encuentran afloramientos de pizarra y cuarcitas ordovícicas, densas de vegetación mediterránea: encinas, alcornoques, jara y romero, muy aptas para la ganadería ovina y porcina extensiva. La Roca de la Sierra, enclavada en las estribaciones de la Sierra de San Pedro, tiene una situación geomorfológica privilegiada, con un legado natural edafológico que constituye un notable tesoro. A ello hay que unir su patrimonio históricoartístico, que va desde magníficos dólmenes de los alrededores, al Monasterio de San Isidro de Loriana -hacia (y de) La Nava de Santiago-, del siglo XV; puente medieval interior e Iglesia Parroquial tardogótica-renacentista de finales del siglo XIV terminada en el XV (ambos poseen bien labrada sillería granítica, aparte de notable portada principal de la iglesia, de magnífica arcada, e impresionante navesalón de bóveda de crucería y retablos barrocos), casas blasonadas, etc. Presenta al Suroeste (hacia Badajoz) terrenos llanos, de sedimentos arcillosos miocénicos, con Granito en “dorso de ballena” Al Este y Sureste (hacia La Nava de Santiago y Montijo), roca ígnea, plutónica, en suelos ondulados: se elevan al exterior formaciones graníticas, elevadas y muy erosionadas (“bolos”, “hongos”, “dorsos de ballena”…); amplios berrocales muy aptos como materiales constructivos. Generosas dehesas, ofrecen asiento a ovejas y cerdos de montanera. 114 Formación en hongo granítico. Dehesa Boyal de La Roca Al Oeste (hacia Villar del Rey), metamórfica pizarra, muy valiosa para tejados, suelos, aislantes, en terreno de cerro y monte (sobresaliendo el de Valdevilano). Abrupto territorio de caza mayor, con algunas zonas de olivar y buen terreno para cabras y ganadería bovina en libertad. Alrededor, alguna roca ígnea, volcánica: duro basalto, así como canteras metamórficas, de cuarcitas. Entre ellas, buena tierra de labor. De todo se han aprovechado siempre los canteros, faenando en medio de sus dehesas de encinas y alcornoques, con rico sotobosque y corrientes erosivas de aguas torrenciales, retenidas en charcas legendarias. Por cualquier lado, caminos de vistas formidables, que invitan al senderismo y a la contemplación. Con todo, lo mejor, su Dehesa Boyal, de buenos pastizales, regada por la ribera Lurianilla, de extensos y elevados berrocales graníticos, con formas variadas, de espectaculares “dorsos de ballena”, “hongos” y “bolos”. De allí, las rutas hacia la zona de dólmenes y Convento de Loriana serpentean por su ribera, rica en fresnos y zarzamoras, con molinos de agua que conservan -especialmente recuperado el de su Dehesa Boyal en la zona donde se celebra la Romería de San Isidro-, su estructura central y conducción de agua en arco de ballesta. Todo un goce para los sentidos, al alcance de las manos de cualquiera. Mapa geológico de los alrededores de La Roca 115 37 El Corredor de invasión Madrid - Lisboa Corredor de invasión Madrid-Lisboa: tesoro abaluartado de La Raya Badajoz. A lo largo de los siglos XVII, XVIII y XIX completaría unas defensas artilladas y abaluartadas de gran importancia. Al norte estaba auxiliada por Alburquerque, e inmediatamente al sur por su poblado efímero de Telena; fortaleza esencialmente bajomedieval la primera y del siglo XVII la segunda. Pero el “embudo de contención” alentejano superaría con creces estas construcciones de defensa e impulso a la infiltración, teniendo ante Badajoz una inmediata tenaza primero de fortalezas medievales y después revestidas de abaluartadas con enorme despliegue técnico: Campo Maior al norte, Elvas al centro y Olivença al sur. Vanguardia fortificada de impresionante alarde bélico y extraordinaria belleza monumental mirándolo como legado histórico. A esta línea de inmediato choque le sucede como una primera e inmediata retaguardia otro conjunto donde igualmente lo medieval ha sido revestido a partir de la Guerra de Restauração Las sucesivas guerras de la Edad Moderna convirtieron la Raya, en la línea de invasión MadridLisboa, en una sucesión de “escudos abaluartados”, que ya en la Baja Edad Media tuvo una importante implantación de castillos góticos, de defensa activa. Este corredor, este inmenso valle del Guadiana fronterizo, que se prolonga por la planicie alentejana hasta Setúbal-Lisboa, presenta en la parte española una importante población que fue sucesivamente fortificada desde su fundación islámica: 116 Escudos sucesivos de 1640-1668: Arronches más al norte de Campo Maior; Ouguela en el norte inmediato y Juromenha a espaldas de Olivenza, a orillas del Guadiana. Estrechándose ese “tubo de embudo”, internándose hacia el inmenso llano alentejano que lleva cómodamente hacia Lisboa, una segunda, casi horizontal línea de retaguardia: Vila Viçosa, Estremoz y Évora. Otra vez más lo medieval se reviste de abaluartado, y -como los anteriores- protagonizan importantes confrontaciones entre portugueses y alentejanos, con sus respectivos aliados, ingleses y franceses en la Edad Moderna, tras las guerras de frontera anteriores ante las conquista a los musulmanes. De todo ello nos ha quedado un patrimonio artístico-monumental verdaderamente extraordinario, único; testimonio singular de una prolongada época de lucha fronteriza, en muy buena parte preservado en cuanto a su integridad y autenticidad. Digno de contemplarse, “leerse”, disfrutarse en serie. RECORRIDO POR LAS LÍNEAS DE CHOQUE Y CONTENCIÓN. Amurallamiento medieval (izquierda) y redientes abaluartados (derecha) en Alburquerque Partir de Alburquerque, con su incomparable castillo roquero del siglo XV y sus redientes arti- 117 llados del siglo XVIII (sin olvidar su barrio gótico) para dirigirse a Arronches, que conserva gran parte de la muralla abaluartada iniciada en el siglo XVII, es un buen comienzo. No falta en el camino muestras interesantes de pintura esquemática rupestre, como en sus cascos históricos un notable patrimonio arquitectónico religioso. Antiguos cuarteles militares de Campo Maior El paseo desde allá nos lleva a Badajoz, a dieciséis kilómetros, distancia que prácticamente no hemos superado en los anteriores recorridos con parada. El tesoro de esta ciudad, la mayor de su entorno, con más de 150.000 habitantes, es de sugerente complejidad: desde su alcazaba musulmana hasta su Museo de Arte Contemporáneo ubicado donde estuvo -y fue lamentablemente destruido- el Fuerte de Pardaleras, recorremos todo el arte y la historia cuando menos de los siglos X al XXI. Baluarte en Arronches De Arronches podemos bajar a Ouguela, deliciosa y mínima población de apenas 50 habitantes que sorprende por su fortaleza medieval artillada y complementos abaluartados, con enorme cisterna en el patio de armas y envidiables vistas alrededor, que rivalizan con las de Alburquerque, visible desde allí. Esquina de baluarte. Badajoz Al sur, la Olivenza española (Olivença portuguesa), que une a su patrimonio fortificado neurobalístico y pirobalístico -como las demás- su riquísimo y variado patrimonio monumental y urbano, así como un Museo Etnográfico de los más completos que podamos contemplar. El “plato fuerte” puede que lo detente la siguiente parada: Elvas, con uno de los conjuntos de fortificaciones abaluartadas y sus complementos más Casa del Gobernador. Ouguela Una decena de kilómetros más abajo: Campo Maior, conjunto medieval, renacentista y moderno extraordinario en cuanto al patrimonio militar, civil y religioso, complementado con sus museos etnográficos e industriales. 118 Castillo y fortificación moderna. Olivenza grandiosos e íntegros del mundo, enriquecidos por dos cercas islámicas y otra más bajomedieval, en parte conservadas (y coronadas por su castillo, primer Monumento Nacional clasificado en Portugal, en 1906), así como un conjunto de iglesias donde la riqueza gótica, manuelina y barroca se muestra con generosidad. decena de kilómetros debajo de Elvas, cuyas murallas musulmanas en adobe quedan amparadas por un inmenso fuerte abaluartado que eleva sus murallas en el cerro a orillas del Guadiana, ofreciendo una estampa llena de grandeza. Fortificación de Juromenha y Guadiana Forte da Graça y plaza fuerte de Elvas Internándonos en la planicie, defendiendo el camino de Lisboa, encontramos tres sucesivas maquinarias defensivas, a punto para la ofensiva de contraataque: Vila Viçosa, a la que el viajero puede acceder desde Juromenha sin necesidad de volver a la carretera principal. La ciudad ducal es un libro abierto de arte y de historia, bajo el signo Estas poblaciones de primera línea geográfica en la Raya, que exigen parada y fonda en su amplia y sugerente oferta de estancia y gastronomía, se completa con Juromenha -en la “cola” impresionante del Barragem (embalse) de Alqueva, apenas una 119 Vista hacia el castillo y fortaleza de Estremoz principal de los duques de Bragança, no solo por su Palacio Ducal incomparable, sino también por su castillo artillado del siglo XVI, imponente, amenazante, a un lado de su fortificación medieval, y revestido de tenazas abaluartadas que defienden el flanco más expuesto al enemigo. Para terminar, cerrando el “embudo abaluartado” del corredor de invasión Madrid-Lisboa: Évora, Patrimonio de la Humanidad, como también lo es Elvas, y como ella con extraordinario acueducto, obra esencial de los hermanos Arruda, del siglo XVI, que igualmente intervendrían en el castillo artillado de Vila Viçosa o el de Evoramonte, en el camino entre ambas poblaciones. Ciudad-museo, como habríamos de calificar a Elvas y Vila Viçosa, y como todas las demás testigo esencial de la historia fronteriza desde las correrías de Geraldo Sem Pavor (a quien recuerda en su escudo), del siglo XII, hasta últimas confrontaciones en las invasiones napoleónicas, siete siglos después. Panorámica de Vila Viçosa Enseguida: Estremoz, magnífico en su Torre del Homenaje, donde vivieron el rey D. Dinis y la reina Dña. Isabel, extraordinario en su cerca abaluartada y único en su mercado de los sábados en la espaciosa plaza principal, en que las antigüedades se alternan con los productos artesanales y los hortofrutícolas de los propios productores. Acueducto y Forte de Santo António, de Évora 120 Recorrido zizagueante Tesoro en serie inigualable de la Raya, testimonio y ejemplo de conjuntos urbanos fortificados que ejemplifican el desarrollo tecnológico e ilustran etapas esenciales de la Baja Edad Media y de la Edad Moderna. Patrimonio indiscutible de la Humanidad. Recreo artístico-monumental para las generaciones actuales y para las venideras. Un paseo en zig zag atravesando nuestra Raya/ Raia, un día tan llena de conflictos y hoy repleta de monumentos heredados que debemos preservar y disfrutar. 121 38 Fortificación abaluartada de Castro Marim De Castro Marim a Valença do Minho, pasando por Elvas y Almeida ¿Cómo es posible, en medio de tanta barbarie para con el Patrimonio Histórico-Monumental como ocurre por todos los puntos cardinales, que unas poblaciones del oeste peninsular -“apretadas” de recursos económicos- mantengan tan admirable tratamiento de su propia herencia patrimonial, realzándola, revitalizándola, ofreciéndola a todos de una forma tan ejemplarmente extraordinaria? Castro Marim es “la joya de la corona” dentro de las fortificaciones del sur de la Raia/Raya, como Elvas lo es en el extenso espacio extremeñoalentejano. Y como más arriba Almeida para las Beiras-Castilla/León, o Valença do Minho en el norte portugués/sur gallego. El castillo medieval de Castro Marim -posteriormente artillado- y sus murallas fortificadas “a la moderna” -con esa maravilla de Forte de São Sebastião, mínimo y admirable rectángulo de cuatro semibaluartes resaltados entre sendas cortinas y tenazas-, se alzan en las marismas salinas de la desembocadura del Guadiana como diamante gigantesco y pluriforme, que guarda en su interior un caserío singular, algarvío, blanco y ocre, de calles que suben y bajan de una a otra maquinaria defensiva, enclavadas en su extremos resaltados, de cerros vigilantes. Ha sido su rehabilitación respetuosa, ejemplar, enaltecedora de sus potencialidades. Conjunto bien visible desde los extensos alrededores: Ayamonte en España, Vila Real de Santo António en Portugal… Guarda y vigía de la entrada del Guadiana, testigo desde lo más remoto de invasiones; conteniendo avances con su poderoso amurallamiento de sucesivo perfeccionamiento, y que hoy es testimonio y tesoro para todos. 122 Paiol (polvorín) de Nossa Senhora de la Conceição, de Elvas Elvas, la más compleja de las fortificaciones de la Península y, sin duda, una de las que atesora mayor legado de defensa militar del mundo, nos ha vuelto de nuevo a impresionar. Ya no es solo su recinto fortificado general, con tanta profusión de baluartes, revellines, mediaslunas, coronas, tenazas, redientes, glacis, puertas monumentales, cuarteles, antiguos hospitales, almacenes de barcas y pertre- chos, edificaciones de intendencia, sus dos fuertes y los tres fortines… Ahora se nos exhibe con esos tesoros menos conocidos como es su increíble Cisterna da Praça -de 56 metros de largo, 5 de ancho y 8 de altura,- diseñada por el ingeniero jesuita Cosmander en el siglo XVII, de bóveda de cañón con arcos fajones y monumental escalera -de 26 peldaños para acceso a la base-, ca- Puerta de entrada a la fortaleza de Almeida 123 Vista de Tuy desde las murallas de Valença do Minho paz de contener 2.320 metros cúbicos de agua. También fue recuperado hace algún tiempo, para uso cultural, expositivo, el Paiol de Nossa Senhora da Conceição (polvorín), inmensa construcción circular con cúpula en “media naranja” (casi 15 metros de circunferencia en su base), rodeada de corredor de protección -diseño del ingeniero francés, igualmente del siglo XVII, Nicolau de Langres- y amparada posteriormente por gigantescos pararrayos. Almeida sigue proyectando rehabilitaciones de su portentoso conjunto, recuperado ya en su mayor parte. Una nueva etapa para intervenir en el Castelo Medieval de D. Dinis, luego artillado, así como en el Quartel das Escuadras (del siglo XVIII), completará un conjunto singular y portentoso, hexágono casi regular que contiene todos los elementos de una fortificación rigurosamente abaluartada. Más arriba queda, entre los muchos testimonios de estas maquinarias defensivas de la Edad Moderna en la Raia/Raya (auténticos valores punteros del arte universal), Valença do Minho: igualmente sorprende por el tesón con que se cuida el patrimonio militar encerrado en su doble fortificación: obra coronada hacia el sur, unida por leve pasadizo al extenso cuerpo ovalado con siete baluartes que da hacia Tuy. Como las anteriores, mantiene el interior lleno de vida, de actividad, de acertado uso ciudadano y oferta cultural, recreativa y lúdica abierta al visitante. Sus vistas hacia las vegas del curso bajo del Miño y hacia Tuy resultan impactantes. ¡Qué ejemplo para todos! ¡Qué envidia para tantos que vemos cómo en la misma Raia/Raya muchos responsables de sus poblaciones con legado monumental fortificado no saben entender la lección que estas ciudades nos están dando cada día! 124 Amurallamiento de Elvas Recreación de enfrentamientos en Almeida 125 39 Fortificación de Lagos. Zona oeste Fortiicaciones de Lagos, un paseo entre la hierba y el mar Madeira, durante el siglo XV, lo que obliga a una constante revisión de la fortaleza costera, como lugar de resguardo de embarcaciones y preparación de flotas. D. Manuel I (1495-1521) ordenó reconstruir la parte de muralla que con los años se había ido descuidando, se inicia el edificio de Paço dos Gobernadores (especie de Torre del Homenaje, frente al mar) y se comienza una segunda línea de murallas, a partir de 1521, más amplia y con diseño adaptado a las nuevas armas ofensivas de la artillería. Esta segunda cerca se concluye bajo el reinado de su hijo D. João III (1521-57), levantándose diversos baluartes, hasta alcanzar un total de 14: seis mirando hacia el mar y ocho hacia tierra, sector menos atendido hasta aquel tiempo. Con estas actuaciones, Lagos pasa a tener la primera muralla abaluartada de Portugal -la Cerca Nova-, si bien el sistema es aún muy primario, pues salvo las esquinas (con dos escudos formando ángulo agudo, como flechas cubriendo torres adelantadas), los extensos paños de muralla apenas poseen torres cuadrangulares con plataforma delantera sobresaliendo, como orejones rectos. Eso sí, todos estos escudos y plataformas presentan amplias aberturas abocinadas, para instalación de artillería. Aunque algo distanciado de la Raya, tendiendo hacia la punta oeste del Algarve marítimo, Lagos es una población muy apreciada por los que desde nuestra frontera nos decidimos por las playas soleadas e inmensas del sur de Portugal. Pero al margen de ese tesoro que constituyen las arenas doradas de una costa que parece inacabable, Lagos pose el conjunto amurallado más extenso y completo del Algarve marítimo, con origen romano, reconformación musulmana (siglo X), con restauración y ampliación a finales del siglo XIII (bajo el rey D. Dinís) hasta mediados del XIV (reinado de D. Afonso IV), lo que se conserva con mucha integridad en la zona que mira al mar, hacia el este. La mucha importancia que Lagos tuvo con los descubrimientos portugueses se materializa en numerosas partidas de expediciones al norte de África, la costa hasta Cabo Bojador Azores y 126 Puerta de entrada a la Cerca Velha. Lagos En la actualidad, no conservan ni fosos, ni contraescarpa al exterior; ni revellines protegiendo las extensas cortinas; ni taludes de refuerzo interior, como es propio de las fortificaciones abaluartadas, ni garitas, y ni siquiera caminos de ronda en adarves. De esta manera, más parece un amurallamiento tardomedieval reforzado con torreones recrecidos para disponer elementos artilleros, a los que por delante se les hubiese dotado de unas “mamparas” a manera de escudos artillados, planos en el recorrido de los paños y como flechas en las esquinas. Toda la fortificación es revisada, reforzada y modernizada en 1598 (tras los ataques del cor- Baluarte y cortina. Lagos 127 Forte, Cerca Velha y refuerzo del siglo XVII. Lagos sario inglés Francis Drake), en 1621 (al aumentar la importancia del embarcadero de Lagos), en 1642 (por las Guerras de Restauração contra España) y tras el destructivo terremoto de 1755. Actualmente, por la zona sur y oeste, que forman entre sí casi un ángulo recto, se conservan tres baluartes triangulares (en las puntas y el vértice) y cuatro rectos (dos en cada cortina). Hacia el norte (bajando desde la colina interior hacia la ría que da de inmediato al mar), apenas queda un trozo de la muralla, habiendo desaparecido el resto engullido por la expansión urbana, lo que ocurre a lo largo de toda la ría, hasta su tramo final: zona, por cierto, de gran bullicio turístico. En el tramo del este, ya llegando al mar, no solo se conserva la muralla medieval (Cerca Velha) en buen estado -con magnífica puerta de entrada flanqueada por dos altivas torres albarranas-, sino un refuerzo de finales del siglo XVI (Cais da Ribeira: Embarcadero de la Ría), con diseño “a la moderna”,envolviendo al Paço dos Gobernadores, de principios de ese siglo. Éste presenta almenas con saeteras como el resto de la Cerca Velha, algo que no aparece en el resto de las murallas. Enfrente, asentado en la orilla del mar, se construyó entre 1680 y 1690 el Forte da Ponta da Bandeira, como defensa del acceso al embarcadero y de la propia muralla medieval de la ciudad. Magnífico ejemplo de fuerte con planta cuadrangular, gruesas paredes de plano inclinado, foso, puente levadizo y garitas cilíndricas restauradas. Visitable, didáctico, con singular capilla forrada por azulejos del siglo XVII. Puede recorrerse todo el perímetro exterior de estas murallas -exento de edificaciones al demolerse las adosadas a partir de 1955-, pasear cómodamente en casi su totalidad por una senda sinuosa apenas separada de la escarpa y rodeada de vegetación arbustiva y césped, lo que hace del paseo una delicia artística, histórica y… deportiva. 128 Esquina abaluartada en Lagos Forte Ponta da Bandeira, en Lagos 129 40 Ría Formosa Raya Sur: playas y fortalezas en hermosa reserva natural sotros que las del oeste algarvío, con una oferta hotelera y de restauración magnífica. Merece una parada la ciudad fronteriza de Ayamonte, de extraordinaria biodiversidad en sus marismas, con pequeños y múltiples canales naturales, poseyendo la población un abundante legado artístico eclesiástico y civil (el militar -castillo y fortificaciones abaluartadas- se perdió, salvo una muralla de ésta última), y hermosas vistas al entorno, tanto marítimo como terrestre. Muchos solemos frecuentar esa extensión de playas envidiables y relativamente cercanas que conforman el recodo de Huelva -finalizando el Golfo de Cádiz-, así como el espacio que desde Faro va hasta la punta de Sagres, olvidando casi siempre el este del Algarve y la desembocadura del Guadiana. Sin embargo, ¡qué belleza serena la del mar sosegado por el dique de arena y flora generosa de la portuguesa Ría Formosa, remanso de paz que invita al paseo tranquilo por sus bordes, al tiempo que a una navegación de bajura que nos asienta en playas discretas y tranquilas, desde Faro a Cacela, del concelho de Vila Real de Santo António! Y tras la desembocadura del Guadiana, vienen las muy turísticas españolas de Isla Canela e Isla Cristina, aún de mayor aceptación para no- Torre de vigilancia en Ayamonte Y junto a la serena atracción de la faja del mar, el este del Algarve es todo un tesoro a descubrir. Así, Tavira es una población de amplio patri- 130 Forte de Cacela Velha lujo de las puestas de sol ya merece la visita. Solo queda que se restaure y ponga en uso esta fortificación abaluartada, como ocurre con la Fortaleza de São João da Barra, en Cabanas de Tavira, utilizada como hotelito apacible al lado mismo de la ría. monio artístico monumental, desde el Medievo hasta la actualidad, cuya oferta hotelera variada está marcada en gran parte por el buen gusto y la discreción. Esto pasa con la almadraba transformada en hotel, al lado del sobrecogedor Forte do Rato, en medio de las dunas interiores, donde el 131 Amurallamiento Castro Marim Y es Cabanas de Tavira un pueblo de pescadores, como un poco más al este Cacela, en cuya parte Velha -al borde del mar- tenemos otra fortaleza de la Edad Moderna -puesto de vigilancia marítima de la GNR- en lo alto de un morro, que puede bordearse por el sur tocando el sosegado mar de la ría. A partir de ahí, las playas son accesibles desde la tierra firme -sin el dique de esa ría-, y sus arenas finas, extensas sobre un mar que coge profundidad muy lentamente, invitan al paseo, al ejercicio saludable, acercándonos hasta Vila Real de Santo António -del que nos sorprenderá su pulcro urbanismo bien trazado y su marina-, en la frontera y desembocadura del Guadiana. De ahí, se “salta” a las de Huelva, inigualables en sus arenas, extensión e infraestructura de acogida. Desde ese “encuentro internacional”, subiendo el río, llegamos a Castro Marim, la joya monumental fortificada del sur de la Raya Ibérica. ¡Impresionante su castillo medieval, tan bien tratado, tan didáctico, con esas vistas inigualables desde sus murallas a la Reserva Natural do Sapal, inabarcable extensión de salinas, riqueza histórica y actual de la población! ¡Fantástica su fortificación abaluartada que abraza al castillo y se extiende por los cerros de los alrededores, con un grandioso re- vellín en herradura y un bien recuperado Forte de São Sebastião, flanqueado por enormes baluartes! Aún sigue siendo para muchos “la gran desconocida”, intacta y tan cuidada, que quien se acerca se sentirá tentado a repetir. Repetir en todo este espacio, tesoro natural de sol y playa, de fortificaciones y de sorpresas culinarias por el pescado fresco de este rincón del Atlántico y las huertas feraces que llegan casi al mar. 132 Fosos do Forte do Rato, de Tavira 133 41 Casa “de una sola teja” De Monsanto a Castelo Novo: diamantes en estado puro dos, en ocasiones tan cercanos de un lado a otro de la calle que casi se tocan? Y el olor de su cocina, tantas veces centenaria, de cazuelas de hierro, recipientes de barro, leña y horno de piedra, arcilla y cal, ¿desde cuándo preside los fogones donde perfuman el aire con su olor las feijoadas, el cabrito asado, la perna de borrego o la chafana? Cuando uno cree que ya nada puede sorprenderle en este mundo indescriptible de la Raya, toma la falda sur de la Reserva Natural de la Serra de Malcata y baja hasta Monsanto. ¿Fue todo a la vez, granito en bolos gigantescos y caserones igualmente de granito, confundidos en un levantamiento simultáneo? Esas calles que ascienden y retuercen quebradas plataformas donde brilla el cuarzo, ¿no son también obra de la naturaleza, soberbia, gigantesca en los enormes peñascales de donde se levanta el caserío -como naciendo en sus entrañas- y que lo protege con exageración por todos lados? Y la Pousada de Monsanto, tan discreta, de tan buen gusto, siempre recomendable, ¿no forma parte igualmente de la creación infinita de los tiempos, como la bruma constante que desdibuja los teja- Barragem (embalse) en Penha García Monsanto es el resultado de la más delicada y natural confabulación de los dioses y los hombres, como la muy cercana Penha García, caserío y roquedo que dominan el barragem de su nombre y permiten ver hasta las lejanas Serra 134 Caserío en los valles de la Beira Baixa da Estrela, da Gardunha, da Malcata y Gata, gozándose de unas puestas de sol inolvidables. O como la vecina Idanha-a-Velha, hoy mínimo pueblecito, que en su momento fuera importante ciudad romana, núcleo visigótico, fortificación árabe y sede episcopal en el siglo XII, de lo que conserva importantes vestigios: lápidas romanas, baptisterio paleo-cristiano, muralla medieval, sin olvidar su castillo (como las otras dos poblaciones). En la villa, podemos adquirir recuerdos artesanales de excelente gusto, que rememoran su pasado glorioso. Las tres poblaciones forman un triángulo isósceles, de apenas 14 kms. entre sus tres lados, donde dan ganas de perderse, de confundirse entre el boscaje y las piedras monumentales, que invitan al paseo sin prisas, sosegado, siempre reparador. Pero si nos desviamos ligeramente hacia el oeste, tampoco iremos mal encaminados. En los soberbios contrafuertes orientales de la Serra da Gardunha hay un nuevo conjunto de pequeñitas poblaciones que van a conquistarnos. Destacaremos Alpedrinha y Castelo Novo, al pie casi de la carretera que desde el norte alentejano y Castelo Branco llevan al cuadrante nororiental de Portugal. Otra vez castillos, casonas, granito en paredones imponentes, agua y verdor, nos acompañan, como sustituyendo a una población que escasea y envejece. Todo son aldeas detenidas en la historia, en su gloriosa historia medieval, y preservadas aún de la avaricia de un descontrolado turismo de consumo novedoso. El silencio predomina, junto al levísimo sonido permanente del aleteo de las bandadas de pájaros y algunas aves de rapiña. Y siempre encontraremos una tasquinha, un mínimo restaurante donde degustar la cocina tradicional heredada de la mezcla de civilizaciones que por aquí se han superpuesto. Levada de agua. Canal de riego 135 42 Ovejas en los fosos de Ciudad Rodrigo Ciudad Rodrigo y Almeida, cara a cara en la frontera Como Valença do Minho y Tuy al norte. Como Castro Marim y Ayamonte al sur, o ligeramente más arriba Sanlúcar de Guadiana y Alcoutim. Como Badajoz y Elvas en el corredor Madrid- Lisboa… Ciudad Rodrigo y Almeida forman ese “ojal y botón que cose la frontera”. En este caso es entre Castilla-León y las Beiras, y están acompañadas por otras fortalezas, que en España tiene sus hitos decisivos en San Felices de los Gallegos y el Fuerte de la Concepción de Aldea del Obispo -al noroeste de Ciudad Rodrigo-; en Portugal: en Castelo Rodrigo y Sabugal -al norte y sur, respectivamente, de Almeida-. El patrimonio artístico-monumental de Ciudad Rodrigo, una ciudad de menos de 14.000 habitantes, es increíblemente inabarcable. Su castillo de Enrique II de Trastámara, del siglo XIV, es un delicado, elegante Parador Nacional; junto a su Catedral de Santa María (de los siglos XII al XIV, con torre del siglo XVIII), hermoso conjunto ro- mánico de transición al gótico, forman lo que podríamos llamar “las joyas de la corona local”. Sus murallas -imprescindibles en esta ciudad de frontera marcada por las guerras del Medievo y Edad Moderna- tienen más de dos kilómetros de perímetro y fueron iniciadas durante el reinado de Fernando II de León, en el siglo XII. Serían complementadas en el XVIII con refuerzos abaluartados y magníficos fosos que en buena parte se conservan. A este patrimonio ha de unirse un gran número de palacios, palacetes, casonas señoriales, iglesias, conventos, plazas monumentales, de extraordinario valor y belleza, como es el caso del propio Ayuntamiento, el Hospital de la Pasión, los palacios de los Águila o el de los Ávila y Tiedra, renacentistas, como la propia Plaza Mayor. Ciudad Rodrigo, por su posición estratégica en la frontera, ha sido continuamente lugar de enfrentamiento, conquista, asentamiento militar, desde su repoblación en 1161 hasta la misma Gue- 136 Doble revellín en Almeida rra Civil en 1936. De ahí la importancia de su patrimonio militar amurallado, así como sus recias construcciones. Y este es el caso también -al otro lado de la frontera- de Almeida, que pese a su reducida población (no llega a 1.500 habitantes en la zona intramuros) presenta una de las fortificaciones más admirables de la Raia/Raya, una de las más notables de las fortificaciones abaluartadas del mundo. Su actual estructura se debe a la construcción iniciada en 1641, a raíz de las Guerras de Restauração (1640-1668), siendo perfeccionada sucesivamente a lo largo de los sucesivos enfrentamientos hispano-portugueses, especialmente de nuestra Guerra de Sucesión (1701-1714) y los cercos de 1762 -durante la Guerra de los Siete Años- y de 1810, durante la Invasión Francesa. Esta envidiable fortificación presenta forma de estrella ligeramente irregular de seis puntas, con seis baluartes y seis revellines -uno de ellos doble- y un perímetro de 2.500 metros, abarcando una superficie de 650.000 metros cuadrados. Está dotada de un impresionante foso de doce metros de profundidad y una anchura mínima de diez metros y máxima de sesenta y dos. La fortaleza tiene dos extraordinarias puertas monumentales de entrada y un patrimonio interior de edificios militares ejemplarmente restaurado y puesto en uso, destacando también el aprovechamiento de las casamatas para Museo Histórico-Militar. Éste ocupa siete salas, cada una monográfica, destacando las dedicadas a las Guerras de Restauração, Guerras Peninsulares y la Guerra Civil Portuguesa de 1828-1834. A este tesoro militar se une el propiamente urbano, presentando un caserío medieval muy cuidado en su estructura, morfología y tipología edificatoria, que hacen de esta ciudad-museo una de las más admirables “aldeias históricas de Portugal”, título que ostenta y cuida con excelente esmero. Y al medio, en la misma Raya/Raia, en la carretera que nos conduce de una población a la otra, Vilar Formoso: buena parada y fonda con deliciosa estación ferroviaria, cuya azulejería (del acuarelista Alves de Sá) es una de las más destacadas del siglo XX en Portugal. 137 Museu Militar de Almeida Azulejo Estación de Vilar Formoso 138 Castillo de Ciudad Rodrigo 139 43 Murallas abaluartadas y castillo medieval Chaves, centinela del norte trasmontano Las defensas serían ampliadas y readaptadas a la artillería a causa de la Guerra de Restauração (1640-1668), emprendiéndose su modernización entre 1658 y 1668. En una primera etapa, entre 1658 y 1662, se le dotó de baluartes; fosos secos; un revellín (“da Madalena”, al sur, al borde del río, protegiendo al puente romano) y un fuerte al norte: el de São Francisco, reforzando la fortificación a manera de ciudadela, en su esquina nororiental. Entre 1664 y 1668, más arriba se levantó el Forte de São Neutel, donde primeramente se había colocado una estacada, en el “Alto da Trindade”, padrastro peligroso, que de tomarse por el enemigo serviría para batir el norte de la fortificación, incluido el Forte de São Francisco. Con la Invasión Napoleónica, todo el conjunto sería potenciado, si bien tras la paz peninsular irá siendo absorbido por el progreso urbanístico, perdiendo parte de sus cortinas y baluartes, así como el Revellím da Madalena, si bien afortunadamente se conservarían sus dos imponentes fuertes. Desde finales de la década de los años cincuenta del siglo XX, la Direcção Geral dos Edifícios e Monumentos Nacionais ha ido llevando a cabo una serie de actuaciones de consolidación, limpieza, restauración y reconstrucción que culminó en 1978, Viniendo de Galicia o del norte de CastillaLeón, Chaves es una “llave” de entrada a Portugal. De ahí la importancia que adquirió ya en la conquista romana, dotándosele de amurallamiento y de un hermoso puente -el Puente de Trajano sobre el río Támega, del siglo I-, que hoy día sigue sirviendo al tránsito peatonal de la ciudad. Desde la invasión musulmana en el siglo VIII, hasta el XII, en que fue conquistada por la corona portuguesa, bajo su primer rey -D. Afonso Henriques-, los choques entre moros y cristianos serían frecuentes, reedificándose sus murallas periódicamente. Lo que hoy resta de estas defensas medievales son fundamentalmente del siglo XIII, realizadas en los reinados de D. Afonso III y D. Dinis: una parte de murallas y la Torre del Homenaje, de planta cuadrangular, con casi veintiocho metros de altura, recia y grandiosa en lo alto del casco antiguo. 140 Baluarte de S. Francisco se readaptó para utilización hostelera, que lo viene siendo desde mayo de 1997, como hotel de cuatro estrellas. La planta del Forte de São Francisco tiene forma estrellada, con baluartes en sus esquinas. Se accede al mismo por un amplio portón del lado sur, existiendo accesos secundarios por el este y el oeste. En el interior se conserva la antigua Capela de São Francisco. El Forte de São Neutel se construyó entre 1664 y 1668, protagonizando diversos enfrentamientos a lo largo de los siglos, incluso en 1912, entre fuerzas civiles, militares y el régimen republicano, sirviendo luego de prisión. También de planta cuadrangular, con baluartes en los vértices, cercado con foso y con una segunda línea defensiva, tiene su acceso por la parte que conduce a la ciudad, al sur, con puente sobre el foso. Transferido a la Câmara Municipal, se construyó en su interior un anfiteatro para espectáculos, pero generalmente permanece cerrado. Muy interesante sería dinamizar su uso en actividades abiertas, así como su musealización sobre las fortificaciones de Chaves, completando el museo de la Torre del Homenaje del castillo medieval. con la instalación de un museo histórico-militar en la Torre del Homenaje (abierto actualmente al público), ajardinándose el baluarte contiguo, el mejor conservado del conjunto, así como los dos fuertes, magníficamente preservados, tras posteriores actuaciones, de finales del siglo XX. Tras unos derrumbes debido al mal tiempo y a diversas actuaciones de reconstrucción mal ejecutadas en 2001 (de las que nadie “parecía” ser responsable), entre 2004 y 2007 se pudo consolidar la fortificación con éxito. LOS FUERTES Del patrimonio abaluartado, sin dudas, lo más monumental y completo son sus dos fuertes, auténticas joyas del arte monumental militar del siglo XVII. El Forte de São Francisco, levantado en una colina donde antes existió un convento franciscano, se construyó entre 1658 y 1662. Ocupado por los franceses en la Guerra Peninsular, fue recuperado en 1809, tras violentos combates, favorables para los portugueses. En la segunda mitad de la década de 1970 fue utilizado como alojamiento provisional para familias retornadas (o refugiadas) de las excolonias portuguesas en África. Y a partir de 1994 141 Entrada al Forte de São Francisco 142 Forte de São Neutel 143 44 Baluarte con batería baja hacia el Miño, de Monção La Mutua Vigilancia De Monção Y Salvaterra De Miño Como las vecinas Valença do Minho y Tuy, o las del otro extremo de la Raia/Raya: Alcoutim-Sanlúcar de Guadiana, el cauce de un río separa, “al borde del agua”, a las poblaciones de Monção y Salvaterra de Miño, dando parte del nombre a esta segunda población. La portuguesa Monção tuvo una cerca medieval, de la que se poseen restos muy reducidos, habiéndose utilizado parte de sus elementos para elevar la fortificación abaluartada que sí ha llegado hasta nosotros. Monção. Dibujo de Duarte de Armas, 1509 Dicha cerca del Medievo pudo ser levantada en tiempos del rey D. Afonso III (1248-1279), aunque algunos defienden que sería bajo el reinado de D. Dinis (1279-1325), especialmente por lo que al castillo se refiere. Bajo D. Manuel I 144 Doble revellín en Almeida Monção. Puerta mirando a Salvaterra de Miño (1495-1521), obtuvo la población “carta de foral” y el castillo aparece en el Livro das Fortalezas (1509) de Duarte de Armas. Durante la Guerra de Restauração se acometió la modernización de las defensas de la villa, iniciándose su levantamiento en 1556, bajo proyecto del ingeniero militar francés Miguel de L’ Ècole y con la dirección de obras a cargo del maestro João Alves do Rego. La extraordinaria estructura artillera levantada resistió el asedio español de octubre de 1658 a febrero de 1659, en que la exhausta guarnición se vio obligada a pedir la rendición el día 7. Bajo la ocupación castellana -que se prolongaría hasta el 13 de febrero de 1668, en que retorna a Portugal por el Tratado de Paz- se acometió lareorganización de la plaza, que continuaría conformándose a lo largo del siglo XVIII. En el plano de 1713, del ingeniero militar Manuel Pinto de Vilalobos, aparece ya dotada de seis grandes baluartes orientados de este a oeste rodeando el sur, y otros cinco salientes artilleros hacia el río, siendo uno de los centrales un pequeño baluarte, que junto a un semibaluarte defienden la Villa Antigua. Sin embargo, en la propia leyenda del plano anota que faltan elementos importantes como trincheras interiores, contraescarpas, caminos cubiertos, etc. A partir de 1762, con la intervención del Conde de Lippe se consolida el circuito amurallado, que obtendrá nuevas mejoras a lo largo de lo que restaba del siglo XVIII, dotándose de doce baluartes, cinco puertas, así como cuartel para 600 o 700 hombres y 120 caballos, que disuadirían a los franceses en la Guerra Peninsular (1080-1814) la invasión por esta zona del Miño. 145 Salvaterra de Miño. Esquina de la fortificación que ha permitido salvaguardar los elementos fundamentales de la fortificación, aunque de las cinco puertas solamente quedan la de Salvaterra y la del Rosal (hacia Valença). La amplitud del perímetro cercado dejaba en el interior amplios espacios vacíos que permitían una mejor movilidad de las tropas y, posteriormente, una buena disposición de los elementos constructivos de que sucesivamente se ha ido dotando. En la orilla derecha del Miño tenemos a Salvaterra, guardando la frontera en estrecha vecindad “amenazante”. La villa fue promovida por el rey Alfonso IX de León, potenciando así el asentamiento de villanos y pecheros, en contrapeso con los señores feudales. Durante la Guerra de Restauração, estuvo bajo dominio portugués entre 1643 y 1659, en que las tropas españolas lograron la capitulación tras ocupar Monção y efectuar un sitio de diez días, que acaba en victoria, tras conseguir cortar la retaguardia portuguesa. Establecida la paz, a partir de 1840 comienza un proceso de ruina y demoliciones que duran hasta la mitad del siglo XX, en que se da paso a una sistemática actuación de rehabilitación 146 Ovejas en los fosos de Ciudad Rodrigo Salvaterra. Capilla de la Virgen de la Oliva en el interior de su fortificación La presencia portuguesa fue decisiva para las mejoras de las defensas de su castillo, la construcción de nuevas murallas y el refuerzo con baluartes, lo que la dotó de una estructura artillera bastante considerable, ocupando el recinto 9.700 metros cuadrados. Se atribuyen las obras de fortificación al ingeniero francés Carlos de Lassar, que por entonces trabajaba en Tras-os-Montes. Destaca en su interior La Capilla de la Virgen de la Oliva (levantada durante la ocupación portuguesa), de planta rectangular, muros de granito, y recubierta de teja sus varias vertientes. La portada, de estilo barroco, tiene en el tímpano una pequeña imagen de la Virgen; se culmina con airosa espadaña de dos cuerpos, teniendo dos vanos con campanas el inferior y uno con una campana más pequeña el superior. El legado abaluartado de Salvatierra también ha tenido la suerte de una atención institucional, y especialmente municipal en los últimos años, que ha llevado a lograr un estado de conservación y acceso público satisfactorio del conjunto monumental. 147 45 Vista de Tuy desde el río Miño en la orilla de Valença De Tuy a Valença do Minho, monumental entrada a Portugal poder después recorrer cómodamente a pie el interior de la localidad. Y ese interior nos recuerda lo que fue hace pocos años Elvas: ciudad de múltiples comercios detallistas, primorosamente ambientados para satisfacer todos los gustos de los turistas que complementan la visita monumental con compras de recuerdos. Sus calles estrechas y empedradas, iglesias, casas señoriales, plazas, etc. nos presentan una población acogedora, tranquila y rica en patrimonio urbano monumental. Con todo, lo más impresionante es la fortificación abaluartada, los recios baluartes, amplios revellines, puertas monumentales, profundos fosos y glacis despejados. Desde ella, la vista del entorno es espectacular, especialmente hacia el norte, por donde discurre el Miño y se encuentra la vecina Tuy, con la que hoy día forma una hermanada eurociudad. La fortaleza consiguió resistir las incursiones del comienzo de la Guerra de Restauração (1643), si bien cayó en manos españolas en 1654, aunque enseguida sería recuperada, reforzándose la construcción, que se culmina en 1713. Durante las Guerras Napoleónicas sería tomada por las tropas del comandante general francés Jean de Dieu Soult (1809), y de nuevo cobrará prota- ¡Qué peligroso recorrido a lo largo de la historia el que nos lleva desde Galicia a Portugal, atravesando el Miño! Extraordinario corredor que, especialmente en la Edad Moderna, sería como punta de flecha que atraviesa el solar lusitano por el norte, como la línea Ciudad Rodrigo-Almeida lo sería más abajo, o Badajoz-Elvas un poco más al sur. No es de extrañar, entonces, que en ese gran cabezo en que se alza Valença do Minho se encuentre una de las tres fortificaciones más portentosas de la Raia/Raya. Las otras dos son las que corresponden a las poblaciones portuguesas más atrás mencionadas. Valença presenta una doble fortaleza, unidas por la Porta do Meio. Hacia Tuy, se alarga la fortificación con siete baluartes y unos glacis de enorme inclinación; hacia el interior portugués, presenta una Obra Coroada de tres baluartes y dos medios baluartes, con puerta de acceso que nos coloca enseguida en una amplia zona de aparcamientos, para 148 Interior de la fortificación de Valença do Minho Valença do Minho. Puerta de entrada gonismo durante las Guerras Liberales de Portugal (1828-1834). Todo ello redundará en la actuación de refuerzo y recomposición de las murallas, que actualmente, tras una reciente rehabilitación, le han otorgado una grandeza extraordinaria. Desde allí, la vista de Tuy resulta admirable. A la otra orilla del Miño, la ciudad española tiene el aire medieval que el ser un lugar clave de la ruta jacobea le fue dando. Se conservan especialmente numerosas edificaciones de los siglos XV y XVI, blasonadas y con arcos conopiales, pero la “joya de la corona” es su Catedral de Santa María. Su construcción tuvo inicio en 1120 y se finalizó sesenta años después. Esto hace que la composición sea puramente románica, si bien tuvo reformas posteriores, como es el caso de la fachada principal, ya de principios del siglo XIII, como ocurre con el claustro, magnífico ejemplo de gótico cisterciense. El complejo escultórico de su entrada, de un gótico inicial, con cierta rigidez compositiva, está considerada el primer conjunto escultórico gótico de la Península ibérica. Sus coronamientos almenados y la estructura compacta, de escasa aberturas, nos sitúan ante una catedral-fortaleza, edificio religioso y al mismo tiempo defensivo, como corresponde a su situación geoestratégica. Alrededor de su plaza -amplia, despejada-, se extiende un callejero laberíntico, digno de visitar pausadamente, lleno de ofertas culinarias en los múltiples restaurantes y bares de la zona, donde tomar un “pulpo a feira” inigualable. Ello, regándolo con vino de ribeiro o albariño, es buen preámbulo para enfrentarnos a la monumental entrada a Portugal que nos supone Valença, atravesando el sinuoso Miño/Minho. Fachada catedral de Tuy 149 46 Livro das Fortalezas. de Duarte de Armas. Valença y Tui. De Valença do Minho a Tuy de nuevo No es de extrañar, entonces, que en ese gran cabezo en que se alza Valença do Minho se encuentre una de las tres fortificaciones más portentosas de la Raia/Raya. Las otras dos son las que corresponden a las poblaciones portuguesas más atrás mencionadas. Como Almeida, prepara su expediente para ser Patrimonio de la Humanidad, como ya lo es Elvas. Valença presenta una doble fortaleza, unidas por la Porta do Meio. Hacia Tuy, se alarga la Fortificación Magistral (o de la Vila Velha) con siete baluartes y unos glacis de enorme inclinación, que constituye el recinto abaluartado levantado envolviendo la antigua población medieval. Hacia el interior portugués (al sur), presenta una Obra Coroada -creada para reforzar la defensa de la villa en un padrastro peligroso de ser ocupado por el enemigo -de tres baluartes y dos medios baluartes. ¡Qué peligroso recorrido a lo largo de la historia el que nos lleva desde Galicia a Portugal, atravesando el Miño! Volvemos con nuevos datos a este extraordinario corredor que, especialmente en la Edad Moderna, sería como punta de flecha que atraviesa el solar lusitano por el norte, como la línea Ciudad Rodrigo-Almeida lo sería más abajo, o Badajoz-Elvas un poco más al sur. Valença y Almeida preparan su candidatura a Patrimonio de la Humanidad, como ya lo es Elvas. De lograrlo, Badajoz, Tuy y Ciudad Rodrigo irían “necesariamente” detrás. 150 En el proyecto de Manuel Pinto Villalobos, de 1691, la Obra Coroada aparece sin caserío, como obra nueva creada ex profeso para la defensa; la primitiva población medieval está rodeada por cuatro baluartes y un semibaluarte, más otra Obra Coroada -de tres baluartes- orientada hacia la anterior, también sin caserío. Ya en el plano de Gonzalo Luis da Silva Brandão, de 1758, la Obra Coroada del sur se presenta como en la actualidad se conserva (idéntico al que presenta Villalobos), y la que prolonga a la envolvente del recinto antiguo se diseña formando con dicha envolvente un “todo”, de siete baluartes (uno es, en realidad, semibaluarte): ahora todo el conjunto está urbanizado, si bien en la Obra Coroada predominan los espacios libres (que en buena parte así permanecen). Similar es el plano de Champalimaud de Nussane, de 1766. Y similar es la planta que nos ha sido legada y que está en óptimas condiciones de recuperación y revitalización. Y ese interior nos recuerda lo que fue hace pocos años Elvas: ciudad de múltiples comercios detallistas, primorosamente ambientados para satisfacer todos los gustos de los turistas que complementan la visita monumental con compras de recuerdos. Sus calles estrechas y empedradas, iglesias, casas señoriales, plazas, etc. nos presentan una población acogedora, tranquila y rica en patrimonio urbano monumental. Con todo, lo más impresionante es la fortificación abaluartada, los recios baluartes, amplios revellines, puertas monumentales, profundos fosos y glacis despejados. Desde ella, la vista del entorno es espectacular, especialmente hacia el norte, por donde discurre el Miño y se encuentra la vecina Tuy, con la que hoy día forma una hermanada eurociudad. La fortaleza consiguió resistir las incursiones del comienzo de la Guerra de Restauração (1643), si bien cayó en manos españolas en 1654, aunque enseguida sería recuperada, reforzándose la construcción, que se culmina en 1713. Durante las Guerras Napoleónicas sería tomada por las tropas del comandante general francés Jean de Dieu Soult (1809), y de nuevo cobrará protagonismo durante las Guerras Liberales de Portugal (1828-1834). Todo ello redundará en la actuación de refuerzo y recomposición de las murallas, que actualmente, tras una reciente rehabilitación, le han otorgado una grandeza extraordinaria. Desde allí, la vista de Tuy resulta admirable. A la otra orilla del Miño, la ciudad española tiene el aire medieval que el ser un lugar clave de la ruta jacobea le fue dando. Se conservan especialmente numerosas edificaciones de los siglos XV y XVI, blasonadas y con arcos conopiales, así como parte de sus murallas, pero la “joya de la corona” es su Catedral de Santa María. Su construcción tuvo inicio en 1120 y se finalizó sesenta años después. Esto hace que la composición sea puramente románica, si bien tuvo reformas posteriores, como es el caso de la fachada principal, ya de principios del siglo XIII, como ocurre con el claustro, magnífico ejemplo de gótico cisterciense. El complejo escultórico de su entrada, de un gótico inicial, con cierta rigidez compositiva, está considerada el primer conjunto escultórico gótico de la Península ibérica. Sus coronamientos almenados y la estructura compacta, de escasa aberturas, nos sitúan ante 151 una catedral-fortaleza, edificio religioso y al mismo tiempo defensivo, como corresponde a su situación geoestratégica. Desde la terraza de su claustro, la vista de la Fortificación Magistral y parte de la Obra Coroada de Valença do Minho es estratégicamente extraordinaria. Alrededor de su plaza -amplia, despejada-, se extiende un callejero laberíntico, cuya traza delata su pasado medieval, con restos de paños de sus antiguas murallas. linda con el río Miño (barrera natural). Parecida composición tenemos en plano anónimo de 1730, si bien con el añadido de dos defensas exteriores (un talud y un revellín) hacia el norte, en los paños de murallas comprendidos entre un baluarte y dos semibaluartes que lo flanquean, a orillas el último del Miño. En el plano de Miguel de Hermosilla, de 1777, se nos muestra el denso caserío del antiguo recinto medieval, que contrasta con la ligera ocupación del resto del espacio protegido por la fortificación abaluartada, donde existen espacios libres, de labor y arbolado. Algo que persiste en el plano de Francisco Coello, de 1856, en que el recinto abaluartado todavía se muestra completo, quedando rebasado por la expansión urbana, formándose arrabales por todas las direcciones (menos en el este, lógicamente, por la barrera del río). Año 1670. Proxecto do Conde de Humanes La fortificación abaluartada, que ampliaba hacia el norte su recinto medieval, se nos muestra en el Proyecto del Conde de Humanes, de 1670, con tres baluartes completos y cuatro semibaluartes que protegen todo el espacio que no 152 Año 1777. Plano de Miguel de Hermosilla Año 1856. Plano de Francisco Coello 153 47 Puerta de entrada del Fuerte de Goián Venturas y desventuras del Fuerte de Goián El origen del Fuerte de San Lourenzo -a orillas del río Miño, en Goián (del concejo gallego de Tomiño)- viene dado por los enfrentamientos habidos entre españoles y portugueses durante la Guerra de Restauração (1640-1668). Tras el Tratado de Paz de 1668, sería abandonado, construyéndose sobre sus bases, en 1671, por orden de Mariana de Austria, la actual fortaleza. El Fuerte -cuadrangular, con baluarte en cada esquina- está construido en piedra de granito. Los muros presentan aparejo de mampostería -salvo en las esquinas de los baluartes y en la puerta, donde se utilizan sillares, así como en los remates superiores de los entrepaños-. Sobre cada baluarte existe un montículo de tierra, a manera de “caballero”, para facilitar la vigilancia y apoyo de armas desde mayor altura. En 1843 aún tenía guarnición, pero en 1869 se encontraba en estado ruinoso. El 8 de noviembre de 1873, fue subastado en Pontevedra, pasando a manos de particulares. A partir de ese momento, el fuerte sufrió agresiones en su estructura y configuración con extracciones de piedra, hasta que el Concello de Tomiño lo adquirió para emprender su rehabilitación, que sigue en curso. Cuando ahora nos acercamos al Fuerte -pese a estar en proceso de rehabilitación-, lo primero que nos da es sensación de abandono, como tantos tesoros de nuestra Raya/Raia, desgraciadamente. El acceso es fácil, pues se encuentra casi a la orilla del camino que conduce al embarcadero inmediato, por el que se llega a la población portuguesa de Vilanova de Cerveira. Pero, en su soledad, se rodea de hierbajos, así como arboleda invasiva que ocupa fosos, sus tres revellines y el interior. Cortinas y baluartes nos denuncia el tremendo saqueo de sus piedras de mampostería y sillares, habiendo sido cubiertos los muros por largueros de madera para evitar el derrumbe del relleno. Nada conserva de lo que fueron su cuerpo de 154 Revellín del Fuerte de Goián guardia exterior, casa de guardia interior, cuartel, casa del gobernador y otras dependencias de intendencia, estancias de tropa, etc. ¡Incluso en el cartel indicativo exterior faltan la mitad de las leyendas de dependencias…! Y si nos subimos a sus cortinas y baluartes, en la cara que da al Miño y población portuguesa de Vilanova vemos debajo de sus glacis, hacia la orilla del río, algo singular: una construcción moderna, reciente, en forma casi de hornabeque Construcción añadida hacia el río Miño 155 Vista del río Miño y Portugal trucciones defensivas del Miño y adecuación para actuaciones de recreación histórica. A ello habría que unir la programación de actividades sistemáticas conjuntas con la vecina Vilanova de Cerveira, al otro lado del río, cuyo fortificación en el mismo frente forma con ésta un conjunto que merecería se reinstaurara el paso fluvial con ferry -suprimido al hacer aguas arriba el Puente Internacional que comunica ambas orillas-: así estarían ambas fortalezas a unos minutos una de otra y no habría que dar el amplio rodeo a que ahora nos obligan. En fin, que la desidia, el abandono y los “falsos amigos” constructivos no sigan lacerando los tesoros tan dignos es revitalizar y disfrutar en nuestra Raya/Raia. (como imitando -eso que le gusta tanto a algunos “restauradores”- a un elemento defensivo externo), que desemboca en playa fluvial, donde los bañistas se refrescan no solo en el río inmediato sino debajo de la ducha instalada a propósito. Hay unas curiosas pintadas en este singular pseudo-hornabeque recienteque son más que elocuentes: SANDRA MENTIREIRA o FORA SANDRA… Y especialmente me llama la atención: ISTO É ILEGAL. Se referirán, claro, a Sandra González Álvarez, alcaldesa de Tomiño, del Bloque Nacionalista Galego. Desde luego, a la luz de la Ley de Patrimonio Histórico Español, de 1985, debe serlo, por irrumpir y distorsionar el espacio de un BIC (Bien de Interés Cultural), creando un añadido burdo en su concepción “imitadora”, perturbador de la integridad del entorno monumental. Es un pegote inexplicable, como tantos pegotes inexplicables se han hecho y se siguen haciendo, distorsionando nuestro patrimonio monumental. En fin, una desventura más en un venturoso Fuerte que al menos se mantiene en pie, esperando que se cumplan los proyectos que con respecto a él se formularon: rehabilitación completa; puesta en uso con carácter museológico, con centro de interpretación de las cons- 156 Cartel indicador del Forte de San Lorenzo, de Goián Vista de San Lourenzo de Goián (España) y Vila Nova de Cerveira (Portugal) 157 48 Forte da Ínsula. Desembocadura del río Miño O Forte da Ínsua, joya protectora de la desembocadura del Miño Estamos tratando de A Ínsula, una isla portuguesa, granítica, con extensión de unos 400 metros de norte a sur, situada en la desembocadura del río Miño, en el concelho de Caminha, al suroeste de esta población “enfrentada” a la española A Guarda. Está a una distancia de menos de tres kilómetros de aquella ciudad miñota y kilómetro y medio de la gallega Camposancos, pero en línea recta dista de la costa menos de 400 metros, habiéndose conectado en algunas ocasiones históricas. En ella, una comunidad franciscana edificó un cenobio en 1392, por determinación de Juan I de Portugal, ampliado y mejorado en 1471. El rey D. Manuel ordenó nuevas obras de remodelación en 1502, y a finales de ese siglo XVI (bajo el dominio de Felipe II de España y I de Portugal) fueron ejecutadas obras para colocación de baterías artilleras, contra los ataques corsarios ingleses y franceses. Pero la estructura del hermoso fuerte abaluartado que todavía persiste es de la época del rey D. João IV, ejecutada entre 1649 y 1652, para proteger la entrada del Miño durante la Guerra de Restauração. Durante las invasiones francesas fue ocupado por tropas españolas y francesas. El Fuerte presenta forma cuadrada con dos baluartes (al norte y oeste) y dos semibaluartes (al sur y este) en sus ángulos. Un revellín al Dentro de la extensa relación de fortificaciones abaluartadas de la Raia/Raya luso-española, contamos con todo tipo de monumentos dignos de admiración. Unos totalmente terrestres, pertenecientes a lo que llamamos la “Raya seca” (como es el caso de Almeida/Ciudad Rodrigo, defendiendo un lado y otro de la frontera); otros casi bañados por los ríos fronterizos, la “Raya húmeda” (como Badajoz/Elvas, enfrentados en la defensa de sus respectivos países), y otros costeros, al norte y al sur, por las desembocaduras de los ríos Miño y Guadiana y cercanías (como A Guarda/Caminha y Cacela Velha/ Ayamonte, “botón y ojal” a ambos lados, respectivamente). Pero ahora vamos a “visitar” una fortaleza extraordinaria, enclavada en un islote “fronterizo”, taponando el “binomio” La Guardia (A Guarda)/ Caminha, lo que le otorga una especial singularidad. 158 Forte da Ínsua en 1758. Plano de Gonçalo Luís da Silva Brandão noreste defiende la puerta de entrada; junto a un paredón exterior que cubría de norte a este, reforzaban la única parte del islote accesible al desembarco, pues el resto del territorio queda salvaguardado por salientes graníticos muy compactos, irregulares y prolongados. Al sureste hay un saliente triangular a modo de plaza de armas. En los picos exteriores de baluartes, semibaluartes y revellín se levantan garitas poligonales con cúpula semiesférica. En la leyenda del plano levantado por Gonçalo Luís da Silva Brandão en 1758 podemos leer “Em hum ilhéu de figura ovada se acha o Fortalleza que seve de N. Sra. da Insoa, cercada de rochedos no mejo das barras de ambos os Reynos. He quadrada com dous baluartes inteiros e dous mejos baluartes, com hum ângulo saliente de alvenaria de pedra e cal, e cordaó de cantaria, e da mesma tem os socalcos, q mostra a letra L, para a resistência dos mares; quase todos os annos se gasta muito d(inhei) ro em reedificallos”. Plano y leyenda ilustrativos de lo que hoy se conserva.Al interior, además de las dependencias monacales (iglesia, claustro, dormitorios, comedor, salas y otras estancias, rodeados de terreno de cultivo, ocupando el centro, sur y oeste), se establecieron la vivienda del gobernador y el cuerpo de guardia principal, a ambos lados de la puerta, los cuarteles de la guarnición al noroeste y el almacén de municiones al oeste. A partir de 1834, al ser extinguidas las órdenes religiosas, lo han de abandonar los frailes que allí habitaron casi ininterrumpidamente desde finales del siglo XIV. Quedó entonces bajo utilización exclusiva del Ejército, que permaneció hasta 1940, en que el Ministerio de Marina se lo cede al de Finanzas. Desde entonces, se han acometido diversas obras de conservación y restauración, en diversas campañas, pero queda aún en el aire el proyecto de instalar en su interior un Centro de Investigación Avanzada de Áreas Marinas. Esta joya constructiva religiosa bajomedieval y militar de la Edad Moderna, bien merece figurar entre los tesoros más vistosos y notables de la Raia/Raya luso-española, digno de un destino público, para disfrute ciudadano. Detalle del Fuerte 159 49 Castro de Santa Trega Castros gallegos, un ejemplo defensivo y constructivo ¡Los castros gallegos! A casi todos nos suena el de Santa Trega (Tecla), asomado al mar y a Portugal, tan imponente, en el municipio de A Guarda, objeto de múltiples visitas de turistas y estudiosos. O el también marítimo, bañado incluso en las aguas del Atlántico de tan pegado al océano, cual es el de Baroña, en Porto do Son. Ambos tan completos, vistosos, puestos en valor y reinterpretados en sus funciones urbanística y defensiva, que estando en ellos parece que vivimos dos, tres mil años atrás. El mar es escenario frecuente en estos levantamientos defensivos, por estrategia y por supervivencia, que se ha ido prolongando en sus funciones civilización tras civilización, como es el caso también del de A Lanzada, en un promontorio al borde de la playa del mismo nombre, tan fre- Castro de la Lanzada cuentada por bañistas: la más concurrida, seguramente, de Galicia. Pero son más abundantes en las cercanías de ríos y humedales, que tanto proliferan por el territorio gallego, hasta hacerlos incontables. Ahora bien, de los muchos que he visitado y he ido viendo “crecer” año a año, descubriendo sus secretos gracias a una buena acción arqueológica sostenida, tengo predilección por el de Monte do Castro, en el municipio de Ribadumia, en la Ría de Arousa. 160 Castro de Baroña Toiriz, en Silleda Castro Landín, en Cuntis Al contrario de lo que ocurre con otros castros (como puedan ser el magnífico de Castrolandín, en Cuntis, que tuvo una época de detalladas atenciones; los Castros Grande y Pequeño de Neixón, en Boiro, sobre los que tantos proyectos se hicieron, o el castro de Toiriz, en Silleda, que contó siempre con la actuación entusiasta de sus vecinos en la recuperación, pero que luego han ido cayendo en la dejación oficial e incluso en la decadencia o abandono de proyectos), éste ha seguido en actividad por parte de los equipos de recuperación y puesta en valor, sin que la “excusa” de la crisis económica generalizada le haya restado significativamente el progreso en su valorización. Ocupado y reocupado desde el siglo IV a.C. al I d.C., se emplaza en un alto cabezo al borde del río Umia, con gran empalizada, muralla perimetral, diversas estructuras habitables, canteras de extracción... que cada vez que lo visito veo cómo descubre sus secretos milenarios y nos da a conocer un modelo defensivo y urbanístico que en buena parte ha pervivido a lo largo de la historia. Allí está el “glacis” exterior, la muralla aterraplenada, el foso, la entrada curva y reforza- 161 da en sus extremos. Las casas protegidas por gruesos muros de piedra, haciendo juego de calles quebradas y manzanas compartidas. Los altos observatorios que dominan el amplio espacio de los alrededores sin que nada se les escape. Abajo, el río que les proporciona el agua necesaria y recursos con que alimentarse; al medio, el bosque, ofreciendo también su contribución al sostenimiento del grupo humano. posteriores de la antigüedad, del medievo, incluso de la Edad Moderna, tan modificadas las estructuras a causa de la irrupción pirobalística, pero con base en el modelo que aquí se nos ofrece. Monte de Castro. Cartel, 2011 Visitar los castros gallegos es todo un viaje por la técnica constructiva defensiva y urbanística, por los afanes de los pueblos en su supervivencia, por la armonía e interacción con el medio. Lástima que algunos, muchos, hayan sido abandonados tras una puesta a punto prometedora. A ver si es verdad que estamos saliendo de la crisis y se le hace justicia, atendiéndolos como bien merecen, a estos vestigios del pasado que tanto nos enseñan y que resulta tan placentero contemplar. Neixón Monte de Castro desde fuera Es una constante en las construcciones colectivas, desde que dominaron la acción grupal sobre el medio, la práctica de la agricultura y la ganadería, la rivalidad con otros grupos. En el caso de los castros gallegos -en el de Monte do Castro tienen un ejemplo didáctico, intuitivo y bien conducido en su redescubrimiento-, se nos presenta un modelo que hemos ido imitando y reinventado en nuestras defensas y construcciones 162 Monte de Castro, 2015 163 50 Exterior Gruta do Escoural De la gruta de Escoural al Cromlech dos Almendres huesos humanos incrustados en la roca caliza. En el Centro de Interpretación de Santiago do Escoural (población a 2’5 kilómetros de la Gruta) podemos obtener una información muy intuitiva del monumento, su ocupación sucesiva, instrumentos líticos encontrados y representaciones pictográficas y grabados. Así, podemos saber que su primera ocupación se remonta al Paleolítico Medio: grupos de cazadores-recolectores neanderthalensis la utilizan como abrigo temporal, hace alrededor de 50.000 años. En el Paleolítico Superior (35.000 a 8000 a.C.), se reaprovecha por cromañones como santuario, dejando ya vestigios decorativos figurativos. En el Neolítico (5.000 a 3.000 a.C.) se transformaría en cementerio, y de este periodo serán los motivos esquemáticos y estilizados de arte rupestre. A continuación, la Gruta queda cerrada, sin que se sepa la causa, pasando comunidades calcolíticas (2.000 a.C.) a ocupar el espacio superior de la misma. El paseo guiado por el interior, muy didáctico, nos permite comprobar estos aspectos y disfrutar de la belleza natural del amplio espacio, que sigue conformándose, con la filtración de agua que disuelve la caliza. A pocos kilómetros de allí, en un territorio donde abundan los dólmenes (antas) y menhires, merece acercarse, camino de Évora, al gran Menhir y al Cromlech dos Almendres. Las zonas calcáreas de Portugal y España son propicias a la formación de cuevas y grutas, donde admirar el bellísimo capricho de las estalactitas, estalagmitas y columnas que en su interior se forman. Y aunque en algunas de España están presentes representaciones de arte paleolítico en sus paredes, en Portugal solamente es conocida una: la Gruta do Escural, en el concelho de Montemor-O-Novo, no lejos de la carretera que lleva de esa población a la de Évora. Descubierta en 1963, la cavidad se encuentra en terrenos calcáreos cristalinos metamórficos, que se intercalan con fajas de gneis (roca también metamórfica, pero similar en composición y dureza al granito), y presenta diversas cavidades, algunas de las cuales son visitables. Han sido descubiertas más de cien figura naturalistas (bovinos, ciervos, caballos…), pintadas en negro y rojo fundamentalmente, así como más de sesenta representaciones de carácter abstracto, aunque el visitante puede observar de manera clara una decena aproximada entre pinturas y grabados, a lo que se unen restos de 164 cazueletas, incisiones esquemáticas…, aplanándose algunos, transformándolos en estelas. Interior Gruta do Escoural. IGESPAR-MC Cromlech dos Almendres A poco más de un kilómetro de este último, por el mismo camino, se encuentra el Menhir, de 3’5 metros de altura, que ostenta en su tercio superior una decoración compuesta de un báculo y una faja de líneas onduladas. Al mismo se accede a pie por una vereda vallada a ambos lados, de medio kilómetro aproximadamente... Pero enseguida tenemos la “estrella” de estos vestigios neolíticos, levantados entre el sexto y el tercer milenio antes de Cristo: el Cromlech dos Almendres. Parece ser que en el periodo calcolítico dejó de utilizarse, abandonándose este recinto, amplio espacio de 70 por 40 metros, con 95 monolitos graníticos conservados, donde da gusto “perderse” y contemplar desde allí el agreste espacio exterior, denso alcornocal con potente sotobosque heredado “de la noche de los tiempos”. Menhir dos Almendres Alrededor del sexto milenio (Neolítico Antiguo), fue levantado un conjunto de monolitos de mediano tamaño, agrupados en tres círculos concéntricos. En el Neolítico Medio (quinto milenio), se levanta un nuevo recinto de dos elipsis concéntricas, tangentes al anterior triple círculo, con monolitos de mayor tamaño que los anteriores, llegando algunos a 2’5 metros. En el Neolítico Final (tercer milenio) se remodelaron los recintos, posiblemente por funciones religiosas, grabándose algunas de las paredes de diversas piezas, con círculos, bastones, Cromlech dos Almendres. Estudio de Mário Varela Gomes 165 51 Arco triunfal de entrada a la Baixa Un paseo por Lisboa e igualmente magnífico. Admirar el derrame del caserío por todas las colinas; los tejados brillantes -encendidos de rojo-, las fachadas blancas, las muchas plazoletas, monumentales cúpulas. El trajinar de los barcos y barcazas en el encuentro del río con el mar. Bajar después, tranquilamente, degustando rincones, plazuelas, azulejerías en las esquinas, ruas y ruelinhas quebradas de la Alfama, hasta el Panteón Nacional, barroco edificio cupulado donde se custodian las tumbas de presidentes y grandes personalidades portuguesas, y desde cuya terraza volveremos a disfrutar de las vistas irrepetibles de Lisboa. Es gratificante coger desde sus cercanías el Eléctrico 28, ese tranvía emblemático, pequeñito, centenario, que no para de subir y bajar por toda esta intrincada orografía ribereña. Al llegar a la Sé-Catedral es conveniente bajar para una visita a esta joya gótica fortificada, cuyo claustro guarda importantes vestigios arqueológicos en su patio, desde la Edad del Hierro a la ocupación cristiana, pasando por romanos, visigodo, musulmanes. Tras la visita (y comida en los pequeños restaurantes de sus alrededores, donde el olor de sardinas y bacalao asados resulta seductor), podemos volver a tomar el tranvía para ir -estuario adelante- hasta el Monasterio de los Jerónimos, la gran joya Si tuviera que escoger lugares en Lisboa para hacer una visita rápida, de un día, me vería en un apuro indescriptible. Iba a ser necesario levantarme muy temprano y acostarme con la noche vencida para dar un mínimo vistazo a lo que luego tendría que dedicar varias jornadas y ampliar a unos cuantos lugares no menos atrayentes. Pero de momento la Baixa pombalina sería un punto de partida. Recorrer, abriendo el día, la Rua Augusta, hasta la Praça do Comercio (Terreiro do Paço), por la que asomarme al Estuario do Tejo. Contemplar desde allí la arquitectura racionalista de la plaza (con la impresionante estatua de D. José I al medio) y las calles en cuadrícula de la Baixa, con sus “cerros guardianes” a ambos lados; el Chiado hacia el oeste y Alfama al este, a donde iría de inmediato, antes de que lo invadan multitudes de turista, como ocurre cada día. Hay que subir, callejeando, hasta el Castelo de São Jorge. Contemplar desde lo alto el espectáculo de los puentes sobre el Tejo: el 25 de Abril, con su soberbia altura, y el Vasco de Gama, interminable, 166 Vista del Castelo de S. Jorge desde la Paraça da Figueira Panteón Nacional 167 Claustro del Monasterio de los Jerónimos manuelina, Patrimonio de la Humanidad, calificación que también posee la cercana Torre de Belén, emblemático monumento artillado de principios del siglo XVI, obra igualmente manuelina, del arquitecto portugués Francisco de Arruda, uno de los constructores más universales de Portugal. No sé si a uno le quedan fuerzas para más, tras una jornada tan apretada, recorriendo la historia, el arte, el patrimonio de la zona “fluvial” de Lisboa. Pero si fuera posible, merecería subir hacia Campo Pequeño, dejando atrás la monumental Praça do Marqués de Pombal (con su estatua imponente subida a pedestal de 40 metros de altura, repleta de figuras alegóricas), desde donde la Avenida da Liberdade lleva a la Baixa en que empezamos el recorrido. Desde Campo Pequeño -cuya Plaza de Toros tiene en la planta subterránea múltiples restaurantes, tiendas de todo tipo, multicines…- hasta la Praça de Espanha hay un agradable recorrido urbano y al borde de ésta última tenemos la Fundação Calouste Gulbenkian. La Fundación posee un agradable y extenso jardín, y especialmente colecciones de arte incomparables: del Antiguo Egipto, cerámicas orientales, vidrios sirios, mobiliario francés, monedas griegas, medallas italianas, numerosas obras pictóricas (destacando los impresionistas)… No es posible estirar el tiempo más pero hay que apuntar para otro día el Museu do Azulejo y el Monasterio de S. Vicente de Fora (al este y oeste respectivamente del Panteón); el Museu de Arte Antiga (entre la Praça do Comercio y la base -cerca del río- del Ponte 25 de Abril); la Basílica da Estrela, un poco más arriba; el Palácio da Fronteira y el Jadim Zoológico, al noroeste… ¡sin olvidar, claro, el tomar un café en A Brasileira, del Chiado -donde lo hacía Fernando Pessoa-, tras visitar las ruinas del Convento do Carmo y recorrer algunas de las múltiples iglesias y librerías de viejo de la zona! Estuario do Tejo desde la Alfama 168 Sé (Catedral) de Lisboa Ruinas del Convento do Carmo 169 52 Patio de la Casa do Alentejo en Lisboa Casa do Alentejo: sorprendente tesoro en el corazón de Lisboa Quien se acerque a las Portas de Santo Antão -por la zona más concurrida de la ciudad, en la Baixa lisboeta, al lado de la Praça dos Restauradores-, se encontrará con la sede de la Casa do Alentejo, un sorprendente tesoro de la Raia/ Raya en el corazón de Lisboa. Situada en el antiguo Palácio dos Viscondes de Alverca -construído a finales del siglo XVII, aunque renovado a comienzos del siglo XX-, al detenernos ante su fachada no recibimos otra impresión que la de una casona de buen porte, pero que en modo alguno presagia lo que dentro veremos. Subiendo unas breves escaleras de entrada, se nos abre un mundo de “fantasías orientales”: gran patio neoislámico, columnado, de corredor cubierto, con grandes arcos de ojiva abierta, angrelados, de alfiz con profusa ornamentación geométrica, rica azulejería, mobiliario en madera y cuero, gran- des macetones “arborescentes” y fuente central, con gran luminosidad natural, resaltando los vivos y variados colores del conjunto. La monumental escalera del fondo nos conduce al piso superior, donde se difumina el estilo oriental, dando paso a dos grandiosos salones (comedor y de representaciones), modelos Luis XV y Luis XVI, de una dimensión y elegancia extraordinarias. Amplios ventanales, con molduras rococó que llegan hasta el techo, magnífico mobiliario de madera y telas coloridas, pinturas murales y en los techos, entre grandes molduras de las que cuelgan lámparas ornamentales de cristal. Es de admirar, en especial, el gran fresco en el techo del salón-comedor, obra del celebrado pintor Benvindo Ceia (1870-1941). Aparte de estas dos joyas palaciegas, son de destacar la extensa dependencia destinada en la 170 Del salón. Pinturas de Benvindo Ceia (1870-1941) más notables de la azulejería del siglo XX en Portugal, admirablemente policromada, con unos efectos de profundidad y movimiento insuperables. Su autor es el notable pintor Jorge Colaço (1868-1942), que al igual que el artista antes citado trabajaría allí entre 1918 y 1919, cuando se realizó actualidad a comedor abierto al público, la sala de lecturas y la de Olivença. Las tres están ricamente ornamentadas con azulejería de temática festiva campesina (el primero), de caza y “touradas” (el segundo) y alegorías basadas en la obra “Os Lusíadas” (la tercera); constituyen uno de los ejemplos Biblioteca. Azulejos de Jorge Colaço (1868-1942) 171 Acto cultural alentejano en el salón-comedor la remodelación del inmueble, bajo la dirección del renombrado arquitecto António Rodrigues da Silva Junior (1868-1936). Se completa lo anterior con la profusa decoración del hall de entrada al piso superior, pasillos y otras dependencias, con reminiscencias decorativas neo-renacentistas, neo-barrocas, neo-rococó… y más azulejería en frisos y paredes, de motivos geométricos, vegetales y florales, de la máxima calidad. Toda esta riqueza, de tendencia romántica e historicista, fue consecuencia de la instalación en el lugar del “Magestic Club”, luego “Monumental Club”, a partir de 1917: casino de lujo que se mantuvo hasta 1928. El edificio fue alquilado en 1932 al Grémio Alentejano (después Casa do Alentejo), que siguió manteniendo los juegos de azar, lo que le proporcionó importantes ganancias y le permitió la adquisición del costoso inmueble en 1981. Hoy en día, sin esos ingresos del mundo del juego, y con uso fundamentalmente cultural (conferencias, recitales, presentaciones de libros…), artístico (exposiciones pictóricas, escultóricas, de artesanía; variados actos musicales), impulso de las potencialidades monumentales, turísticas, culturales del Alentejo, además de restaurante de promoción regional… difícilmente puede mantener tan costoso patrimonio, que exige permanentes cuidados de restauración. Esta “embajada” de Alentejo, de la Raia/Raya en Lisboa, este tesoro en complicado estado de recuperación, bien merece una atención institucional para su sostenimiento, por su intrínseco valor y por lo que representa para las tierras del interior como “escaparate” en un lugar tan privilegiado de Lisboa. 172 Comedor de la Casa do Alentejo Fuente central del patio de la Casa do Alentejo 173 53 Playa de Sesimbra Sesimbra, un tesoro entre el mar y la serra de Arrábida al mar por medio de pequeñas calas, en las que se disfruta del agua rodeados de intensos, apretados bosques de pinos y alcornoques. La Serra da Arrábida, de donde procede el delicioso queso de Azeitão y espléndidos vinos de cosechas pequeñas y selectas, tiene un encanto natural que encontraremos en pocos lugares, con sus senderos sinuosos, intrincados cerros, pequeños pueblecitos, sosiego y paz inalterados en medio mismo del bullicio al borde de Setúbal y a un paso de la gran Lisboa. Portinho da Arrábida, con su playa a medio camino entre Sétubal y Sesimbra y su Museo Oceanográfico en el Forte de Santa María -que vigila este entrante- es una buena opción de parada entre Desde el estuario del río Sado hasta el del Tejo, tenemos un rosario de playas que son el destino más cercano de los veraneantes de Badajoz y de gran parte de Extremadura, al tiempo que cita obligada para los propios portugueses. Inmediatamente después de Setúbal, comienza la intrincada y bellísima Serra da Arrábida, Parque Natural, que en su borde sur se arrima 174 Acantilados de Cabo Espichel las múltiples del camino. Sus restaurantes, alzados sobre pilotes a la orilla del mar, ofrecen toda clase de pescados y mariscos asados y cocidos, para degustar bajo el azote de las olas y entre la espera de las múltiples gaviotas que vigilan nuestros movimientos. Participando de su verdor -y anunciando otro espacio increíble de gigantescas piedras calizas con plegamientos aflorados al borde del mar-, la ciudad de Sesimbra. Precioso pueblo de pescadores, de una extensísima playa que termina en el puerto pesquero y queda recogida por las montañas que protegen la población como si fueran grandes manos formando un cuenco. Sesimbra está escoltada desde lo alto por un magnífico castillo de origen musulmán, to- mado en 1147 por D. Afonso Henriques, primer rey de Portugal. Rehabilitado en 1200 por el rey D. Sancho I, tras intensas guerras con los almohades, pasó a manos de la Orden de Santiago. Las vistas a la Serra da Arrábida y a Sesimbra desde allí son espectaculares, y el paseo por las laderas, muy cuidadas, resulta gratificante, con la visión del mar inmenso al fondo. Abajo -cortando en dos la playa, en marea alta- está la Fortaleza de Santiago, mandada construir por el rey D. Manuel, concluída en 1648. Se mantuvo como fortaleza militar hasta 1832 y actualmente pertenece a la Guarda Fiscal, pero puede visitarse libremente durante gran parte del día. Hasta allí nos llega el olor irresistible 175 Línea de playa de Sesimbra desde la sierra de Arrábida de los asados de los múltiples restaurantes de la ciudad. Pescados y mariscos recién capturados son una tentadora oferta para el visitante, que aquí se encuentra en un paraíso gastronómico portuario, con precios razonables. A unos doce kilómetros está el Cabo Espichel, cortado sobre el mar a una imponente altura, y desde donde vemos, diminutas, playitas que nos parecen como de juguete. Aquí podemos seguir las huellas de dinosaurios que poblaron la zona hace doscientos millones de años y encontrar -con un poco de suerte- algunos fósiles de ammonites y pedruscos calizos de caprichosos plegamientos en tirabuzón, rizo, espiral… Desde este cabo hasta la misma desembocadura del Tajo, nuevamente las playas se dan la mano una a otra, entre escarpes calizos y de arenisca profundamente erosionados y de gran belleza: Praia de Albufeira, de suave inclinación arenosa hasta Caparica, con un fondo interior impresionante de relieve fósil, que posee la calificación de Paisagem Protegida. Sus cárcavas en abanico, iluminadas por el sol poniente, adquieren tonos anaranjados que dan la sensación de grandes masas de tierra encendida. Lugares para pasear, recrearse en la fantasía de las rocas, respirar tranquilidad. A un paso mismo de allí, la Bahía del Tajo forma un mar interior que nos conduce hasta el bullicio de Lisboa. 176 Fortaleza de Santiago 177 54 Portinho da Arrábida Portinho da Arrábida, de las ruinas romanas a la magia contemporánea Setúbal es todo un tesoro en patrimonio monumental eclesiástico y civil, así como en militar, donde sobresale el portentoso Forte de S. Filipe, que inaugura la Edad Moderna; no digamos la importancia de su oferta gastronómica autóctona, que en peces y mariscos no tiene rival. Enfrente, al sur, Troia es un destino tentador por sus playas inmensas y por sus yacimientos romanos, que nos hablan de la importancia especial de las conservas y salazones de pescado, de hace más de dos mil años. Al norte, Palmela parece un gran barco varado encima de la montaña que corona el espacio septentrional de la Serra da Arrábida: medieval, renacimiento y barroco se concentran en su recinto fortificado, formando un conjunto inigualable. Y si caminamos al oeste, ¿qué decir de Sesimbra, apenas 20 kilómetros más allá, otra tentadora oferta de playa, montaña, fortalezas y gastronomía? Al este, las marismas del río Sado se prestan a la aventura marinera de sus aguas tranquilas, donde reinan bandadas de flamencos y gaviotas. Pero ahora quiero detenerme en ese espacio intermedio insinuado. En ese borde marítimo delimitado al sur por un mar generoso con pequeñas y medianas playas, semiescondidas por las elevaciones que enseguida las protegen, y al norte por ese paredón calcáreo, tan cubierto de exuberante vegetación que es la Serra da Arrábida, uno de Ruinas romanas do Creiro 178 Forte de Portinho da Arrábida gueirinha y Galápagos, pero antes de la playa de Alpertuche y la de California, ya casi en Sesimbra. Lo primero que se nos ofrece, al borde de la carretera sinuosa es la indicación para llegar a las ruinas romanas de Creiro, a pocas centenas de metros de esta vía que sigue las curvas de la costa. Colocadas sobre un morro que parece precipitarse hacia el mar que está a sus pies, contemplamos un asombroso complejo industrial de producción de salazón de peces (sardina y caballa), de los siglos I al V d.C., con unidad fabril de numerosos y variados tanques de aristas en media caña (curvas) por cuestiones de higiene, balneario los parques naturales más importantes de la Península ibérica. E incluso quiero acotar aún más, pues podríamos perdernos en la Sierra, en su Convento franciscano -siglo XVI-, de Nossa Senhora da Arrábida, o en sus encantadores pueblecitos, no resistiendo la tentación de pasar por Azeitão, cuyo queso de oveja -con denominación de origen protegida a nivel europeo-, es uno de los más deliciosos que nos sean dando degustar. Hablemos ahora -tras este extenso preámbulosolamente de los alrededores de Portinho da Arrábida, pasado el fabuloso Forte de Santiago de Outão, del siglo XVII, así como las playas de Fi- 179 Lapa de Sta. Margarida completo, cisterna, almacenes de planta rectangular y sistema de captación, canalización y almacenamiento de agua dulce. En un espacio limitado, rodeado de abundantísima vegetación mediterránea de montaña, se nos ofrece toda una lección de las actividades industriales relacionadas con la salazón y almacenamiento de pescado por los romanos, con su complemento de asueto para los trabajadores: el balneario. La extraordinaria excavación y su conservación son admirables. De ahí, un poco más adelante, pasamos al Forte de Santa María, pequeña fortaleza al borde del mar, construida a partir de 1670 y reforzada en 1798. Tras perder su función militar de protección a Portinho y al Convento de Arrábida, pasó en 1932 al destino de hostelería y restauración, que conservó hasta 1976. En la actualidad, el Forte alberga un pequeño Museu Oceanográfico, con un centro de biología marina. Las vistas desde su terraza, tanto al mar como a la sierra, son extraordinarias. Y ya, por el mismo camino que desde la carretera inicial nos ha llevado al Forte, un poco antes, sale una senda descendente, escalonada -con unos 200 escalones-, que nos lleva de inmediato a la Lapa de Sta. Margarida, una inmensa gruta calcárea, que alberga una curiosa capilla del siglo XVII en su zona central, donde pueden reunirse hasta 500 personas. La vista del mar, el choque de las olas, el piar de las gaviotas, desde el interior, nos ofrecen una imagen de luz y sonidos extraordinaria; ese interior, que semeja un gigantesco cuenco cerrado, con pasadizos laterales poco explorados, estalactitas goteando, gruesas columnas calizas que parecen sostener la amplia techumbre, el altar lleno todavía de vírgenes, santos, flores, velas… -pues aún se siguen haciendo ritos religiosos en ella- nos coloca en una dimensión especial. Belleza natural, religión, leyendas, magia, se mezclan en este increíble espacio, utilizado por marinos, pescadores y lugareños a lo largo de los siglos, como lugar de encuentro y de celebraciones, que -transformadas- se mantienen. Salimos al exterior, al puerto de Portinho: ¡qué olor a pescado asado en sus casas y en sus restaurantes palafíticos! ¡Y qué olor, también a fragancia de bosque y de mar! 180 Entrada del Forte de Portinho da Arrábida 181 55 Entrada a la Fortaleza de Outão Fortaleza de Outão: la serena grandeza Resguardando la entrada al estuario del Sado por el oeste, frente a la lengua de arena que forma la península de Troia, se encuentra la magnífica Fortaleza de Santiago do Outão, garantizando la tranquilidad de Setúbal. Ya en 1390 se construyó en el lugar una torre de vigilancia por orden de D. João I, que se mejora en el reinado de D. Manuel, al comenzar el siglo XV. Pero será a finales del XVI y mediados del XVII cuando adquiera el porte impresionante que en la actualidad conserva. A partir de 1572, se inicia la construcción de una cerca abaluartada, siguiendo el modelo italiano de defensa frente a los ataques de la artillería pirobalística de la época: tendría su “bautismo de fuego” defendiendo la independencia frente al Duque de Alba, en 1580, cuando se realiza la Unión Peninsular. Después, entre 1643 y 1657 -en la primera parte de la Guerra de Restauração- se ampliará, reconformándose al modelo que hemos heredado. La fortaleza sería residencia veraniega de D. Carlos y Dña. Amelia en la última década del siglo XIX, e iniciado el XX pasó a adaptarse como sanatorio de tuberculosos, con lo que se levantan edificios apropiados para los enfermos y se remodela el interior. Otra década más tarde, será convertido en lo que hoy día sigue siendo: Hospital Ortopédico, dadas las buenas condiciones del lugar para dolencias óseas, por la influencia marítima y de la barrera inmediata de la Serra da Arrábida. Desde entonces, se han efectuado diversas intervenciones de consolidación, especialmente en los años cincuenta, ochenta y noventa del siglo XX, en cuanto a las instalaciones interiores, cuidando con esmero el “cinturón” abaluartado, así como su singular capilla de la segunda mitad del siglo XVII, donde destacan valiosos paneles de azulejos y el retablo frontal. Pasear hoy día por sus dos baluartes laterales (al este y al oeste), contemplando el mar, entrar en sus garitas cilíndricas, recorrer el borde siguiendo la línea de los parapetos, en tanto oímos el azote del mar y vemos la lengua estrecha, larga y dorada de la península de Troia, el caserío de Setúbal 182 Capilla de la Fortaleza y las playas recortadas del noroeste, es una experiencia grata, relajante, balsámica. Observar la grandeza vertical de su cuerpo central desde la terraza principal, con el mar a nuestras espaldas y la Serra da Arrábida de frente, al fondo, resulta sobrecogedor, por su grandeza y armonía. Entrar en la Capilla, dedicada a Santiago, con escenas de su vida en azulejería llena de movimiento, profundidad y detallismo, y extraordinario retablo dorado de fondo, nos envuelve en paz serena, pese a las escenas de luchas que allí contemplamos, en las que el insuperable virtuosismo artístico se sobrepone a la narración bélica, compensada también por escenas piadosas y tranquilas. En la muralla central que da al mar podemos leer (con dificultad) una inscripción que resume los primeros momentos de la fortaleza: “A torre desta fortaleza de Santiago do Outão foi edificada por El Rei Dom João o Primeiro e depois cercada de muro por El Rei D. Sebastião e o sereníssimo D. João IV, libertador da pátria, mandou acrescentar a fortaleza para a parte do mar e terra com magnificência Forte de Outão. Plano (y alzado) de João Tomás Correia, de principios del siglo XVII, y situación actual 183 Forte de Outão en la actualidad e grandeza que hoje se vê. D. Fernando de Menezes, conde da Ericeira, lhe lançou a primeira pedra em XXV de Julho de MDCILIII e sendo governador dela Manuel da Silva Mascarenhas e das armas de Setúbal e sua comarca e superintendente da fortificação João de Saldanha mandou pôr aqui esta memória ano de MDCILIX”. En plano de João Tomás Correia, de principios del siglo XVIII, vemos la estructura de la fortificación: planta que apenas difiere de la que hoy disfrutamos. Solo cambia, claro, el alzado interior, que también nos muestra Correia en su estado de principios del siglo XVIII, por lo que al cuerpo central (principal) se refiere; pero la disposición de hoy nos evoca en gran parte la que contemplamos en el plano, aunque falta la ermita exterir y las escaleras que conducen a la planta superior, todo ello a la izquierda. Lo demás, apenas si difiere. ¡Gran lugar para ver ponerse el sol y oír batir las olas, con ligera playa a nuestros pies, donde los pescadores acaban la tarde echando sus cañas como siglos atrás se echaba el fuego de las potentes baterías contra los invasores de este tesoro que resguarda a Setúbal y sus alrededores! 184 Garita del Forte de Outão Baluarte del Forte 185 56 Litoral de Setúbal desde el Forte de S. Filipe Fortiicaciones de Setúbal contra piratas, corsarios y espanhois control de la población y proyecta nuevas murallas, de tipo abaluartado. El ingeniero militar francés Nicolau de Langres, diseñará las trazas del recinto fortificado abaluartado en los primeros años de la Guerra de Restauração. Hasta 1696 se desarrollará un plan constructivo, financiado por los negociantes de la sal y por la población de Setúbal a través de nuevos impuestos. Así, se completa un cinturón de murallas, con el refuerzo de los Fortes Velho y da Estrela al norte, y perfeccionamiento general de los baluartes, fosos y obras coronas al este y oeste, proyectándose hornabeques al norte y este, que hacían de la fortificación una maquinaria defensiva de enorme relevancia, con once baluartes y dos medios baluartes. Llegamos, así, al siglo XVIII con un amurallamiento y defensas exteriores que sitúan a Setúbal en primera línea de las fortificaciones de la Península ibérica. Fortificaciones que se completarán en la línea de costa con fuertes tan importantes como el de Albarquel y Santiago do Outão, en la zona norte del Sado. ¿Qué queda hoy día de todo este Patrimonio Histórico-Artístico Monumental? Fundamentalmente, el Forte de S. Filipe -revitalizado con el funcionamiento de una hermosa y activa Pou- El recinto medieval de Setúbal se circunscribía a la zona central, nuclear, de la población actual. Serán los límites resguardados por murallas mandadas levantar por D. Afonso IV y terminadas bajo su sucesor, D. Pedro I, en el siglo XIV, para defenderse de los corsarios y piratas norteafricanos. En 1582, el rey Felipe II de España (ya rey de Portugal con el nombre de Filipe I), ordenó la construcción de la fortaleza de São Filipe, tras vencer al Prior de Crato, D. António, por el que había tomado partido Setúbal a raíz de la crisis dinástica. Se trataba de una enorme fortaleza artillera, abaluartada, defensiva de la cuenca del Sado, con una situación geoestratégica privilegiada en un morro al noroeste de la población, completamente bajo su control. Pero el 1 de diciembre de 1640 es aclamado rey de Portugal D. João IV, que se hace con el 186 Forte de S. Filipe visto desde la playa de Setúbal sada-, así como algunos restos de los baluartes del recinto central y vestigios del Forte Velho. El Forte de S. Filipe es una auténtica joya de las primeras construcciones abaluartadas, con traza del arquitecto e ingeniero militar italiano Filippo Terzi y acabado del también italiano Leonardo Torriano, que se hizo cargo de las obras al fallecer el anterior; realizó una batería baja de refuerzo João de Saldanha a mediados del siglo XVII. Mirado desde abajo, desde la playa fluvial, parece un gran barco encallado en lo alto de una montaña. Acercándose a él, el portento de sus enormes paredones y su foso profundo, sobrecogen. Dentro, el espectáculo del paisaje que se domina resulta indescriptible: la belleza de la ciudad a sus pies; la enorme masa vegetal de la Serra da Arrábida y la extensa planicie que lleva al Alentejo, por detrás; la extraordinaria duna de Tróia, el estuario del río Sado y el mar, hacia delante… El Forte Velho, o de São Luís Gonzaga, se ejecutó a consecuencia de la Guerra de Restauração, bajo traza de Luís Serrão Pimentel, militar e ingeniero portugués, que trabajó fundamentalmente en las fortificaciones de Alentejo y fue un importantísimo tratadista de los métodos de fortificación abaluartada. Hoy día presenta un preocupante estado de abandono, pese a su importan- cia histórica y artística, estando en gran parte en ruina e invadido de maleza; su contemplación en mapas de Google nos hace ver su relevancia: planta pentagonal perfecta, con baluarte muy agudo en cada pico y glacis exento, que pide “a gritos” una rehabilitación y puesta en uso como museo de las fortificaciones de Setúbal. El Forte da Estrela, desgraciadamente, se ha perdido, como ha ocurrido con buena parte de las cortinas y baluartes del recinto principal, si bien se conservan algunos tramos cuya puesta en valor también serían de gran importancia para la valorización integral histórico-artística de la ciudad. Es el caso de los baluartes de: Conceição y Livramento al sur, a la orillas del Sado; Santo Amaro y da Saude, al noroeste; S. António y S. João, al noreste, y S. Domingos al este. Un “tesoro”, en fin, importantísimo, digno de admirar y mejorar. Oferta clave turístico-cultural de Setúbal (que tanto patrimonio urbano y eclesiástico posee, sin olvidar la importancia de su envidiable mercado de abastos, tan bien surtido de excelente pescado) y punto de arranque del muy atractivo conjunto de fortificaciones de las estribaciones de la Serra da Arrábida. 187 Terraza de la Pousada instalada en el Fuerte 188 Baluarte del Forte de S. Filipe, con Troia al fondo 189 57 Castillo de Palmela. Torre del Homenaje y refuerzo abaluartado La apostura encumbrada del castillo de Palmela La mole del castillo de Palmela se encuentra a unos 5 kilómetros del estuario del río Sado y poco más de 15 del que forma el Tajo frente a Lisboa, ambos ante el Océano Atlántico. Ubicado en lo alto de un promontorio de la Serra da Arrábida, a 240 metros sobre el nivel del mar cercano, vigila el casco urbano de la localidad y domina una amplísima panorámica de los alrededores. Allá los musulmanes realizan la primera fortificación entre los siglos VIII y IX, siendo ampliada notablemente entre los siglos X y XII. Conquistada por el rey D. Afonso Henriques a mediados del siglo XII, se realizaron importantes obras de refuerzo. Su sucesor, D. Sancho I, cede la población y sus dominios a la Orden Militar de Santiago en 1186; en los años finales del siglo cayó bajo el poder de los 190 Vista a la población y planicie desde la fortaleza de Palmela almohades, pero de nuevo pasa a la Orden en los primeros años del siglo XIII. La muralla interior, primero de los tres perímetros defensivos que integran el complejo, data de los tiempos de este dominio santiaguista. La torre del homenaje se levantó a principios del siglo XIV, reinando en Portugal D. Dinis (1279-1325), bajo cuyo reinado se realizaron gran cantidad de fortificaciones y se completaron otras anteriores en el área de Lisboa y Alentejo. Ya durante el reinado de D. João I se procedió a las obras de ampliación y consolidación del castillo (1423), construyéndose la Iglesia -de estilo tardogótico- y Convento, donde se instaló la Orden de Santiago a partir de 1443, hasta 1834 en que se extinguen las órdenes en Portugal. Todo el legado patrimonial, artístico-monumental interior que hoy disfrutamos, está configurado desde esos tiempos del final del Medievo. En el siglo XVII, a lo largo de la Guerra de Restauración con España, se levantó el tercer y último perímetro amurallado, necesario para adaptar la fortaleza a las exigencias defensivas surgidas por la aparición de la artillería. Se construyen tres medios baluartes, un baluarte irregular con tenaza, un revellín -ante la puerta del castillo-, todo con camino cubierto, hacia el norte (espacio más vulnerable, de pendiente relativamente suave); se continúa con tenaza y reducto angular al este y otro medio baluarte al sur, espacio defendido fundamentalmente por la muralla primitiva y el propio precipicio del terreno. Y este es el otro legado, complementario, que en el exterior podemos disfrutar y que desde lo alto del castillo observamos como si fueran espolones de un gallo de pelea. 191 Pousada de Palmela cercana Bahía de Setúbal con los afamados queijos amanteigados de Azeitão, el vino tinto de Palmela y sus doces conventuais de amêndoa, açucar e ovos, más las compotas y licores locales, todo tan gustoso de sabor como discreto en el precio. El Convento santiaguista es ahora una de las Pousada más acogedoras del país, y todo el conjunto fortificado está abierto gratuitamente al visitante, que en este espacio reducido tiene ante sí todo un tesoro inigualable de arte religioso, palaciego y militar de la Plena y Baja Edad Media, así como de la Edad Moderna; tesoro también natural, por la belleza del paisaje que domina, de la extensa planicie que se abre hacia el este, los estuarios del Tajo y el Sado al oeste y las ciudades “a sus pies”: Palmela y Setúbal, contempladas a vista de pájaro, que incluso nos lleva más allá de Lisboa. Únase a ello la oferta hotelera (amplia en la ciudad, aparte de la Pousada), completada con la gastronómica, donde se conjugan los pescados de la 192 Interior del castillo de Palmela 193 58 Tuy desde Valença do Minho Líneas de invasión y herencia monumental en La Raya pero también de invasión, que nos han dejado un legado extraordinario. Los castillos medievales y las fortificaciones abaluartadas modernas son la expresión material de esos desencuentros, pero al mismo tiempo los magníficos representantes del ingenio humano, manifestado en construcciones de alto bajo militar y artístico, que en buena parte nos ha llegado en aceptable estado de conservación, rehabilitadas en muchas ocasiones con acierto (pese a las destrucciones y alteraciones abundantes) y mantenidas en la actualidad. Hay una primera línea de invasión en la zona de Galicia/Minho, en la que deberemos destacar las fortificaciones de A Guarda y Goyan, al lado mismo del Atlántico, frente a las de Caminha y Vila Nova de Cerveira, con ese sentido de “botón y ojal” tan frecuente en toda nuestra frontera, de “mutua vigilancia y contención”. Al este, las La Raia/Raya entre España y Portugal ha sido frecuente línea de confrontaciones, especialmente durante la Edad Media y la Moderna. Primero en la Alta Edad Media, en el sentido norte-sur, desde Galicia a Minho/Tras Os Montes, por el empuje cristiano contra los musulmanes. Después -creado el reino de Portugal en el siglo XII, se presentarán los conflictos en los corredores este-oeste, por la rivalidad entre los reinos luso y castellano-leonés. Posteriormente, tras la reunificación de los reinos peninsulares bajo Felipe II, una etapa de paz desembocará en 1640 en la guerra de separación, que tendrá réplicas bélicas en diversos momentos del siglo XVIII y principios del XIX. Todo ello ha llevado a altos grados de sufrimiento para la población fronteriza, así como a extraordinarias obras de defensa y contención, 194 La monumental fortaleza de Almeida gallegas Tuy y Salvatierra de Minho se enfrentan a Valença do Minho (doble fortificación moderna que supone uno de los hitos fundamentales de la ingeniería militar) y Monção. A continuación, hacia el este, la parte más oriental de Galicia se enfrenta a Tras os Montes en esas dos fortalezas que, como muchas de las que presenta la Raia/Raya, presenta un magnífico castillo medieval protegido posteriormente por recinto abaluartado, como es el caso de la fortificación de Monterrey (Verin) frente a Chaves. O las del norte de la región leonesa con las del este de Tras os Montes, de las que debemos destacar Toro y Zamora con sus vecinas Bragança y Miranda do Douro. La siguiente línea de invasión, entre el Duero y el Tajo, presenta un corredor de enorme interés, que del lado español tiene sus fortificaciones de vanguardia, medievales y abaluartadas, en San Felices de los Gallegos y Ciudad Rodrigo. A ellas se enfrentan una cantidad importante de castillos roqueros, como los de Castelo Rodrigo, Castelo Bom y Castelo Mendo, aunque la maquinaria de guerra más espectacular será la de Almeida, de castillo medieval desaparecido por explosión de sus almacenes de pólvora, pero con una de las fortificaciones abaluartadas en estrella más espectaculares que existen. Ya metidos entre Extremadura y Alentejo, la abundancia de castillos bajomedievales y fortificaciones abaluartadas nos delatan la importancia de este corredor en la línea Madrid-Lisboa y sus alrededores. Al norte, Alcántara, Brozas y Valencia de Alcántara frente a Castelo de Vide, Marvão y Portalegre, con una segunda línea en retaguardia, donde destacan Crato yAlter 195 Sanlúcar de Guadiana desde Alcoutim do Chão. Al sur, Alburquerque, Badajoz y Alconchel, frente a ese “muro de contención” que forman fundamentalmente Arronches, Ouguela, Campo Maior, Elvas (una de las fortificaciones más completas del mundo), Olivença(entonces de Portugal), Juromenha… y más abajo Monsaraz, Mourão y Moura, con retaguardia en Vila Viçosa, Estremoz, Évora y Montemor-o-Novo, casi todas con la “doble presencia”: medieval y moderna. Detalle de la fortificación abaluartada de Badajoz 196 Líneas de invasión y herencia monumental marcadas en plano del francés Nicolás de Fer, de 1703, donde remarca las principales fortificaciones rayanas 197 59 IV Jornadas de Valorización del Patrimonio Fortificado de La Raya Conocer y valorar el patrimonio fortiicado de La Raya Una vieja aspiración que no acaba de cuajar en el éxito definitivo es la de lograr para las fortificaciones de la Raya Hispano-Portuguesas la calificación de Patrimonio Mundial. Bien lo merecen, por ser un patrimonio que representa una de las etapas más significativas de la Historia de la Humanidad: la de las luchas de la Edad Moderna entre las que eran de las primeras potencias mundiales del momento; por su monumentalidad bien preservada en buen número de poblaciones; por el 198 O PELOURINHO Nº 16: I JORNADAS DE FORTIFICACIONES ABALUARTADAS O PELOURINHO Nº 17. II JORNADAS DE FORTIFICACIONES ABALUARTADAS “encaje” como botón y ojal de muchas de ellas en un lado y otro de la Raya, y por el alarde científico e ingenio técnico que desplegaron en ellas los más afamados ingenieros militares que las trabajaron, procedentes de Italia, Francia, Países Bajos… y los propios. De ahí, el empeño en que nos hemos ido envolviendo, tratando de estudiar y divulgar un patrimonio de semejante valor. Así, tras haber celebrado las I Jornadas sobre Valorización del Patrimonio Abaluartado de la Raya Transfronteriza en Badajoz, los días 19 y 20 de octubre de 2012, se desarrollaron las II Jornadas en Castelo de Vide el 17 y 18 de mayo de 2013, a las que siguieron las III Jornadas en Castro Marim durante los días 26 y 27 de septiembre de 2014, y las IV Jornadas corresponden a Chaves en el 25 y 26 de abril de 2015. En las I Jornadas tratamos fundamentalmente el espacio abaluartado de Badajoz, Elvas y Campo Maior, además de una introducción general a la valoración del conjunto rayano luso-español, presentándose seis ponencias, y 199 Con las ponencias de las III Jornadas O PELOURINHO Nº 18. III JORNADAS DE FORTIFICACIONES ABALUARTADAS O PELOURINHO Nº 19: IV JORNADAS DE FORTIFICACIONES ABALUARTADAS publicándose en la Revista O PELOURINHO, nº 16 (2012), de la Diputación de Badajoz, cuya Imprenta Provincial ha sido y es el apoyo decisivo de estas actuaciones. En las II Jornadas abordamos esencialmente otro espacio extremeño-alentejano: Castelo de Vide, Marvão, Alcántara, Valencia de Alcántara y Brozas, además de algunos aspectos de la fortificación de Olivenza y una ponen- cia general sobre el maltrato en el patrimonio monumental de nuestro entorno. En total, cinco ponencias, publicándose en O PELOURINHO, nº 17 (2013). En las III Jornadas estudiamos sobre todo el espacio del sur extremeño-alentejano y el ámbito fronterizo andaluz-algarvío. Así: de Monsaraz a Mértola, el suroeste de Badajoz, todo el Algarve y el oeste andaluz, con especial 200 Carteles anunciadores de las I, II y III Jornadas Nada mejor que -tras la consecución del título de Patrimonio de la Humanidad por parte de Elvas en 2012- todos estos elementos monumentales de la Raya puedan obtener este preciado y merecido galardón de la UNESCO. En estas Jornadas quedan suficientemente demostrados sus méritos. profundización en el patrimonio de Castro Marim, Sanlúcar de Guadiana y Ayamonte, además de una ponencia sobre la conformación, evolución y valoración actual de las principales fortificaciones de toda la Raya/Raia. Diez ponencias, publicadas en O PELOURINHO, nº 18 (2014). En Chaves -plaza esencial y que mantiene un patrimonio abaluartado admirable-, situada al este de la Raya norteña (Galicia/Minho/Tras-os-Montes) y al norte de la Raya entre Castilla y las Beira, se completó el estudio, en las IV Jornadas, abordando fundamentalmente la franja septentrional de la Raya: Vila Nova de Cerveira, Valença do Minho, Monção y Chaves, además de Porto al oeste y Almeida, San Felices de los Gallegos, Fuerte de la Concepción y Ciudad Rodrigo, al este. Se completa el estudio con una aportación sobre la línea de incursión Madrid-Lisboa, los ingenieros militares en la Raya en la década de 1660 y la presentación de pormenores sobre el Atlas de Lorenzo Possi (1687). Plazas y actuaciones que son en su conjunto, e incluso una a una, auténticos “tesoros de la Raya”, de extraordinaria potencia artística, cultural, turística, válidas para especialistas y para el público en general. 201 60 Portada del libro “El Atlas de Lorenzo Possi” Volver la vista atrás con el atlas de Lorenzo Possi gación y amenidad en la exposición, constituyendo un tesoro documental y cartográfico de la Raya. Tenemos sobradas muestras de ello en obras como Planos, Guerra y Frontera. La Raya LusoExtremeña en el Archivo Militar de Estocolmo y enCorograhía y descripción del territorio de la plaza de Badajox y fronteras del reyno de Portugal confinantes a ella, ambas del 2003. En Imágenes de un Imperio perdido. El Atlas del marqués de Heliche, de 2004. En Cartografía de un espacio en Guerra. Extremadura 1808-1812, de 2008. El equipo formado por Carlos Sánchez Rubio, Rocío Sánchez Rubio e Isabel Testón Núñez nos tiene acostumbrados a disfrutar de sus trabajos llenos de sorpresa en los descubrimientos, rigor en la investi- 202 Filigrana papelera Índice del Atlas Y ahora nos sorprenden con esta obra monumental editada por “4 Gatos” y patrocinada por la Fundación Caja Badajoz en gran formato, con 280 páginas: El Atlas Medici de Lorenzo Possi, 1687. “Piante d’Estremadura, e di Catalogna”, exhaustiva, ejemplar, que profundiza en la vida y obra de un ingeniero militar italiano al servicio de la Monarquía Hispánica en los tiempos difíciles de las sublevaciones de Portugal y Cataluña en la segunda mitad del siglo XVII. El volumen, tras una presentación del Presidente de la Fundación Caja Badajoz, Francisco Manuel García Peña, y prólogo del catedrático de la UEX Miguel Ángel Melón Jiménez, se divide en diez capítulos, dedicados seis de ellos a la justificación e investigación de los autores del trabajo, uno a la descripción del Atlas de Lorenzo Possi, más otros tantos a la transcripción de las leyendas de los mapas y planos, bibliografía e índice onomásti- co. Entre los seis primeros y los cuatro restantes, nos ofrecen copia fiel del propio Atlas de Lorenzo Possi. Este magnífico Atlas se compone de un mapa general de Extremadura y la zona portuguesa limítrofe, otro de Cataluña, uno más del Rosellón y otro de la frontera catalano-pirenaica; ocho planos de fortificaciones extremeñas(Badajoz en planta y vista, más Olivenza, entonces portuguesa), trece portuguesas (la mayoría alentejanas, con Évora y Vila Viçosa en planta y vista), dieciséis catalanas (seis de ellas con versión de planta y vista), dos del Rosellón, una de Cartagena, otra de Orán y otra de Melilla. Lugares todos ellos donde intervendría el ingeniero. Y con ser una joya el Atlas en sí, el profundo trabajo del equipo investigador resulta extraordinario. A lo largo de los seis capítulos iniciales van desgranando la vida y obra de Lorenzo 203 Portada del Atlas Possi (que han rastreado en diversos archivos consultando memoriales, cartas, planos, etc., al tiempo que consultado a gran número de especialistas de diversas nacionalidades), aclarándonos los pormenores de sus métodos de trabajo, las incidencias de su agitada vida, la relación con otros ingenieros militares (en especial Ventura de Tarragona, Marco Alessandro del Borro, Jerónimo Rinaldi, Juan Bautista Ruggero, Ambrosio Borsano y Esteban Matteini), su colaboración e intercomunicación, así como el servicio que todos ellos prestaron a la Corona Hispánica en los tremendos años de las guerras sucesivas al oeste (Portugal) y noreste de su frontera (Francia especialmente). No solo estamos ante una obra que nos descubre y desentraña un Atlas inédito, desconocido hasta ahora, sino que bucea en diversos archivos, principalmente de Alemania, Austria, España y Portugal, para establecer comparaciones con otros documentos, mapas, atlas de la época y posteriores, despejando dudas sobre autorías de planos dudosamente datados y atribuidos hasta la fecha, sirviéndose de métodos rigurosos y algunos novedosos, como el de las “filigranas papeleras”, que nos explican con soltura didáctica. La obra en sí es una joya -tesoro de la Rayade alto valor bibliográfico y documental. Un hito en el conocimiento del trabajo de los ingenieros militares de la segunda mitad del siglo XVII. Un descubrimiento con respecto a un autor hasta ahora prácticamente ignorado. Y al mismo tiempo, un ejemplo de metodología en la investigación y en la presentación al gran público de lo investigado. 204 Badajoz en el Atlas de Lorenzo Possi Vila Viçosa. Vista de Lorenzo Possi 205 61 Una entrada “de cuentos” Redondo y sus fantasiosas ruas loridas Cuando vas acercándote a Redondo -desde Alandroal o Vila Viçosa al este, o Évora al oeste- ya ves en lo alto los restos de su castillo medieval, su torre del homenaje, que te guía hasta la base del promontorio en que se enclava. La construcción del castillo tiene sus inicios en el reinado de D. Dinis, por el año 1319, aunque algunos investigadores discuten la fecha y la sitúan algunos años más tarde. El reducto es de modestas dimensiones, de planta ovalada, recorrido de suroeste a noreste por la Rua do Castelo, muy armoniosa y con varias puertas de casas enmarcadas por arcos góticos; a ella entramos por la Puerta del Sol (o del Postigo, que tiene al medio) en el ángulo poniente y salimos por la Puerta de Ravessa (localismo que significa “del promontorio”, “del montículo”) en el ángulo naciente. Al norte y al sur del trazado, quedan dos airosos torreones con amplia vista al territorio circundante. Portada gótica en la Rua do Castelo En este pequeño espacio medieval destaca, en medio de su hermoso caserío, una interesante “olaría” (taller alfarero: el concelho tiene los más afamados talleres “de barro” de la región, y en el cercano Convento de Santo António da Piedade hay un Museo monográfico sobre esta artesanía) y una sorprendente Enoteca -local donde se sirve vino con pan alentejano, queso, embutidos y jamón de la zona-, instalada en un antiguo granero público del siglo XVII, admirablemente restaurado. Una vez recorrido este recinto, merece bajar por su caserío, de fachadas impolutas, blancas ribeteadas de añil, desde la inmediata Praça de D. Dinis (en la que se encuentra la Igreja Matriz, barroca, 206 Rua florida Enoteca de Redondo de finales del siglo XVI) hasta la Praça da República, en que se alza el monumental Palacio Municipal, y muy cerca el Museo Regional del Vino: no en vano Redondo es uno de los enclaves más apreciados del reputado vino alentejano. Tiendas de artesanía, restaurantes de cartas y ambientación regionales, placitas, trama urbana de trazo rectilíneo, aunque tendiendo a embolsarse hacia el sur, hacia esta Praça da República, diáfana, hermosa y amplia, jalonan el recorrido Y a cada dos años, en los impares, como ocurre ahora del día 1 al 9 de agosto, se desarrolla en este espacio y sus alrededores la fiesta de las “Ruas Floridas”, que ahora cumple su XIV edición. Más de quince toneladas de papel y más de noventa toneladas de madera y varias también de cola de pegar fueron utilizadas para engalanar cuarenta y una calles, en un trabajo realizado por la propia población, con una dedicación voluntarista admirable. nacionales: Sardinas Portuguesas, o de otras partes del mundo: Patio Sevillano, motivos de Marruecos, así como recreación de cuentos, leyendas, tradiciones, oficios, costumbres, vestimentas, paisajes, etc. Toda una explosión de luces, colores, formas, en que el papel, el cartón, la madera, sabiamente combinados, ensamblados, pegados, obran el milagro de trasladarnos desde un mundo fantástico a una realidad interpretada con acierto, cubriendo suelos, paredes, elevándose por encima de nuestras cabezas, cubriendo fachadas, calles, plazas… Espectáculo de fados en la Plaza de D. Dinis Completan el variado espectáculo vital continuas actuaciones musicales y la oferta variada de bares, restaurantes, parrilladas al aire libre, muestras de artesanía, con que atraer a un público que trasciende cada vez más lo local y regional, para adquirir importancia nacional y transfronteriza. ¡Magnífica explosión de luz y de color en una población cuyo patrimonio urbano ya de por sí es un atractivo suficiente! Buen lugar para disfrutar de algo ciertamente original, que tiene otra versión, otra prueba de imaginación y calidad en un punto cercano: las Festa do Povo de Campo Maior, cuya periodicidad la decide el propio pueblo campomaiorense, y a la que deberemos prestar la atención que se merece. Motivo central florido Cada una de las calles recrea un motivo diferente, que van desde los más locales: Tapetes de Arraiolos, a los regionales: el Plato Alentejano, los 207 62 Acceso al Casco Antiguo desde la Casa de la Cultura Festas Do Povo de Campo Maior, el arte del papel y otros elementos auxiliares, en una explosión multicolor, recreando todas las flores que podamos imaginar, en guirnaldas, ramilletes, cadenas, ramajes exuberantes, que trepan verticales a los lados de las calles y cubren el espacio superior formando arquitrabes y arcos espectaculares. Alrededor de un centenar son las calles -fundamentalmente del Casco Histórico- que se engalanan, siendo un empeño colectivo de los propios vecinos, que emplean varios meses en una labor mantenida en secreto dentro de sus casas, patios, corrales, corralones, para ofrecer la sorpresa la noche anterior a su inauguración. La noche que llaman de “enramação”. Si a principios de agosto, cada dos años, gozamos del espectáculo de las “Ruas Floridas de Redondo” -en que una cuarentena de calles es decorada con flores de papel y figuras representando oficios, costumbres, tradiciones, cuentos, leyendas, etc., tanto cercanas como de cualquier parte del mundo-, a principios de septiembre, sin periodicidad fija sino cuando el pueblo así lo decide, hemos sido sorprendidos una y otra vez por el espectáculo de las “Festas do Povo de Campo Maior”. En 2015, para esquivar las inclemencias imprevistas del tiempo, que en ese mes se suelen dar a causa de imprevisibles tormentas, le ha tocado a los días finales de agosto ser la fecha de este festejo singular. Así, del 22 al 30 de agosto se celebra el espectáculo florido y milagroso de estas “Festas do Povo”, donde la magia de unas manos, acostumbradas por la tradición de casi siglo y medio, transforman el papel de seda, cartulinas, cartones Vista entre guirnaldas de flores de la Igreja de S. João 208 Entrada a calle florida Esta labor grupal, por calles, y colectiva, de todo un pueblo, se ha visto compensada por la admiración de un número cada vez mayor de visitantes. En la anterior edición se cifró en un millón de personas, que es lo que se espera para este 2015. Proceden la mayoría de la región de Alentejo y de la Extremadura española, aunque la presencia de otros portugueses y españoles cada vez es más frecuente, lo que supone además un impulso económico importante para la localidad y las del entorno, en cuanto a ocupación hotelera, restaurantes, negocios en tiendas de artesanía, productos agro-ganaderos de la zona, etc., y una oportunidad para dar a conocer la oferta patrimonial, artística, monumental, ecológica y gastronómica de la zona. Así, las “Festas do Povo”, que van a ser candidatas, merecidamente, a Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, se convierten no solo en una muestra del arte popular de calidad, de la inventiva de un pueblo creativo e inspirado, sino en una palanca de promoción de una tierra llena de potencialidades que bien merece ser conocida, reconocida, valorada, visitada y marcada como punto turístico y cultural de primera línea en el entorno rayano luso-español. Tesoro de la Raya que entre esta explosión de formas y colores, filigranas, entrelazados floridos, nos invita a la visita reposada para gozar de su otro Patrimonio Material, que ha de serlo también de la Humanidad: fortificaciones, iglesias, conventos, palacios, caserío inalterado, urbanismo medieval bien preservado en su zona central y expansiones abiertas, ajardinadas con buen gusto, en sus alrededores. Detalle florido 209 63 Buche da Raia-Raya Comer con buche en la Raya cido, sin otro aditamento, puesto en la olla tras quitar la piel envolvente, hasta que se reblandece. Una comida tan rotunda, propia de campesinos que gastan abundantes energías en el duro trabajo de las faenas agro-ganaderas, ligada a las matanzas familiares de esos tiempos que ya se nos escapan, exige buen estómago y ganas de hacer ejercicio para librar después las calorías acumuladas; al menos un largo paseo que nos libere en parte del colesterol… En esta Raia/Raya nuestra, tan sabia en tantas cosas, y especialmente en materia culinaria, suele precederse la ingesta del buche con unas entradas de queso (¡qué maravilla los pequeños queijos alentejanos o los algo mayores extremeños, de oveja merina, bien curados!) y aceitunas rajadas o machadas. Los bocados de carne se “suavizan” con alguna verdura que refresque la garganta, preferiblemente lechuga/alfase rizada, preparada con aceite, vinagre y sal. Cuando se acercan los Carnavales, se come en muchos pueblos de la Raia/Raya luso-española, el “buche”. Un tesoro culinario que “serpentea” por la frontera y que, alejándonos de ella, pocos conocen. Es una mezcla de costillas, orejas, lengua, rabo, tripas… de cerdo, que -condimentada con pimentón rojo- se introduce en el propio buche del animal sacrificado. Bien atada la tripa, se pone a secar durante unos días. Hay muchas formas de preparar este suculento, nutritivo y bastante potente manjar. Muchos lo prefieren con coles, otros con sopa de pan espeso, o con garbanzos…, pero a mí me gusta simplemente co- 210 Buche preparado para comer Todo lo anterior se degusta mejor con un buen pan espeso, rústico, de pueblo, hecho en horno de leña, a la manera antigua, con una miga bien compacta y corteza resistente. Ese pan que se hacía en los hornos familiares o comunales para toda la semana e impregnaba de aroma al pueblo entero. Para acabar, unos dulces de la tierra, donde no falte en su composición la almendra, el huevo, harina de trigo, azúcar, y -a poder ser- unas ameixas/ciruelas pasas acompañando el biscoito/ bizcocho. un café cargado -uma bica- o una infusión de hierbas, um chá (yo lo prefiero de limón/limão). Es curioso que este tesoro rayano, el buche (“Botillo” lo llaman en el Bierzo) sea tan poco conocido a media que te apartas de la zona fronteriza. Y siempre resulta un agradable hallazgo para aquellos que tienen la suerte de descubrir este pequeño secreto campesino que en el territorio luso-español, tan herido de luchas y de confrontaciones, supuso un punto de unión que bien merecería ser conmemorado con fiestas populares y de hermanamiento. Comer con buche. Convivencia alrededor de un buche, con amigos, vecinos, compañeros, festejando la vida sencilla y tan rica del territorio compartido en la frontera. Buche y sus complementos en la comida tradicional de la Raya Todo ello, claro, hay que “regarlo”. Los vinos tintos contribuyen a que se “aclare” la garganta. Y para “deshacer” esa especie de bomba a que el buche se parece, aguardiente/bagaço compartido con Botillo (buche) del Bierzo 211 64 Puerto deportivo Isla de la Ceniza, Cheles Comer en el puerto deportivo “Isla de la Ceniza” gusto. De cocina deliciosa y en forma alguna dadas al “saqueo” de incautos “que pasaban por allí”. O sea, lugares donde merece hacer parada y fonda, desde lo alto de Galicia/Minho, a lo meridional de Andalucía/ Algarve, pasando por Castilla-León/Tras os Montes/ Beiras y, desde luego, Alentejo/Extremadura. De esta última “pareja” donde tantos tesoros artísticos monumentales, paisajísticos, urbanos y humanos hemos ido viendo a lo largo del blog que nos ocupa, y de donde he ido sugiriendo lugares singulares donde pararse a reponer fuerzas con una comida memorable, quisiera traer ahora otro lugar más a destacar. Hablo de un chiringuito (así se hace llamar) de larga tradición. Cambió de lugar, alejándose de la orilla del río hacia un cercano lugar algo más alto He sugerido muchas veces restaurantes y chiringuitos de la Raia/Raya, como lugares deliciosos para saborear una comida sencilla, de aquellas que nos recuerdan nuestra niñez de escaseces pero de exuberante imaginación, que hacía milagros con los pocos recursos al alcance de la mano. En cualquier pueblo de nuestra frontera, que ahora nos une tanto como antes nos separaba, encontramos deliciosos lugares, llenos de candor y buen 212 Orilla de Alqueva en Cheles a causa de la crecida de las aguas, cuando se construyó el embalse de Alqueva, y regentando por los herederos del que tenía el primitivo: el “Chiringuito Pijín”, en el Puerto Deportivo “Isla de la Ceniza”, enfrente precisamente de esta isla, dividida longitudinalmente por la frontera luso-española. Desde su comedor vemos las aguas generosas embalsadas, formando una masa espectacular navegable, con oleaje de ría, e incluso de mar cuando sopla el viento con alguna fuerza. Si hace calor, su amplia terraza nos permite recibir el frescor de la brisa de este mar interior, y si -como ahora aún en invierno- el frío nos obliga a recogernos dentro, tendremos el auxilio más que reparador de un brasero de picón que da gusto mover con la badila como en los tiempos de niñez. Azulejo indicador del Puerto Deportivo de Cheles 213 Brasero de picón en el Chiringuito Pijín ¿Qué comer en este escenario de paz reparadora? La carta -comedida en el precio- se ofrece tentadora: panceta, pestorejo, pinchos morunos, carne de cerdo y de ternera preparada en formas variadas, lomo, jamón, queso, embutidos… ensaladas, sepias, calamares…, tortillas y huevos fritos de campo… y, sobre todo, su barbo frito, cogido por los propietarios allí mismo, en el río, magníficamente preparado, presentado entero pero con incisiones de poca separación entre sí que evitan el peligro y engorro de sus múltiples espinas. El café, servido con enorme cafetera en cantidad a gusto del cliente, es tan sabroso como las “bicas” portuguesas. Y los postres caseros. Todo, servido con la tranquilidad y simpatía del que sabe hacer más que por aprendizaje académico por sabiduría heredada de sus antecesores. Todo un placer no solo gastronómico sino vital en general. Reparador por las hermosas vistas del embalse y su remanso. Las lomas de los montes de este enclave pizarroso de Cheles, extremeño y un poco portugués, entrañable, acogedor y amigable siempre para todos. 214 Barbos, tortilla y pestorejo 215 65 Tren Badajoz-Elvas El tren Badajoz-Elvas por el viejo campo de batalla ¿Qué transporta ese tren -que ilumina el sol de la mañana- por esa vía tan olvidada que nos lleva desde España a Portugal, más brevemente: de Badajoz a Elvas? Cada día, oímos su silbido y su traquetear desde que sale de la estación, a un par de kilómetros de distancia desde donde vamos internándonos a Portugal, en ese triángulo que forman Badajoz-Elvas-Campo Maior. Muy lentamente, se aproxima arrastrando vagones como si fuera un regueiro de formigas. Nos da tiempo de verlo pausadamente en la explanada que un día se ensangrentó (Batalla de la Gudiña, o de Caia, de 7 de mayo de 1709, durante la Guerra de Sucesión a la Corona española; entre dieciocho y veinte mil contrincantes por cada lado) con unos dos mil muertos y otros tantos heridos, fundamentalmente portugueses y españoles, más sus respectivos aliados ingleses y franceses. Ahora, en el otoño, acaban de recoger el maíz y el campo espera nueva siembra. Es una tierra fértil, que se riega generosamente con el agua abundante del Barragem do Caia. Ese cañaveral junto al vagón de cola delata la humedad; como el herbazal de la parte inferior, por donde discurre una acequia que siempre lleva agua. Bajorrelieve Marqués de Bay en la Parroquia de San Agustín (Badajoz) 216 Batalla de la Gudiña. Nicolau de Fer, 1709 Es también zona de espárragos, romazas, cardillos, cardos, ajos porros, verdolaga, mora silvestre, hinojo…; liebres, palomas, tórtolas, garzas, patos, garcillas, mirlos, grajos, toda clase de pájaros… Y de salidas y puestas de sol extraordinarias, que doran la planicie. ¡Qué humilde, sencillo y envidiable Tesoro de la Raya! ¿Cómo lo verían los batallones enfrentados que forrajeaban por allí (los anglo-portugueses, comandados por el Marqués de Fronteira y el Conde de Galway; los españoles, gobernados por el Marqués de Bay), disputándose el terreno hace más de trescientos años? El tren nos da una imagen de paz; sereno, pausado, puntual y tranquilo. Solitario. Iluminado en su costado. Rompiendo con su trajín el silencio de la mañana, que luego irá poblándose con el faenar de las aves y de la maquinaria que de continuo cambia el contenido agrario del paisaje. Acequia y vía del tren Badajoz/Elvas 217