Opinión

El Barça empieza a olvidar a Messi

Celebración de uno de los goles del Barcelona en el Clásico.

Celebración de uno de los goles del Barcelona en el Clásico. / Europa Press

Ya es oficial, el Barça empieza a olvidar a Messi. Ha sido un duro aprendizaje, no te desprendes tan fácilmente de la impronta del mejor futbolista de la historia. La catarsis definitiva exigía otro choque triunfal ante el rival eterno, y el Madrid ayudó a la terapia presentando una alineación que al Barça no le sirve ni de entremés, con un defensa llamado Lucas Vázquez que se deja arrebatar un balón controlado en área propia por el rehabilitado Raphinha . Y gol, el cuarto.

La mística ha abandonado al prosaico Madrid, pero la mística barcelonista se diluye al recordar que el Inter le clavó siete goles en diez disparos a puerta en semifinales de la Champions, la mayor efectividad jamás registrada frente a una defensa de mazapán. Los azulgrana vienen encajando dos tantos por partido, con una cuota de responsabilidad para el chiripitifláutico Szczesny, espolvoreen sus consonantes con liberalidad. Ayer se cumplió la humillante doctrina de los dos zarpazos iniciales del Madrid, sin olvidar que la inauguración de Mbappé surge de una presión de seis jugadores barcelonistas en el área rival.

La inversión del marcador era previsible, porque el Barça suele desempeñarse mejor cuando pierde. El Madrid no impone su estilo, si lo hubiere, ni cuando gana. Los madridistas ya solo juegan para los árbitros, se han olvidado de los espectadores. Su balance del partido no se mide en goles obtenidos, sino en presuntos errores de arbitraje que Florentino sentencia como incalificables.

Con o sin Negreira, hay que agradecer al Barça que se acuerde de quienes simplemente disfrutan del fútbol sin apellidos. La fidelidad a una fiereza atacante le ha ganado la Liga y la Copa a los azulgrana, pero la traición podría haberle concedido también la Champions. Paradójicamente, la curación de la fijación con Messi exigía la fidelidad a un tratamiento rígido, con dolorosos efectos secundarios. Como el tercer gol de Mbappé en la segunda mitad.

Para Flick , la victoria no es fruto de un cálculo, sino de una convicción. Es un aventurero frente al burócrata Ancelotti, que ha ganado su últimos títulos escondiéndose. No solo se ha oscurecido el estilo del italiano, sobre todo se ha desvanecido su discurso, hoy repleto de las obviedades de quien no sabe si se va o si lo echan.

Una victoria del Barça sobre el Madrid ni siquiera es noticia, en esta temporada sin excepciones. En el capítulo de ayer, el Barça ganó la Liga por KO después de haberse adjudicado la Copa a los puntos de una final interminable. El Madrid quejica se asocia a una palabra ausente hasta ahora de su vocabulario, «ridículo». En el ranking de competiciones, la Champions vale veinte puntos, por ocho la Liga y dos la Copa. Por tanto, los barcelonistas han coronado un diez a cero. Sin Messi ni su espectro, por primera vez.

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